—No quiero sacar conclusiones apresuradas —Aoi se sentó en frente suyo con su caja de bento que lucía tan deliciosa como toda la comida que hacía—, pero ¿No crees que deberías hacerte, ya sabes —Hizo un ademán con la mano con la que sostenía sus palillos mientras desviaba la mirada en un intento de decirlo de una manera ligera—, una prueba de embarazo?
Un intento que definitivamente fracasó, porque tan pronto como sus palabras llegaron a sus oídos, Kanao detuvo el camino de su botella de ramune a su boca y la miró fijo. Cuando Aoi notó cómo su mandíbula perdía fuerza, dejando su boca abierta, y acompañada de una expresión de miedo puro, agregó rápido.
—¡Solo para estar segura!
Las palabras de Aoi le dieron en ese momento una respuesta. A sus nauseas, a la desesperada frecuencia con la que se sorprendía comprando dulces en máquinas expendedoras, a por qué su periodo llevaba casi dos semanas atrasado.
Resultaba tan factible, y eso revolvió su estómago.
Apenas terminó el turno de la tarde pasó por una farmacia a comprar la prueba por la que ahora espera en el sofá, abrazándose a sí misma.
La ansiedad que sintió durante el viaje desde su trabajo a su casa no fue nada comparada al revoltijo nervioso que siente en su estómago. Los mismos pensamientos de todo el día no dejan de dar vuelta por su mente.
¿Cómo? ¿Cómo podría ser posible? Siempre han sido cuidadosos, siempre se protegen. ¿Quizá falló? ¿Quizá es uno de esos poquísimos casos?
Los gritos emocionados de la presentadora de aquel raro programa de retos de las ocho de la tarde suenan tan agudos e insistentes. La pava eléctrica emite un pitido anunciando el agua hervida. El tic tac del reloj de pared suena a cada segundo.
¿Qué hará si hay dos líneas allí?
Está tan aturdida por su alrededor y su propia mente que siente que vomitará.
Y suena la alarma de su celular.
Por un momento el pequeño aparato que vibra sobre la mesa enana es tan amenazante como un arma, pero finalmente se inclina a desactivarlo.
—Pasaron los cinco minutos —La voz de Tanjiro es cautelosa.
Kanao levanta la vista para encontrarse con la de él, que tiene en sus manos dos tazas de té humeantes. Sus cejas se juntan ligeramente y las comisuras de su boca están algo tensas. Él también está nervioso.
Luego de que Tanjiro dejara las tazas en la mesa, ella se levanta.
El camino al baño se siente eterno, abrir la puerta cuesta tanto. Respira profundo antes asomarse al lavabo donde la dejó.
Siente un sollozo escapársele cuando la toma entre sus manos algo temblorosas para tenerla más cerca y comprobar que no fue un error por sus ojos parcialmente cubiertos con una capa de lágrimas.
—¿Qué es? —Oye desde detrás.
La deja en el lavabo una vez más y se voltea tomando un respiro profundo.
—Negativo.
No había oído su propia voz tan aliviada hace tiempo.
Logra ver cómo Tanjiro deja escapar aire que había estado reteniendo antes de comenzar a caminar en su dirección, cosa que ella imita.
—Ven. —Le dice él abriendo sus brazos para envolverla tan pronto como ella se recuesta en su pecho.
—Tengo que hacerme un análisis de sangre, podría haber algo mal con mis niveles hormonales —murmura.