-Edgar Scissorhards-
Pomme- Ce garçon est une ville
Este chico, serena capital de mis besos
Un modelo de ciudad
Ningún lugar, ninguno me había hecho sentir ese efecto
Ningún lugar más que éste chico.
_____________________________Domingo por la tarde, el clima se sentía tan cálido, la luz del sol alumbraba dando un toque algo rojizo, Mila caminaba por las calles de su nuevo vecindario, recientemente habían llegado su familia y ella no conocía a nadie más que a la vecina una bella señora rubia la cual no recordaba muy bien su nombre , pero de quién si se acordaba es de Edgar su hijo, un chico bastante peculiar pero que la había cautivado por completo.
El es alto con el cabello rizado, algunas cicatrices en su rostro que había alcanzado a ver pero lo que más había llamado su atención fueron las manos de él, mismas que eran de tijeras.
Los días pasaban y sus encuentros con aquel chico iban en aumento al principio ella se sonrojaba con tan solo verlo pero después cuando por fin decidió hablarle en el primer intento el chico salió prácticamente corriendo.
Sin embargo hoy, por fin estaba decidida a hablarle e intentar ser su amiga si es que lo lograba. Salió de su casa mirando a su alrededor, una gran sonrisa se formó en su rostro cuando lo vió cortando el arbusto de la casa de Edgar.
Su corazón había comenzado a latir con fuerza y parecía querer salir de su pecho, sus delgadas manos habían comenzado a sudar y trataba de limpiarlas con sus jeans. Cuando menos se dió cuenta ya estaba junto a él y las palabras salieron de su boca sin que ella se diera cuenta.
-¡Hola Edgar! Soy Mila.- Un pequeño grito había salido de los labios del chico cuando por accidente soltó una tijerazo y lastimó su rostro- Lo siento tanto no quería asustarte, solo venía a saludar, pero ven yo te curaré.-
Mila estaba actuando muy nerviosa, lo había tomado de su brazo y comenzó a llevarlo rumbo a su casa antes de que Edgar pudiera protestar.
-No, es necesario.- dijo Edgar en un tono bajo y titubeante.
-Siéntate aquí, ahora vuelvo.-
Pasaron unos cuantos segundos y la chica ya estaba de regreso junto con el botiquín de primeros auxilios.
La chica mojó con el alcohol un pequeño trozo de algodón y fue acercando su mano lentamente al rostro de Edgar.
-Te arderá un poco.- comenzó a limpiar la herida lentamente y con mucho cuidado hasta que escuchó la voz del joven.
-Ya estoy acostumbrado.- Ambos chocaron sus miradas por una pequeña fracción de segundos y con las mejillas sonrojadas por la cercanía Mila continuó con su trabajo hasta colocar una pequeña bandita sobre la herida.