Mon chéri

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—Ahh... —gimió Saki cuando sintió la lengua de Dabi deslizarse por su cuello, dejando un rastro ardiente de deseo en su piel—. Touya~ —El mencionado se detuvo al escuchar su nombre salir de los labios de Saki, su rostro se oscureció momentáneamente. De repente, su mano se cerró en torno al cuello de ella, apretando con una firmeza que bordeaba lo doloroso, mientras una pequeña llama surgía de su palma, provocando una quemadura que hizo que Saki exclamara de sorpresa.

—Gatita... —murmuró Dabi con voz grave y ronca, acercándose a la oreja de Saki, dejando que sus palabras acariciaran su oído con una peligrosa suavidad—. Sabes que no me gusta que me llamen por mi nombre —susurró, cada sílaba llena de una amenaza velada que hizo que la piel de Saki se erizara por completo—. Te mereces un castigo.

Con un movimiento rápido, Dabi dio vuelta a la chica, empujándola hacia la cama para que quedara en cuatro patas. Sus manos, ahora libres de cualquier delicadeza, le arrancaron la falda y la polera, dejándola solo en ropa interior. La frialdad de la habitación contrastaba con el calor de su piel, ahora expuesta. Dabi comenzó a besar sus glúteos, su boca dejando marcas sobre la piel sensible, antes de morderla con suficiente fuerza como para provocar un gemido ahogado en la chica.

—Ah~ Dabi... —Saki gimió, sus ojos cerrándose con fuerza mientras la mano del chico comenzaba a masajear lentamente su entrada, cada movimiento deliberado para maximizar la tortura placentera. Al escuchar su nombre en la voz quebrada de Saki, Dabi ralentizó aún más sus movimientos, deleitándose en la tortura que le infligía.

—Dabi~ —repitió ella, con un tono que mezclaba súplica y deseo. Dabi se inclinó hacia su entrada, observándola con una mirada cargada de lujuria y posesión, disfrutando del poder que tenía sobre ella en ese momento.


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Más tarde, en el departamento de Saki, la atmósfera era mucho más relajada, aunque no por eso menos tensa.

—Buenas tardes, Saki —dijo Dabi mientras entraba en el departamento de la chica, su tono casual pero con un subtexto peligroso—. Cuánto tiempo, ¿no? Desde que me engañaste para rescatar a ese mocoso explosivo.

—¿Sigues enojado por eso? —preguntó Saki, mientras sacaba dos bebidas del refrigerador. Su voz era despreocupada, pero los ojos de Dabi captaron una chispa de diversión en su mirada—. ¿Vamos al sillón a hablar?

Dabi asintió, siguiéndola hasta el lugar donde ella se sentó cómodamente. La tensión entre ambos era palpable, una mezcla de historia compartida y emociones no resueltas.

—Trabajas con un héroe... —comentó Dabi, con una sonrisa burlona que no alcanzó sus ojos—. ¿No deberías llamar a la policía como buena asistente?

—Eres un villano... —respondió Saki, con el mismo tono burlón—. ¿No deberías matarme por trabajar con uno?

El aire se cargó de electricidad mientras ambos se miraban fijamente, ninguno dispuesto a ceder terreno. Finalmente, Saki fue la primera en romper el contacto visual, estallando en una risa que rompió la tensión. Dabi la observó por un momento antes de soltar una pequeña risa él mismo, sus ojos suavizándose.

Después de unos segundos, Saki volvió a hablar—. Eres una de las personas más importantes de mi vida, y no lo digo solo porque fuiste mi ex-prometido.

—Nuestros padres son horribles... —comentó Dabi, recostando su cabeza en las piernas de Saki, buscando el consuelo que solo ella podía darle—. Por suerte ambos escapamos de nuestras casas.

Saki comenzó a desenredar suavemente el cabello de Dabi con sus dedos, ambos se sumieron en un silencio cómodo, uno que solo se puede compartir con alguien a quien se conoce desde siempre.

—Tengo la suerte de tenerte —murmuró Dabi, sin mirarla, pero la sinceridad en su voz era inconfundible. Ambos habían compartido su infancia, un vínculo que había sido forjado a través de la adversidad y el dolor, pero que también estaba lleno de una profunda comprensión mutua.

—Gracias por estar a mi lado —agregó, rodeando la cintura de Saki con sus brazos, escondiendo su rostro en su estómago, buscando refugio en ella.

—Oh, Dabi... —susurró Saki, tomando su rostro entre sus manos, obligándolo a mirarla—. Siempre voy a estar contigo, tal como tú siempre estuviste para mí.

Dabi la miró con una intensidad que solo ella conocía, una mezcla de frustración y algo más profundo, algo que no se permitía mostrar a nadie más. Su mano se deslizó hacia la cabeza de Saki, guiándola hacia su cuello, acercándola lo suficiente para que sintiera el calor de su piel, pero sin cruzar la línea.

—No mereces estar en este mundo podrido, Saki —susurró con una voz cargada de intensidad—. Nadie aquí puede apreciarte como deberías. No te merecen... Hawks no te merece.

Sus palabras, teñidas de un deseo de protegerla, tenían un tono posesivo, como si estuviera declarando que solo él la comprendía verdaderamente. La cercanía entre ambos se volvió aún más íntima, sus respiraciones casi en sincronía, pero manteniendo la distancia que ambos sabían que no debían cruzar.

—Pero yo... —continuó, su aliento rozando su oído—. Yo te protegeré de todo y de todos. Nadie más tendrá ese derecho.

Saki sintió el peso de sus palabras. Aunque sabía que el mundo de Dabi estaba lleno de oscuridad, en ese momento, la intensidad de su cercanía y la sinceridad en su voz la hicieron sentir una extraña seguridad. No respondió con palabras, porque en sus ojos estaba la respuesta que él buscaba: una promesa silenciosa de que, sin importar lo que sucediera, siempre estarían el uno para el otro.

ONE OF THE GIRLS |BNHA X OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora