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  ―No puedo creer que te hayas ido así, Jayden.

  ―Buenos días para ti también, Aisha.

  Retiro la mirada del teléfono y alzo el rostro, mi novia se encuentra molesta y sé perfectamente a que se debe, me pregunto qué le habrá dicho su padre exactamente, seguramente me dejo como una persona que le faltó el respeto y fue grosero con él.

  ―¿Por qué te fuiste de esa manera? Ni siquiera atendiste mis llamadas o respondiste mis mensajes.

  Veo que los alumnos que están ingresando al salón se nos quedan viendo, al igual a los que ya están dentro de este, disfrutando del espectáculo que la rubia se encuentra montando. Decido colocarme de pie y la sujeto del brazo, llevándola conmigo fuera de ahí. No voy a ser el payaso de esta gente.

  ―Aisha, por favor ―musito entre dientes, llevándola conmigo algo retirado de la puerta del salón―. ¿Puedes controlarte? Estás llamando la atención de todos.

  ―Me importa muy poco si nos ven o no ―me dice y se zafa de mi agarre con brusquedad―. ¿Quién te crees para hablarle así a mi padre? ―me empuja de los hombros y yo la miro con cierta sorpresa.

  ―¿Hablarle cómo? ¿Decirle la verdad? Yo no sé qué te haya dicho él, pero le dije la verdad. ¿Quién se cree él para investigar a mi familia y a mí? Además, ¿quién se ha creído para decir si soy digno de estar contigo o no? Sé que es tu padre pero no me parece la actitud correcta. Menospreciar a las personas no es algo que me guste y si para ti y tu familia es su pasatiempo favorito entonces creo que lo mejor es llegar hasta aquí.

  Le digo en un tono de voz adecuado, aunque hay tanto silencio en el pasillo que seguramente todos lo han escuchado. Veo a Aisha, su expresión de sorpresa no me sorprende en lo absoluto.

  ―Jay... no hablarás en serio, ¿verdad?

  ―Sí, lo estoy diciendo muy enserio, Aisha. Yo no sé cómo te han criado tus padres pero mis padres me han enseñado a respetar a las personas y no a verlas por encima de mi hombro y si tú no puedes aceptar eso, entonces lo mejor es terminar.

  ―¿Estás seguro? ―noto como coloca las manos en su cintura y me mira fijamente.

  ―Muy seguro.

  ―Bien, entonces terminamos.

  Ella comienza a caminar hacia el salón, veo a las personas dispersarse y niego, yo queriendo evitar hacer un espectáculo y ella complicándome las cosas. Comienzo a caminar también hacia el salón, veo al profesor acercarse por lo que me apresuro, al ingresar lo primero que hago es ir en busca de mi mochila, obviamente no me quedaré sentado en el lugar que siempre ocupo junto a las chicas, sería muy incómodo. Por lo que al llegar tomo mi mochila, me despido de Annie y camino hacia las escaleras para bajar por esta y tomar asiento en las primeras filas, así estoy prácticamente cerca del profesor y puedo escucharlo mucho mejor.

  El nuevo tema es tan interesante y envolvente que al llegar la hora de culminación de la clase no quiero irme, veo a todos comenzar a salir del salón para ir a la siguiente clase. Yo decido ir hacia el profesor y pedirle el nombre de los autores en los cuales puedo conseguir este nuevo tema. El profesor amablemente me menciona uno cinco autores y después de haberlos anotado, me despido y me marcho a la siguiente clase. Nuevamente me siento retirado de las chicas, de hecho, ahora me sentaré en las primeras filas, así escucho mejor a los profesores. Está, al igual que la hora anterior se va súper rápido. Por lo que la hora del almuerzo llega prácticamente en un pestañeo.

  Al ingresar al comedor, hago la misma rutina de siempre; tomo la bandeja, retiro la comida y camino en busca de una mesa disponible. Veo que Aisha y Annie ya están en la mesa con Tom y Marcus, paso frente a ellos y Marcus es el único que me saluda, le regreso el saludo con un asentimiento y sigo caminando a la única mesa que he encontrado disponible, la que ocupa el chico de la habitación doscientos treinta. Me pregunto dónde estará.

El chico de la habitación 230Donde viven las historias. Descúbrelo ahora