danger de mort

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La noche en la ciudad estaba tranquila, un soporífero contraste con la agitación interna de Saki mientras patrullaba. La brisa fresca acariciaba su rostro, y el murmullo distante del tráfico apenas interrumpía el silencio. Saki disfrutaba de estos momentos solitarios, que ofrecían un respiro de la rutina diaria, pero esta noche había algo diferente. Su encuentro con Mirio y Deku no era simplemente una coincidencia; había algo más en el aire.

Mirio, siempre con su sonrisa característica, la saludó desde la distancia. Se acercó a ella con una actitud amistosa, pero Saki notó un leve rubor en sus mejillas, como si su presencia le causara una mezcla de nervios y alegría.

—¡Saki! —exclamó Mirio, su voz llena de entusiasmo—. Qué bueno verte. ¿Te gustaría unirte a nuestra patrulla esta noche?

Saki, con una sonrisa amable, aceptó la invitación.

—¡Hola, Mirio! Claro, me encantaría. Siempre es bueno patrullar con amigos.

Deku, a su lado, asintió con una sonrisa amigable.

—Perfecto. Vamos a recorrer esta área. Tal vez podamos encontrar algo interesante.

Los tres comenzaron a patrullar, compartiendo historias y charlando sobre sus vidas y trabajos. Mirio, aunque intentaba mantener una conversación normal, no podía ocultar su nerviosismo. A Saki le resultó evidente que había algo especial en la forma en que Mirio la miraba, pero ella estaba más concentrada en disfrutar la compañía de ambos.

La noche parecía seguir su curso sin problemas, hasta que un pequeño y desesperado grito interrumpió la tranquilidad. En una esquina, una niña pequeña, con el cabello desordenado y los ojos llenos de lágrimas, corrió hacia ellos. Su rostro reflejaba un miedo palpable mientras se refugiaba en los brazos de Saki.

—¡Por favor, ayúdenme! —suplicó la niña, su voz temblorosa—. No quiero volver con ellos.

Saki, conmovida por la angustia de la niña, la rodeó con sus brazos con la intención de ofrecerle consuelo. Miró a Deku y Mirio, quienes también se acercaron, con expresiones de preocupación.

—No te preocupes, estás segura con nosotros —dijo Saki, tratando de tranquilizar a la niña mientras le acariciaba el cabello—. ¿Qué pasó? ¿Por qué no quieres ir con ellos?

Antes de que la niña pudiera responder, una figura apareció en la escena: un hombre con una máscara que cubría su rostro. Su presencia era imponente, y la forma en que se acercaba denotaba autoridad y una presencia inquietante.

—Gracias por encontrar a mi hija —dijo el hombre, su voz grave y autoritaria—. Ella es muy rebelde y siempre se escapa. Ahora, por favor, devuélvanmela.

Saki sintió un escalofrío recorrer su espalda. La forma en que el hombre hablaba no transmitía ni una pizca de preocupación paternal, sino más bien un tono de posesión y control. Miró a la niña, que temblaba aún más al ver al hombre.

—No creo que sea seguro para ella regresar contigo —dijo Saki, tratando de mantener la calma—. Ella claramente no quiere ir contigo.

Deku, con su instinto de héroe en alerta, se adelantó para interrogar al hombre.

—Necesitamos saber más sobre la situación antes de tomar una decisión. ¿Por qué está tan asustada? ¿Qué le has hecho?

Mirio, al ver que la tensión aumentaba, intentó suavizar el ambiente, aunque su expresión era de preocupación.

—Deku, cálmate. Vamos a tratar de averiguar más sin provocar una confrontación.

El hombre con la máscara observó a los tres héroes con desdén. Sus ojos, visibles a través de la máscara, eran fríos y calculadores. Sabía que los tres eran héroes en formación y no subestimaba su capacidad, pero también estaba seguro de que podía manejar la situación con firmeza.

—No tengo que justificarme. Solo quiero que me devuelvan a mi hija. Eri, ven aquí.

La niña, aún temblando, miró a Saki con una expresión de desesperación. Con lágrimas en los ojos, bajó de los brazos de Saki y caminó hacia el hombre, con una pesadumbre que era casi palpable. Cuando el hombre comenzó a quitarse los guantes, Saki sintió su corazón hundirse. Sabía que la situación estaba a punto de empeorar.

—¡No! —gritó Eri, su voz llena de pánico—. ¡No quiero volver!

Pero la niña, aunque resistía, finalmente se acercó al hombre. Saki la miró con tristeza, su corazón se rompía por verla irse. Mirio y Deku estaban igualmente angustiados, conscientes de que no podían intervenir sin causar un conflicto mayor.

—Lo siento, Eri —murmuró Saki, aunque sabía que la niña no podía oírla. La angustia en su corazón era abrumadora.

Deku, con la determinación de no rendirse, se volvió hacia Mirio y Saki.

—Vamos a volver por ella. No podemos permitir que se la lleve así. Esta situación no está bien.

Mirio asintió, su rostro reflejaba la misma preocupación.

—Sí, vamos a encontrar una forma de ayudarla. No podemos dejar que esto termine así.

Mientras el hombre con la máscara llevaba a Eri lejos, Saki, Deku y Mirio observaron con pesar. El encuentro con la niña había sido desgarrador, y aunque intentaban consolarse con la idea de que volverían por ella, el sentimiento de impotencia era profundo.

Saki, Mirio y Deku se alejaron de la escena, con el corazón pesado por la tristeza de no haber podido hacer más en ese momento

ONE OF THE GIRLS |BNHA X OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora