Capítulo 11

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- ¿Qué crees que estás haciendo, Draco? ¡Te podrían haber expulsado!

- Ya, ya lo sé - respondí de mala gana.

- ¿Sabes lo que eso significaría, no?

Pues claro que lo sabía. Mi presencia en el colegio era algo demasiado importante para realizar mis dos misiones.

Me encogí de hombros, lo que menos me apetecía ahora era una bronca de profesor y recordarme todo lo que me esforzaba por ignorar.

- He tenido que hablar con Dumbledore y con el chico - Snape me miraba frío como un témpano de hielo, pero ni con esas conseguía intimidarme - Esta vez no ha pasado nada, pero puede que a la próxima no tengas tanta suerte.

¿Y a él qué le importaba? No era de su puta incumbencia lo que yo hiciera o dejara de hacer, si me expulsaban era mi problema, no el suyo. Le miré retador, sabía perfectamente lo que tenía que hacer como para que estuviera todo el rato detrás de mí como mi padre.

- Ten cuidado.

Había sido otra noche de insomnio. Otra noche rememorando escenas que no se volverían a repetir; otra noche refugiándome en una realidad que yo mismo había creado, que cada vez se me aparecía más real y que a la vez conseguía alejarme más de lo que era; otra noche escribiéndole cartas que nunca llegaría a leer.

"Lo siento, Nathalie, siento todo lo que ha pasado hoy. No me gustaría que me recordaras así, pero ahora sé que cuando me veas, me mirarás de otra forma. No importa, no pasa nada si todo sigue igual"

A veces me daba por preguntarle cosas como que qué tal estaba o cómo había sido su verano, y luego acababa tachándolo porque me parecía demasiado absurdo. No es lo mismo dicho en un momento de exaltación que escrito sobre el papel sabiendo que hay una posibilidad de que alguien lo lea o simplemente de que lo hagas tú cuando ya no sientas lo mismo, y entonces te parezca débil y desconocido.

Bajé al comedor para no soltarme totalmente de la vida cotidiana que debían llevar los alumnos, grupo al que pertenecía al fin y al cabo. Nadie se había enterado de lo ocurrido la noche anterior. Era de esperar que Nat y su amiga no dijeran nada y por parte de Montague tampoco esperaba gran cosa, habría sido ponerse en ridículo él solo. Me saludaron los serpientes como siempre, incluyéndome entre ellos pues mi nombre todavía causaba algo de impresión. Entre los manjares típicos de los banquetes de Hogwarts me digné entonces a mirar hacia la mesa roja a ver si la veía.

En efecto, el sitio donde solía ponerse estaba ocupado por ese pelo que ya había dejado de estar liso. No quería tentar a la suerte, pues incluso sin recordar nada era peligroso, así que solo le lancé cortas miradas para asegurarme. Pero incluso en pequeños intervalos pude observar que algo le pasaba.

Tenía la mirada perdida en un punto fijo y no hacía el más mínimo movimiento ni cuando alguno de sus amigos contaba algo "gracioso". Seguramente estaría pensando en lo de ayer, porque cuando levantó la mirada de su plato vacío y sin querer la cruzó conmigo, se giró repentinamente hacia otro punto perdido. Una pequeña chispa de autodesprecio empezó a revolverse dentro de mí al mismo tiempo que ella cogía uno de sus rizos.

Joder, cada vez me costaba más controlarme, en absolutamente todo. Me había repetido mil veces que yo podía con esto, pero ahora ya no estaba tan seguro.

Me pasé la comida vigilando con la mirada todos los gestos de la chica y a la vez echándome en cara lo gilipollas que había sido. No podía dejarme llevar por mis impulsos, esta vez había salido airoso del asunto, pero no siempre iba a ser así. Cuando Nathalie se levantó, dejando a sus amigos atrás, supe inmediatamente a dónde iba.

Si decides querer (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora