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 Los grillos me acompañan esta madrugada, al menos su melodía. Aun puedo escuchar la música en el gimnasio pero ya ha dejado de importarme lo que suceda o no allí, ya no tengo nada que hacer en ese lugar, además, el concierto que estoy presenciando en este instante es mucho mejor, más tranquilo, más relajante y más frio.

 Creo que no pensé muy bien cuando le dije a Gri para vernos aquí. Tenía la oportunidad de ir a la habitación y de encontrarnos allí, pero no, que a mi tonta cabecita se le ha ocurrido que el lugar perfecto para reunirnos era el estacionamiento, como si no estuviera haciendo un frio que te congela hasta el lugar más recóndito del cuerpo.

 Tal vez debería escribirle para pedirle que me traiga una chaqueta. Aunque ya han pasado algunos minutos desde que le escribí. Seguro ya salió de la habitación así que es caso perdido, me aguantaré al menos hasta que él llegue y le diga para regresarnos a la habitación.

 Una brisa gélida transcurre por allí, acariciándome las mejillas, haciendo que me sonroje aún más. Cierro los ojos por un instante y suspiro con fuerza, con pesadez, con la intención de quitarme todo el estrés de hace unos minutos de encima. Vuelvo a recordar la escena con Aisha y simplemente no puedo creerlo. No puedo entender esa actitud de ella para con Griffin, ni mucho menos sus ganas de tener sexo a cada rato. Sé que es normal que una pareja tenga intimidad, pero creo que es algo que debe surgir de los dos, esas ganas, ese deseo, esa pasión. Ya hasta pareciera que a ella lo único lo que le interesaba de estar conmigo era el sexo.

 Tal vez le hacía ilusión estar con un virgen. Es decir, hay chicos que se creen mucho por estar con alguien virgen, se creen muy machos o superiores por ello. No digo que Aisha sea así, pero por más que trato de entender su intensidad con el asunto no lo logro. Ni mucho menos apruebo esa estrategia suya de tratar de manipularme a través de este.

 Lo bueno es que ya terminó.

 Me duele, porque realmente quería que las cosas marcharan bien en esta oportunidad pero creo que no es posible, no puedo ignorar su forma de tratar a Griffin, mucho menos cuando él es mi amigo. Él ni siquiera la menciona, no entiendo porque ella no podría hacer lo mismo. Esta rivalidad entre ellos me desespera.

 ―¿Jayden?

 Alzo el rostro y me encuentro con una chaqueta frente a mí. La reconozco, es mía, así que la tomo y de inmediato me la coloco, dejando ahora el campo visual libre para encontrarme con el cuerpo de Gri. Él también está con una chaqueta totalmente abrochada y unos pantalones de jean azules. Le sonrió un poco y él solo asiente, antes de sentarse junto a mí en la acera. Aunque claro, deja una brecha entre nosotros.

 ―Gracias por la chaqueta. Está haciendo realmente frio.

 ―No pensé que estarías aquí.

 Frunzo el ceño y me giro a verlo.

 ―Pero te pedí vernos aquí. ¿Por qué lo haría si no iba a estar?

 Él frunce los labios, parece que está pensando pero luego niega, como si retractara la respuesta.

 ―Tienes razón. ¿Por qué aquí? Está haciendo frio.

 ―Lo sé, solo… solo quería irme, quería estar lejos al menos por unos minutos.

 ―¿Paso algo? ―no sé si son ideas mías pero casi puedo jurar que está preocupado―. ¿Puedo ayudarte en algo?

 ―Terminé con Aisha.

 Él ni siquiera se inmuta. No frunce el ceño, no pestañea, no hace una mueca, no hace absolutamente nada más que mirarme y guardar silencio, además de respirar calmadamente.

El chico de la habitación 230Donde viven las historias. Descúbrelo ahora