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Podía sentir como a medida que abría sus ojos el dolor de su espalda iba incrementando, sin mencionar de unas continuas y dolorosas punzadas que atormentaban su cabeza.
Era su dormitorio, estaba ciertamente habituado a el ya que no lo había cambiado desde que ingresó a la universidad. Repaso quejumbroso las ropas que llevaba puestas y las diferentes cosas que habían por las paredes. Pósters, estanterías con libros, algunas partituras con las que últimamente estaba practicando.
Yoongi disfrutaba mucho de el orden que había en su habitación en ese momento pero la incomodidad de estar tirado en el piso con una resaca inminente le arruinaba ese goce. Decidió levantarse, cosa que logró casi por milagro, y se dirigió a la pequeña cocina por un vaso de agua.
Había bebido mucho anoche eso era evidente, muy probablemente alguno de los chicos de su año había tenido la amabilidad de acercarlo a su dormitorio, al menos las pocas veces que ocurrió fue de esa forma. Sin embargo Yoongi no tenía un buen motivo para embriagarse de esa forma ¿O sí la tenía?
Realmente las ganas de pensar le eran nulas así que no quiso pensar tanto en ello. Atendió sus necesidades mañaneras y se lavó con ímpetu la cara para lograr estar más despierto. Sus pies se movieron casi instintivamente hacia la alacena donde se veía su bella y preciosa colección de ramen instantáneo. Yoongi sabía que no era precisamente lo más nutritivo o saludable del mundo pero para una mañana como esa iba como anillo al dedo. Tomo una, puso a hevir agua y luego se la hecho al ramen. Se sentó en su pequeña mesa sumamente alegré porque el olor artificial del saborizante le llenaba por completo. Separó los palillos y enrolló un poco de los fideos.
Esos delgados fideos estaban por tocar su boca cuando eso que hubiera deseado no recordar le golpeó vigorosamente la cabeza.
—Oh... ¡Mierda, mierda mierda!— Masculló Yoongi dejando caer los palillos en el recipiente sin haber podido probar el ramen.
Tan pronto como recordó lo que había visto al llegar a su habitación la tarde anterior se levantó desesperadamente de la mesa. Abrió, algo tembloroso pero decidido, su armario y sacó un bolso que arrojó con furia a su cama.
Mientras iba seleccionando las cosas que llevaría consigo todas sus dudas comenzaron a cerrarle. Es por eso que su habitación estaba tan hermosamente ordenada porque en realidad él la ordenó debido al estado lamentable y caótico en el que se encontraba el día previo.
Yoongi es una persona que constantemente refleja lo que ocurre en su mente en su habitación, es decir que aquellos pensamientos que van y vienen, enredandose con otros y generando pequeños estrabos solo le pueden pertenecer a una mente desordenada. Esto se traduce en una habitación desordenada. Pero Yoongi podría excusarse en que nunca habría dejado que su cuarto llegará a tal nivel que sus anotaciones y partituras estuvieran regadas por todo el suelo o que su ropa estuviera por todos lados menos en su armario o que en su escritorio no se pudiera apoyar ni un lápiz porque no había espacio.
