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Cuando tenía veintitrés años llegué a casa y encontré a Sana llorando. Cuando me acerqué a ella, se colgó de mi cuello.

—Las bananas son hermosas —me dijo entre lágrimas—. No entiendo como la gente se las come. Eso es cruel. Las bananas son amigas, no comida.

Miré a mi alrededor, y encontré la caja vacía de jugo de naranja. Luego recordé que días atrás yo había vaciado media botella de vodka en ella y la había mezclado con el jugo. Me reí de mi misma y de ella por haber sido tan tonta.

—Eres hermosa, Chewy —susurró en un intento de voz seductora mientras caía en la cama—. Ven aquí, mi amor.

—Estás ebria,Sanake.

—A la mierda. Quiero hacer el amor contigo.

Sonreí. Se veía tan tierna y a la vez tan graciosa en ese estado.

—Mi amor, tú...

Pero no pude terminar la oración porque Sana gritó que era un dragón y salió corriendo por la casa con la intención de lanzar fuego por la ventana.

Next Door [Satzu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora