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Cuando tenía setenta y cinco años, Jeongyeon vino a almorzar con nosotras una tarde.

Cuando regresé de la cocina con los platos en las manos,Jeongyeon sostenía un cuadro en sus manos, una sonrisa extendiéndose por su rostro.

—Déjame ver —pedí, mientras Sana me ayudaba a poner la mesa.

Jeongyeon giró hacia mí el cuadro, y pude ver aquella foto tomada en mi cumpleaños, cuando Sana y yo nos conocimos.

—Satzu feels —susurró mi amiga, mientras ponía el cuadro en su lugar.

—¿Qué dijiste? —intervino Sana.

—Oh.Satzu feels. No debiste escucharlo, lo lamento.

—¿Y eso es...? —pregunté, divertida.

—Sa-na. Tzu-yu. It's Satzu, yo -rió.

—Estás demente, Jeongyeon—mi esposa y yo reímos con ella.

—Lo supe desde ese día, ¿sabes, Tzuyu? Me di cuenta de todo en el momento en que te quitaste ese disfraz de princesa y se lo ofreciste a ella, pese a que yo lo había querido toda la tarde.

Abrí la boca para refutar, sorprendida de la memoria de Jeongyeon.

Ella me sonrió.

—Sin rencores. De todos modos, yo fui una Cenicienta espectacular.

Next Door [Satzu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora