Tanjiro siempre ha sido persistente. Con su entrenamiento, con sus deberes y responsabilidades. Le gusta pensar en sí mismo como alguien que no se rinde fácil, lo motiva.
Cuando se trata de algo dirigido a alguien más, él busca hacerlo desinteresadamente. Las veces que insiste inquebrantablemente a ayudar a las personas a llevar pesados equipajes por largos caminos, cuando se ofrece a pagar por algo que le están dando sin costo. Lo hace porque le gusta, porque así fue educado y son valores que aprecia y mantiene orgulloso. No busca ningún tipo de recompensa por cosas así.
Aunque últimamente hay algo con lo que es diferente.
A Kanao le cuesta encontrar las palabras para expresarse.
Antes parecía no molestarse siquiera, pero últimamente las conversaciones que tienen son más duraderas, más fluídas y cómodas, a pesar de lo tardada de sus respuestas.
Ella siempre duda, desvía su mirada y abre y cierra su boca algunas veces siempre que trata de inicial la conversación. Cuando es él quien hace una pregunta, no le importa esperar los minutos que sean necesarios para poder oír su respuesta.
Le avergüenza saber que la paciencia por la que ella suele agradecerle no es desinteresada, que su persistencia, esta vez, sí busca algo a cambio.
Porque le encanta el sonar de su voz. Cada palabra que sale tímidamente de sus labios suena suave y baja, con un tono relajante que adora oír.
Porque realmente le gustan sus momentos de nerviosismo en los que presiona sus labios juntos mientras busca una respuesta en su mente. A veces, cuando sostiene su mirada en ella por algo de tiempo, también aparece un color rojo que adorna sus mejillas pálidas.
Porque disfruta más de lo que alguna vez se atravería a admitir del aroma fresco y floral que siente de ella.
En realidad, ni siquiera le importa si hablan. Estar junto a ella, observando cómo hace burbujas de jabón o las mariposas y ocasionales aves en silencio en el porche es suficiente para que él pueda estar horas allí, haciendo comentarios a veces sin respuesta, sintiendo su aroma y riendo cuando accidentalmente la atrapa mirándolo. Solo disfrutando del sol, del viento, de acompañarla.
Le gusta la sensación cálida en su pecho que le produce, el saber que él es quien la pone nerviosa.
Se siente algo egoísta, pero disfrutar de estar junto a ella es razón suficiente para que persista en ello.
