A James le gustaba mucho tener a Renata en casa en cuanto se acostumbró a la idea de tener a la mujer cerca todo el día. Definitivamente, puso en uso el despertador que ella le había regalado, ya que no se atrevía a quedarse dormido y, para asegurarse de que no volviera a tener un flash con Renata, colocó un espejo en la parte posterior de la puerta para poder verse siempre antes de salir de su habitación. Funcionó y después de que la incomodidad se disipó entre los dos, estaban avanzando y las cosas estaban honestamente bien.
Pasar una hora o más en la hamaca del jardín se convirtió en una rutina nocturna. A Harry le encantaba ir de un lado a otro de la hamaca. James se dedicó a señalar algunas de las estrellas, al menos las que recordaba de su época en el colegio. Pero la parte favorita de Harry y James era aprender la versión italiana de "Twinkle, Twinkle Little Star". Renata la cantaba todas las noches mientras James mantenía la pierna fuera de la hamaca y las balanceaba de un lado a otro. De hecho, funcionaba para dormir a Harry casi todas las noches, ya que se quedaba dormido sobre cualquiera de ellos.
Brilla brilla una stellina
Su nel cielo piccolina.
Brilla brilla sopra noi,
Mi domando di chi sei.
Brilla brilla la stellina,
Ora tu sei più vicina
Por no hablar de que a James le parecía precioso cada vez que oía a Harry cantar "Brilla Brilla" para sí mismo mientras jugaba con sus juguetes. James no podía ignorar lo apegado que se había vuelto Harry a su niñera, ya que a menudo seguía a Renata por toda la casa o la acompañaba cuando salía a hacer algunos recados por su cuenta. Había confiado en ella para que sacara a Harry solo porque realmente no encontraba ninguna razón para no confiar en ella. A veces la acompañaba porque siempre sentía que se perdía la aventura cada vez que llegaban a casa y les contaba su día.
Renata había hecho las conexiones que necesitaba, poniéndose en contacto con Molly e incluso con Augusta Longbottom para organizar citas de juego para Harry. James sabía que Molly no tendría ningún problema, pero siempre se sorprendía cuando Augusta accedía a quedar, ya fuera en el parque o invitando a Renata y a Harry a la casa de los Longbottom. Supuso que después de la guerra, tras perder tanto, Augusta no querría tener nada que ver con nadie más que cuidar de su nieto y visitar a su hijo y a su nuera en el hospital.
Pero, al parecer, Renata era mucho más convincente de lo que él creía, porque una tarde volvió preguntando si estaba bien que los chicos hicieran una pequeña fiesta de pijamas en la casa de los Potter. Sólo estarían Harry, Ron y Neville y ella juró que James no tendría que hacer nada, que ella se encargaría de todo.
-No, quiero ayudar- le dijo James -de hecho quiero participar. Parece muy divertido. ¿Sabes lo que podría hacer?
De hecho, se sentía entusiasmado con su propuesta cuando Renata se encontraba ante él, lista para enviar las lechuzas a Molly y Augusta de que la fiesta de pijamas estaba preparada.