—Es realmente hermoso, Kanao, lo haces muy bien —Tanjiro dice mientras se sienta a su lado en el suelo de la habitación, luego de dejar el plato con dangos en la mesa cercana.
El arreglo frente a ella resalta por los colores diversos y vivos de los distintos tipos de flores en él. Ella le había hablado de que comenzó a hacerlos en sus cartas, y vio un par decorando la finca hace unos momentos.
—¿Eso crees? —Lo mira asentir en respuesta, y una sonrisa se forma en su rostro para continuar—: Comencé a practicar hace no mucho, la señora Kamiya hace arreglos muy impresionantes y cuando se lo dije se emocionó tanto que comenzó a invitarme a su casa a practicar —Una pequeña risa adorna sus palabras al recordar la actitud eufórica de su vecina, que provoca la de Tanjiro también.
—¿De verdad? Se ve increíble, las flores son muy lindas y huelen muy bien también ¿Cuáles son?
—Estos son crisantemos —explica mientras toma una de las flores de color magenta—, las comenzamos a plantar hace medio año aproximadamente, es sorprendente lo rápido que florecieron ¿No?
—Sí, ya veo.
La observa mientras con delicadeza coloca la planta junto con el resto del arreglo, luego se asegura de que haya quedado bien fija y que no pueda caer, antes de tomar otra para buscar un buen lugar donde repetir el proceso. Casi naturalmente, deja que su mirada se comience a mover, desde sus manos cuidadosas, tal vez con un poco de duda sobre sus movimientos, sube por sus brazos, donde se encuentra con el hermoso y detallado patrón floreado de su kimono, que hace juego con el obi alrededor de su torso. Sube un poco más, Kaburamaru envuelto alrededor de sus hombros observa con atención su trabajo. Su cuello blanco se asoma luego por el borde del kimono, contrasta fuertemente con el negro sedoso de su cabello, que se balancea suavemente con sus movimientos. Se detiene en su rostro, la concentración se nota claramente en sus cejas ligeramente juntas y sus labios presionados, y luego, al terminar de colocar exitosamente una flor, se suaviza y una pequeña sonrisa triunfal se forma, calentando su pecho con cariño.
Sus ojos fijos anteriormente en el arreglo se fijan en él, para luego voltear totalmente su rostro.
—¿Sucede algo?
—Ese kimono se ve muy bien en ti.
Por la naturalidad con la que las palabras se deslizan de sus labios, la primera reacción de Kanao es mantener su expresión curiosa, para solo segundos después terminar de comprender la oración. El calor repentino en su rostro vuelve sus mejillas rojizas, que oculta con rapidez bajando su mirada.
Su imagen tímida provoca ternura en su corazón. Hay un leve aroma a alivio en ella.
—Yo... Cuando lo compré, quería que te gustara... —Su voz avergonzada sale en un murmullo—. Estoy muy feliz —Una pequeña risa se le escapa al final de la oración.
Sus palabras lo emocionan. El imaginarla pensando en él de esa manera, el que deseara algo al punto en el que la alegría la llenara al verlo cumplido.
—Es precioso —dice, sonriéndole e inclinando un poco su cabeza para tratar de encontrar su mirada escondida.
No está seguro de desde cuándo sus visitas a la casa de las mariposas se habían vuelto más frecuentes. Al principio, solo iba por su chequeo, luego, comenzó a acompañar a Nezuko e Inosuke, y sin darse cuenta estaría yendo solo, con la invitación de Kanao previamente escrita en una carta "¿Quieres ir a la casa de té el sábado?", simplemente no podía rechazar una oferta así. Tampoco recuerda el momento exacto en el que comenzó a mirar durante unos segundos más su sonrisa, cuándo comenzó a notar con más atención pequeños hábitos suyos como tragar saliva al ver una comida que le gustaba, o morder ligeramente su dedo pulgar cuando se perdía en la lectura. Cuándo la emoción que llenaba sus palabras al hablar de temas que realmente le interesaban comenzó a hacer palpitar su corazón con más intensidad, porque aquella linda chica que se sentía de alguna manera vacía, casi inalcanzable, ahora era una mujer hermosa llena de emociones, amable y dedicada.