✩ ─── 「☪ Tercera Luna ☪」─── ✩

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Había una razón por la que Adrien vivía lejos de otra manada. De normal, todos vivían en manadas como lobos normales. Él había tenido una manada hasta hace seis años.

El hijo del jefe lo atacó en el bosque. Había sido más una reacción impulsiva y, legalmente hablando, había estado en su derecho, pero la manada lo vio diferente. No había ningún testigo que apoyara la versión de Adrien, así que el jefe decidió que él había matado a su hijo deliberadamente con el fin de ser el siguiente líder. Ellos decidieron ejecutarlo pero Adrien escapó la noche anterior a ello.

Corrió y corrió hasta que estuvo seguro que ya no lo encontrarían. Había sido deshonrrable huir pero Adrien no había querido morir por un crimen que no había cometido. Había sido en defensa propia.

Su experiencia con la manada había hecho que Adrien se alejara de los demás. No muchas manadas recibían a los extraños – y menos a los alfas. No le molestaba vivir solo. Al principio Adrien había extrañado la ocupada vida en una manada y a todos sus amigos y familia – quienes habían sido los únicos defendiéndolo. No les pidió que fueran con él, temiendo lo que podrían hacerles si los atrapaban. Ahora Adrien estaba bien con la soledad. Le gustaba así y no sentía ganas de encontrar una manada.

Pero ahora su vida en soledad parecía terminar, al menos por ahora.

**

Adrien aparcó el auto tras una clínica veterinaria. Salió y tomó la caja con los callados cachorros. Los revisó preocupado de que no estuvieran vivos. Pero lo estaban; débiles y apenas respirando... Pero vivos.

Entró rápidamente a la clínica y la chica tras la recepción lo miró curiosa.

—¿En qué puedo ayudarle?

—He encontrado estos cachorros en el bosque durante una caminata. Su madre parece haber sido asesinada por un animal salvaje. —Adrien explicó rápidamente y ella miró la caja.

Él estaba preocupado de que ella le dijera gentilmente que se fuera pero en lugar de eso su dura expresión se suavizó.

—¡Oh cielos! Son tan pequeñitos...

—Necesitan algo para comer. Podría...

—Sí, sí, por supuesto. La doctora los atenderá de inmediato. Vaya a la habitación número 2 y espere ahí. —Ella le dijo poniéndose de pie para ir con la veterinaria. Algunas de las personas esperando cerca resoplaron de enojo pero otras miraron con preocupación la caja.

Adrien los ignoró y cargó la caja a la habitación de examinación. La puso en la mesa y acarició sus frágiles cuerpos mientras esperaba por la veterinaria. Los cachorros se acurrucaron contra sus dedos con débiles quejidos y el corazón de Adrien se apretó dolorosamente. Los pequeños cachorros ansiaban afecto y sus padres deberían habérselo dado en lugar de Adrien.

La puerta de la habitación volvió a abrirse y una chica con bata de colores y muchos lobitos estampados en ella entró.

—¿Sabe cuándo fue la última vez que fueron alimentados? —preguntó sin siquiera mirar a Adrien ya que se acercó de inmediato a los cachorros. El Alfa se tensó cuando la mujer sujetó a un cachorro, pero se dijo a sí mismo que se calmara.

«Ella los va a ayudar. No le gruñas.»

—Esta mañana. Se alimentaron un poco de su madre... Ella ya estaba muerta, así que no sé si-

—Aproximadamente tienen dos días de nacidos. —La veterinaria interrumpió. —Es obvio que no han comido mucho desde que nacieron. Me sorprende que estén vivos.

Deep Forest (Adrinette) (OMEGAVERSE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora