engagé à jamais

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Era un día cálido en la UA, y el sol brillaba intensamente sobre los edificios y los campos donde los estudiantes disfrutaban de su recreo. Entre ellos, Saki, con su habitual sonrisa cálida, caminaba por los pasillos, siendo saludada por casi todos los que pasaban. Su amabilidad y belleza la habían convertido en una de las chicas más queridas de la escuela, y muchos estudiantes intentaban, a su manera, acercarse a ella.

En ese momento, un chico de la clase vecina, con el corazón acelerado, decidió confesarle sus sentimientos. Reuniendo todo el coraje que pudo, se acercó a Saki y comenzó a hablar, su voz temblando ligeramente. Pero antes de que pudiera terminar su confesión, una figura familiar apareció detrás de ella. Touya, con su mirada penetrante y la expresión fría que a menudo utilizaba para mantener a otros a raya, se acercó con pasos lentos y seguros. Sin decir una palabra, colocó su mano en la cintura de Saki, atrayéndola hacia él de manera posesiva.

—¿Necesitas algo? —preguntó Touya, su voz suave pero cargada de una amenaza velada, mientras sonreía fríamente al chico.

El chico, intimidado por la presencia de Touya y el evidente vínculo entre él y Saki, retrocedió nervioso, disculpándose torpemente antes de alejarse lo más rápido posible.

Saki, que había observado la escena, soltó una pequeña risa y miró a Touya con una mezcla de diversión y cariño.

—No tenías que asustarlo así —dijo ella, aunque no había reproche en su tono.

—No quiero que te molesten —respondió Touya, con una sonrisa apenas perceptible—. Ya sabes cómo son. Y, además... —Touya bajó la mirada hacia ella, sus ojos se suavizaron solo un poco—. No me gusta compartir.

—Lo sé, lo sé —Saki se puso de puntillas y le dio un beso suave en la mejilla—. Pero a veces exageras.

—Quizá —admitió Touya, su tono serio—. Pero no puedo evitarlo, Saki. Eres demasiado dulce para tu propio bien.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la tranquilidad que les proporcionaba el estar juntos. Decidieron alejarse un poco del bullicio de los otros estudiantes, buscando un rincón apartado donde pudieran hablar sin ser interrumpidos. Encontraron un lugar bajo la sombra de un gran árbol, donde el ruido del recreo parecía lejano. Se sentaron en el pasto, y Saki se acomodó junto a Touya, apoyando la cabeza en su hombro. Touya, a su vez, rodeó su cintura con un brazo, manteniéndola cerca.

—Sabes —comenzó Touya, rompiendo el silencio—. A veces pienso en lo ridícula que es nuestra situación.

Saki levantó la mirada, curiosa.

—¿A qué te refieres?

Touya soltó una risa amarga, pero su tono estaba teñido de resignación.

—Míranos. Tú y yo, comprometidos desde niños, no porque nos quisieran juntos, sino porque nuestros padres vieron una oportunidad para aumentar su poder. Mi padre solo piensa en ser el número uno, y tu madre... —Touya hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Tu madre solo quiere que seas la imagen perfecta de lo que ella nunca fue.

Saki asintió, entendiendo perfectamente lo que Touya quería decir. Ambos estaban atrapados en las expectativas de sus padres, obligados a seguir caminos que no habían elegido para sí mismos.

—Mi mamá... —empezó Saki, su voz suave y cargada de tristeza—. Ella siempre insiste en que sea perfecta, en que siga cada paso que ella planeó para mí. Quiere que sea una heroína famosa, pero... no es lo que quiero.

Touya la miró con atención, notando la tristeza en su expresión. Sabía que Saki siempre había sido la chica dulce y amable que todos admiraban, pero también sabía que detrás de esa fachada había una lucha constante por complacer a su madre.

—¿Y qué es lo que quieres? —preguntó Touya, suavizando su tono, mientras su mano continuaba acariciando la cintura de Saki en un gesto tranquilizador.

—No quiero ser una heroína —confesó Saki, su voz apenas un susurro—. Al menos, no como todos esperan. No quiero estar bajo los reflectores, no quiero cámaras siguiéndome a cada paso. Mi Quirk no es bueno para el combate directo, y lo sé. Me siento mucho más cómoda operando en las sombras, ayudando sin que me vean. Por eso he estado pensando en convertirme en vigilante, aunque sé que eso no es lo que mi madre querría para mí.

Touya sintió una mezcla de comprensión y preocupación. Sabía que ser un vigilante era peligroso y que Saki podría enfrentarse a más riesgos de los que él quería que asumiera. Pero también entendía lo mucho que ella odiaba estar en el centro de atención, algo que siempre había sido una fuente de ansiedad para ella.

—¿Y por qué sigues aquí, entonces? —preguntó Touya suavemente, sabiendo ya la respuesta.

—Por mi mamá —admitió Saki, dejando escapar un suspiro—. No quiero decepcionarla, aunque sé que al final tendré que tomar mi propio camino. Pero por ahora... —Saki hizo una pausa, apoyando más su cuerpo en el de Touya, buscando consuelo en su cercanía—. No sé qué hacer. A veces me siento atrapada.

Touya apretó un poco más su abrazo, bajando la cabeza para susurrar en su oído.

—Sabes que no tienes que hacer nada que no quieras —dijo, su voz baja y protectora—. Si decides seguir ese camino, te apoyaré. Pero quiero que sepas que estaré ahí para protegerte, sin importar lo que elijas. Nadie te obligará a nada mientras yo esté cerca.

Saki cerró los ojos, permitiéndose disfrutar del calor y la seguridad que Touya le ofrecía. Sabía que, a pesar de sus propias luchas y dolores, Touya siempre la había cuidado, protegiéndola de cualquier cosa que pudiera lastimarla.

—Gracias, Touya —murmuró, sintiéndose reconfortada—. Sabes que yo también estaré para ti, siempre.

Touya sonrió, esta vez una sonrisa genuina, aunque pequeña. Sentía una profunda conexión con Saki, más allá del compromiso impuesto por sus padres. Para él, Saki era la única persona que realmente lo entendía, la única que veía más allá de sus ansias de poder y lo aceptaba tal como era.

—Sabes que, a veces, pienso en lo irónico que es todo esto —dijo Touya, riendo suavemente—. Ambos atrapados en las expectativas de nuestros padres, ambos comprometidos para aumentar su poder. Y, sin embargo, aquí estamos, siendo sinceros solo el uno con el otro.

—Quizá es lo único bueno que salió de todo esto —respondió Saki, sonriendo mientras lo miraba—. Encontrarnos.

Touya la miró, sus ojos llenos de una intensidad que a veces asustaba a otros, pero que para Saki solo significaba lo mucho que él se preocupaba por ella.

—Tienes razón —dijo finalmente—. Aunque odio muchas cosas de nuestras vidas, no puedo odiar haberte encontrado.

Saki, conmovida por sus palabras, se inclinó hacia él, dejando que sus labios rozaran los de Touya en un beso suave y reconfortante. Touya respondió con una pasión contenida, pero protectora, sintiendo que en esos momentos con Saki, el peso de sus propias expectativas se aliviaba un poco.

El timbre sonó, señalando el final del recreo, pero ninguno de los dos se movió de inmediato. Permanecieron allí, abrazados bajo la sombra del árbol, disfrutando de la tranquilidad que solo podían encontrar el uno en el otro. Era un refugio temporal, pero en medio de sus vidas complicadas, era todo lo que necesitaban.

Finalmente, se levantaron y caminaron juntos de regreso al edificio de la UA, con Saki apoyada en Touya, y él con una mano protectora en su cintura. Sabían que las expectativas y las presiones seguirían allí, pero por ahora, tenían el consuelo de saber que no estaban solos en su lucha.

ONE OF THE GIRLS |BNHA X OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora