Lo último que esperaba Renata era que James y Harry regresaran tan pronto, pero al mismo tiempo, estaba tan aliviada de ver a los dos que sinceramente no le importaba nada más. Sin embargo, cuando Harry le entregó las flores, se quedó sin palabras por un momento mientras las sostenía, James parecía muy orgulloso de sí mismo por la idea y Harry parecía muy complacido de ser quien se las entregara a su niñera. Finalmente, cuando encontró de nuevo la voz, Renata le dio las gracias a Harry, depositando un pequeño beso en su mejilla que le hizo soltar una risita antes de poner las manos en la cara.
Pero, por supuesto, la sorpresa no acabó ahí, ya que James entró en la casa con unas bolsas y la promesa de preparar el desayuno a Renata. No hace falta decir que ella se encontró más que sorprendida con todo lo que se estaba desenvolviendo esa mañana. James parecía estar de un humor alegre como si nada de la noche anterior hubiera ocurrido. Aunque si uno se fijaba en él, no parecía que hubiera pasado nada, ya que su pelo estaba igual que antes. Tuvo que admitir para sí misma que había hecho un excelente trabajo al devolver las cosas a su orden natural, por muy desordenadas que estuvieran.
Y mientras ella pensaba que Remus se iba a quedar, él se excusó, con una sonrisa en la cara mientras se alejaba de los tres. Renata ni siquiera sabía del todo el motivo de su visita, si necesitaba algo o si sólo estaba comprobando si las cosas iban bien. Tal vez se iba rápido para asegurarse de no correr el riesgo de encontrarse con Sirius. Si sólo supiera que su antiguo amigo ya había estado allí, buscando consejo sobre las relaciones, apenas unos minutos antes de que todos llegaran.
Pero como todos parecían estar de buen humor, Renata tuvo que suponer que James no recordaba nada de su confesión de la noche anterior y por eso, estaba sumamente agradecida. Verlo entusiasmado con la idea de preparar el desayuno le hizo sonreír a ella misma y olvidó todo el drama anterior por el momento.
Harry se sentó en su regazo, fingiendo contar el número de flores que había en el ramo, pero definitivamente empezó a inventar números una vez que pasó de dos. No es que le importara en absoluto, pero la mayor parte de su atención se centraba en James mientras preparaba la comida. Estaba tarareando para sí mismo, cantando algunas letras de una canción que ella no conocía, haciendo un pequeño baile frente a la estufa.
Mientras tanto, ella estaba allí sentada, preguntándose si éste era el mismo hombre que había sufrido otra crisis nerviosa la noche anterior, cortándose el pelo creyendo que su difunta esposa le había odiado. Desde luego, no lo parecía, ya que parecía estar de muy buen humor. Una parte de ella quería alegrarse, la otra parte estaba ligeramente asustada.
En un momento dado, se dirigió a ella con la misma sonrisa de derecha que aún no había desaparecido -Esta mañana salí de mi habitación y vi que estabas en el suelo- dijo, haciendo que ella se pusiera roja -parecías muy incómoda. Espero que no te importe que te haya trasladado a tu habitación.
-No, en absoluto- dijo ella, mirando a Harry mientras sostenía una de las flores increíblemente cerca de su cara -Yo... sólo quería asegurarme de que se escucharía si por casualidad te despertabas durante la noche y necesitaba algo, eso es todo.