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Lim Do-hyeon


Sentado en el sillón de la sala esperaba a mi padre. Hoy regresaba de Corea.  Hace días fue llamado a una reunión en Seul. 

Era mi oportunidad de saber algo de Mickhail. Tras días, meses y años sin saber nada de él por fin tenía una esperanza, una llama de ilusión creció en mi interior en cuanto mi padre nos dió la noticia de su ausencia en los siguientes días. 

Sin perder tiempo escribí una carta para él, para decirle cuánto lo extrañaba, cuánto quería verlo y abrazarlo. Papá me prometió ir a buscarlo y entregar mi carta.  


Su respuesta llegaba con papá y por eso aquí estaba, esperando con tanta  ansia, él me traía noticias de Mickhail, noticias que revivirian un poco de mi. 


¿Cómo estará? Lo extraño demasiado. ¿Hyung me extrañara también? 

¿Por qué no sé nada de ti?

¿Cuántas noche llore hasta el cansancio? ¿Cuántas lágrimas dejé caer? ¿Cuántos ruegos le hice a mi padre? ¿Cuánto dolor hay dentro de mi? 

Hyung te estoy escribiendo,  llevo mucho tiempo escribiendo y no sé si solo me ignoras. Por eso le pedí a mi padre que entragara una carta personalmente.


Las manesillas del reloj avanzaban de forma lenta, demasiado lenta, cada tic tac del reloj me desesperaba cada vez más. Miraba mis dedos los cuales dolían por mi duro ensayo con el piano. 

Aunque por dentro estaba muerto por fuera debía aparentar que está bien y asistir a mis clases por la mañana y por las tardes prácticar piano y canto hasta el cansancio, quizá eso es lo que me ha tenido distraído un poco de mi melancolía.


Me llevo tiempo adaptarme a mi nueva vida en New York, Manhattan era mi lugar de recidencia, a unos cuantos kilómetros se podía observar  la iluminación de la torre Empire State.

Mi padre trabaja en ese lugar.

Desde  la azotea del edificio al lado Sur de la Isla se podía observar la estatua de la Libertad. A lo lejos al lado Este el puente Brooklyn y bajo el ese enorme río azul de agua salada que fluye sin barreras ni fronteras, solo fluye hasta encontrarse con el río Hudson juntos desembocan en el gran océano Atlántico  ¿Cuántas leguas hay de separación entre el continente americano y la union Europea? 





— Cariño es media noche, ve a dormir. — Mi madre traía a mi pequeña hermana Jiwoo en brazos y la pequeña tenía lagrimitas en sus ojitos.

— Esperaré a papá. — Sentí las feromonas de mamá abundar en el aire. — ¿Qué tiene Jiwoo?

— Ha estado inquieta todo el día, y mis feromonas no la calman, supongo que quiere las de su padre. La llevaré a mi habitación para calmarla un poco. Sube a dormir cariño. Mañana podrás ver a tu padre. — Sonrió subiendo las escaleras 


— En unos minutos mamá. — Me reacomode en el sillón están vez poniendo mis pies contra mi pecho.

Me quedé ahí quiza media hora más hasta que sentí mis párpados pesados y poco a poco empezaban a cerrarse, estaba por quedarme dormido cuando escuché la puerta de la casa ser abierta y el aroma de papá golpear mi nariz.

Mi padre entro con su maleta intentado no hacer ruido,  me levanté corriendo a sus brazos . 

— Papá . — Sonreí más para mí que para mí padre mientras lo abrazaba. 

Dejame Amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora