Capítulo 8, parte 1. "Feliz cumpleaños, Jiminie"

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Llevaba horas en trance, sumido en la vista que me devolvía la ventana del tren que se dirigía rumbo a Seúl nuevamente, mis ojos perdidos en la forma en la que el sol parecía hacer su mayor esfuerzo por terminar de postrarse sobre el firmamento, diciéndome inconscientemente de esa forma que de verdad había sido capaz de dar media vuelta y huir como el cobarde que malditamente era.


Las lágrimas que derramé cuando estuve en ese callejón hace dos horas exactamente son precisamente las mismas que aún se encuentran bajando por mis mejillas, una de éstas aplastada contra el cristal mientras mis manos aprietan duramente el pequeño bolso que había traído conmigo, torturándome a mí mismo en mi cabeza mientras me preguntaba qué clase de idiota era por haber tomado aquella decisión justo en un momento tan decisivo.


No podía creer aún que hace tan sólo unas horas me había encontrado a tan sólo unos pasos de descubrir algo que posiblemente hubiese definido el rumbo de todo lo que hasta este momento conocía, tan a punto que, cuando vi la oportunidad brillando frente a mis ojos, me acobardé.


Temí que no fuese lo que esperaba, temí encontrarme con algo que pudiese más que yo, temí que no fuese lo suficiente y terminase decepcionado, y peor aún, temí que, lo que sea que hubiese tras esa gigante puerta de madera, pudiese arruinar la visión que tenía de él, de Jimin.


Y joder que me había preparado mentalmente para abalanzarme sobre aquella gran puerta que parecía burlarse de mí y mi indecisión para golpearla con todas mis fuerzas y sacar a Jimin de allí, pero cuando intentaba levantarme del suelo y dar un paso, finalmente terminaba retrocediendo tres, sintiendo que no estaba preparado aún para lo que sea que me esperaba allí si me hubiese atrevido a descubrirlo.


Fui cegado por el miedo, y sin importar si mi corazón se hacía añicos ante la preocupación latente en mi ser al pensar en lo que le estaría pasando a Jimin allí dentro, salí corriendo como alma que lleva el diablo de aquel asqueroso lugar, con la lluvia apenas avivando estrellándose cruelmente contra mi cuerpo, condenándome a la ignorancia absoluta, convenciéndome a mí mismo de que podía vivir con la verdad a medias que hasta ahora sabía y todos los interrogantes que día y noche me perturbaban y me pedían a gritos ser respondidos de alguna u otra manera.


Ni siquiera lo pensé ni un segundo cuando compré el ticket de vuelta a Seúl, y tan ansioso como el temblequeo en mi cuerpo lo demostraba, no titubeé cuando pasé el pequeño trozo de papel al hombre que se encargaba de revisarlos y finalmente emprendí mi camino a la que ahora era mi casa, sin mirar atrás siquiera porque sabía que, con tan sólo un atisbo de duda, la culpa y el dolor caerían sobre mí. Por ello decidí aferrarme al corto momento de valentía que había tenido y me fui, abandonándole.


Ahora, unas cuantas horas después y a punto de pisar Seúl, la valentía y decisión se habían esfumado, dejándome asustado y lleno de remordimiento, pensando en cómo había salido corriendo a la primera oportunidad después de tantos meses "preparándome" mentalmente para el momento en el que llegasen las respuestas, sintiéndome decepcionado de mí mismo porque me había demostrado con aquello que aún era sólo un niño estúpido que requiere de su madre para que solucione sus problemas, que no había sido capaz de alcanzar la madurez que se requiere para una situación como la que ignoré y que, finalmente, había decepcionado a Jimin incluso si éste nunca supo que había estado a punto de saberlo todo.


Dentro de mí todo se estaba destruyendo paulatinamente mientras en mi cabeza se reproducía la imagen de ese hombre jalando cruelmente a Jimin y la expresión de pánico y sorpresa que alcancé a ver en el rostro de éste antes de que la puerta me saludase de nuevo, sintiéndome incluso aún más mierda y asqueado de mí mismo al pensar en todo lo que podía estar pasando en este momento con él sin que pudiese hacer nada porque había decidido escapar de la responsabilidad como si no fuese mi asunto, como si no hubiese pasado días y noches enteras junto al chico que habían arrastrado hacia esa residencia, como si mi corazón no latiese preocupado por él, como si no me importase, como si él no se hubiese encargado de hacerme ver la vida de una forma distinta y hubiese cautivado mi ser por completo con tan sólo una sonrisa, una palabra, una mirada, como si no le hubiese prometido estar ahí para él de la misma manera en la que él lo ha estado siempre para mí.


Entre más nos acercábamos a nuestro destino, más consciente me hacía de lo malditamente estúpido que había sido, empezando a temblar mientras mis lágrimas se convertían en sollozos y el pecho se me desgarraba de la preocupación, teniendo en mi cabeza un sinfín de escenarios donde Jimin podría estar siendo dañado de una y mil formas, teniendo aún fresca en mi mente la viva imagen de esos hombres lascivos comiéndole con la mirada, mi cuerpo estremeciéndose de terror puro ante un escenario con un Jimin vulnerable como se encontraba en aquella calle y esos tipos intentando llegar a él para herirle.


¡Dios mío! ¿¡Qué había hecho!?


Llorando aún más fuerte que antes y con manos temblorosas, saqué el pequeño aparato que había comprado hace unas semanas para hacer y recibir llamadas, buscando el número de Jimin en mis contactos con el corazón en la boca y todo mi cuerpo rígido, la tensión apoderándose de mi ser y haciéndome difícil el respirar con normalidad.


Me sentía a punto de tener un ataque de pánico.


 -Contesta, contesta, contesta... -Repetí entre sollozos con el celular apretándome duramente la oreja, escuchando los irritantes pitidos una y otra vez y luego la voz de la operadora anunciando que el número se encontraba fuera de servicio por el momento, incrementando las alarmas en mi sistema, los nervios amenazando con comerme vivo.


 -¡Mierda! –Mascullé quizás demasiado fuerte, alertando a los pocos pasajeros que me acompañaban, quienes me miraron extrañados por varios segundos e inmediatamente volvieron a sus asuntos, dejándome hecho un manojo de nervios.


Las arcadas constantemente me trepaban la garganta y la única manera que encontré para calmarme fue jalarme los cabellos con fuerza, intentando controlar toda la impotencia que se propagaba como un virus por mi sangre, tratando duramente de sujetarme de un poco de cordura que aún quedase en mi ser para así no convulsionar de la frustración y volverme totalmente loco.


Necesitaba con urgencia saber que no había jodido las cosas del todo y que Jimin se encontraba malditamente sano y salvo.


El resto del viaje me la pasé inquieto, concentrándome en todo el camino de regreso en llamar una y otra vez a Jimin con desespero y temblar de pies a cabeza, mi cabeza yendo de allá para acá, sintiendo que a poco a poco el aire me faltaba y la sensación de asfixia me llenaba incluso si el tren se encontraba relativamente vacío y no había nada que pudiese perturbarme.


Claro que, con mis pensamientos torturándome era más que suficiente, no necesitaba algo más que me proporcionase más angustia.


Había derramado tantas lágrimas que ni siquiera era consciente ya de éstas, dejando que se hiciesen su camino a través de mis mejillas y se perdiesen en mi cuello, sintiendo que de alguna u otra manera me merecía vivir aquella agonía, porque yo mismo había decidido tomar ese camino, porque, sin importar cuánto tiempo tuve para meditarlo, sin importar cuántas veces lo consideré, aún así decidí tomar la decisión que en el momento me pareció la más acertada, por lo que, ahora me encontraba pagando el precio de haberme inclinado por aquella opción.


Fue una voz potente lo que me sacó de mi ensoñación, mi cuerpo sobresaltándose violentamente en mi asiento mientras escuchaba atentamente y con el corazón martillándome en el pecho cómo el hombre anunciaba que habíamos llegado exitosamente a Seúl, que nos deseaba un buen día entre otras cosas que ignoré porque, casi tan rápido como él terminó de dar su pequeño discurso, yo me abalancé a la salida, mis pulmones apretándose cuando la respiración se quedó atorada en mi garganta una vez la fría brisa de la mañana me golpeó el rostro, como si tratase de decirme que estaba de vuelta a la realidad, y que aquí debía soportar las consecuencias de mis decisiones.


Velozmente detuve un taxi y le indiqué al conductor la dirección de la residencia, intentado contactar a Jimin nuevamente mientras me mordía las uñas, siendo golpeado tiempo después por un pensamiento que por ningún motivo consideré antes porque estaba demasiado ocupado entrando en pánico como para siquiera detenerme a analizar la situación.


Diablos, ¿Qué se supone que le diría a Yoongi?


Incluso si lo que pensase me importase muy poco, aun así me sentía avergonzado porque de alguna u otra manera él había depositado la confianza en mí para que cuidase de Jimin, dejando en mis manos algo que con mucho gusto hubiese querido hacer él pero que, al ser yo supuestamente el más indicado, no pudo. Ahora me encontraba de vuelta más rápido de lo que debería y peor aún, había dejado a Jimin a la deriva, con un tipo desconocido, a considerables kilómetros de distancia y sin manera de poder comunicarnos porque él no contestaba.


La decepción hacia mí mismo abrió nuevamente un hueco en mi pecho, tragándome las lágrimas de impotencia y frustración porque, incluso si luché durante todos estos meses para hacerle ver a Yoongi que podía con la responsabilidad, que era consciente, maduro y que, además, podía cuidar de Jimin porque entendía su situación y anhelaba más que nada sostenerlo –Al contrario de todo lo que él decía-, al final había terminado metiendo la pata y confirmando sus expectativas sobre mí, demostrándole que seguía siendo un niñato y que eso no cambiaría sin importar el tiempo y las circunstancias.
Negué con la cabeza para despejar las nuevas lágrimas que se aventuraron a mis ojos y observé por la ventana del taxi durante todo el recorrido, mis ojos perdidos en una pequeña mancha de procedencia sospechosa mientras en mi mente se desataba una guerra sangrienta entre mis pensamientos, todos culpándome y acusándome, con mucha razón, de cobarde sin remedio.


Muy a mi pesar, el taxi se detuvo finalmente frente a la residencia unos minutos después, haciéndome pensar que el viaje había sido demasiado corto y que no había tenido tiempo siquiera para pensar en la excusa que le diría a Yoongi cuando notase que estaba de vuelta cuando se supone que no debía ser así, poniéndome nervioso y ansioso al instante.


Me bajé del auto con mucha lentitud y paciencia, tratando de alargar más el tiempo aunque sabía que nada ni nadie podría sacarme de aquella situación, pensando tontamente que unos segundos más me darían la valentía que necesitaba cuando bien sabía que no sería de esa manera. Debía enfrentarme a lo que viniese.


Con un suspiro casi estrangulado le pagué al hombre del taxi y me incliné levemente en una reverencia, recibiendo un asentimiento de su cabeza y luego viéndole marcharse, dejándome de espaldas a la puerta de la residencia, la ansiedad haciéndose cada vez más insoportable, desarrollándose lenta y angustiosamente en la boca de mi estómago, amenazando con derrumbarme.


Tras unas cuantas respiraciones profundas y un par de palabras de aliento que no sirvieron de mucho, decidí girarme, mi garganta tratando de tragar el nudo cuando mis ojos recorrieron la solitaria entrada y mi mente me dijo que ya era hora, que debía entrar.


Saludé cordialmente al guardia y el hombre de la recepción, mis ojos temerosos paseándose por todo el recinto, expulsando todo el aire que retuve en mis pulmones cuando noté que no había nadie rondando ese piso, suponiendo al instante que tal vez aún se encontraban en la hora del desayuno o muchos ya se habían ido a las prácticas del día.


¡Un momento!


 Con una mano en mi frente, negué repetidas veces con la cabeza, sin poder creer hasta qué punto llegó mi despiste. Había estado tan distraído y estresado que ni siquiera había notado que aquel también era mi día libre, uno de los pocos que coincidía con el de Jimin.


Ya en el ascensor y recostado contra la pared de éste, llevé mi cabeza hacia atrás, mi cuerpo estremeciéndose ante el contacto directo de mi cuerpo contra el material del ascensor, mis ojos cerrándose fuertemente mientras suspiros temblorosos salían de mis labios, mis pensamientos agotándome emocionalmente mientras la punzada de culpa volvió a clavarse en mi pecho cuando el rostro sonriente de Jimin apareció en mi campo de visión, mis ojos abriéndose de golpe y el aire faltándome, lágrimas comenzando a hacerse un camino a través de mis mejillas nuevamente, el remordimiento carcomiéndome vivo.


Dios, Jimin, tienes que estar bien, sino no me lo perdonaré nunca.
A diferencia de lo corto que se me hizo el camino de vuelta a la residencia, el tiempo que me tomó llegar al tercer piso se me hizo terriblemente eterno, sintiendo que estaba a punto de asfixiarme en aquellas cuatro paredes escuchando mi propia respiración acelerada y solo con mis pensamientos.


Cuando el ascensor emitió un apenas perceptible sonido, todo mi cuerpo se sobresaltó, dirigiéndome por inercia y con ojos aturdidos a la salida, sin siquiera notar a los chicos que pasaron a mi lado y me saludaron, demasiado sumido en mis pensamientos como para siquiera ser consciente de lo que pasaba a mi alrededor.


Al llegar a la puerta que me daría el paso a la cafetería, mi cuerpo entero se paralizó, el sudor bañándome penosamente mientras sufría sacudidas de terror en todo mi sistema, la sensación de asfixia cada vez más potente.


Sabiendo que debía calmarme antes de entrar allí porque si alguien me viese en este estado inmediatamente se preocuparía y preguntaría, intenté tomar respiraciones profundas mientras cerraba mis ojos, apretando los puños a cada lado de mi cuerpo para controlar los temblores y así mismo calmar la impotencia que ardiente se propagaba por todo mi ser.


Una vez más estable y capaz de fingir una sonrisa por si alguien notaba mi comportamiento extraño, me aventuré a la cafetería, mis ojos siempre apuntando al suelo mientras escuchaba el insistente sonido de chicos riendo como locos y teniendo conversaciones para nada importantes que iban desde lo delicioso que había estado el desayuno a lo aburridos que se sentían al haber tenido clases de etiqueta el día anterior.


Decidido a ignorar todo aquello que amenazase con distraerme en ese preciso momento, me abrí paso entre las pocas personas, mis pies guiándome casi como si tuviesen decisión propia, y al parecer era así, ya que mi cerebro se encontraba demasiado saturado con mis pensamientos tormentosos como para siquiera ser capaz de enviar ordenes a mi cuerpo.


A punto de llegar a mi objetivo, el cual era el pasillo que me llevaría a mi habitación –donde pretendía esconderme como un cobarde por el resto del día hasta que tuviese la valentía suficiente para hacerle frente a los problemas –, fui detenido por un par de voces alegres y cálidas que a mis espaldas anunciaban mi nombre, mi cuerpo deteniéndose casi al instante mientras en mi cabeza maldecía una y otra vez, el pánico albergándome al instante.


Suspiré resignado y formé una sonrisa casi convincente en mis labios a medida que iba girándome, encontrándome con las dos figuras de SeokJin Hyung y Namjoon Hyung, ambos con bolsas en sus manos y unas sonrisas radiantes plasmadas en sus labios. Al parecer venían de algún lado a juzgar por la ropa que llevaban y las bolsas que sujetaban.


-¿Vienes de algún lado, Jungkookie? –Cuestionó Jin Hyung antes de que pudiese siquiera saludarlos como se debía, mi sonrisa flaqueando por cortos segundos antes de que la volviese a poner en mi cara, mis ojos vagando asustados por todo el espacio en busca de un chico pálido con cara de pocos amigos y dispuesto a darme una buena hostia apenas me vea.
-Oh, sí, yo... -Me rasqué la nuca con una risa nerviosa saliendo de mis labios, las excusas muriendo en mi garganta antes de articular siquiera cualquier palabra –Yo... ¡Estaba dando un par de tutorías por ahí! ¡Sí, eso...! –Me exalté, provocando que ambos chicos frente a mí frunciesen el ceño mientras se miraban, pareciendo confundidos –Eh, quiero decir... sí, eso. Aproveché el día libre para ganar algo de dinero, ya saben, Hyungs –Comenté nervioso, la tentación de morderme las uñas picándome, haciendo que apretase los labios en una fina línea, tratando de contenerme.


-Oh, claro, Kookie, entendemos –Sonrió en grande Namjoon Hyung, pasando por alto mi extraño comportamiento, siendo secundado por SeokJin Hyung.


Suspiré aliviado en mi interior.


-¿Y ya has comido? –Preguntó Jin Hyung, sus cejas enarcándose, obviamente curioso ya que, si acabo de llegar de dar unas "tutorías" a una hora tan temprana en la mañana, eso significa que salí aún más temprano, lo que inmediatamente permite suponer que no he comido, lo que es jodidamente cierto. Ni siquiera me había dado cuenta del hambre que tenía hasta que el estómago me ronroneó, pidiendo un poco de cualquier cosa.


-En realidad no, salí muy temprano –Prácticamente a media noche, quise decir pero me contuve, mi lengua siendo ligeramente mordida por mis dientes para evitar soltar tonterías.


Ambos chicos compartieron miradas cómplices, miraron las bolsas en sus manos y luego me halaron de los brazos con grandes sonrisas en sus caras, cada uno sujetándome mientras farfullaban un sinfín de cosas que no comprendí porque me encontraba sorprendido y aún confundido, sin entender qué significaba aquello hasta que fui llevado a la habitación de los mayores –Y la de Jimin –Y finalmente entendí a qué se debía aquella especie de secuestro a mi persona.


-Namjoon y yo decidimos aprovechar que teníamos el día libre y fuimos a comprar comida afuera porque pensamos que sería bueno comer algo diferente a la comida casi sin sabor y enlatada de aquí, y además, sirve como modo de salir de la rutina por un día y comer algo diferente–Comentó con una sonrisa mientras miraba a Namjoon y éste asentía en aprobación, ambos viéndose tan cálidos y hogareños entre sí que por un momento una sensación anhelante creció en mi pecho y la añoranza me golpeó junto con la imagen del chico que ocupaba la cama frente a mí, la culpa atacándome de nuevo.


-En fin, a lo que quiero llegar es que ambos compramos una cantidad considerable de comida porque de alguna u otra manera sentimos que íbamos a compartirla contigo y con Minie, aunque me sorprende no verte con él justo ahora ¿sabes? Cuando no lo vimos en su cama anoche pensamos que quizás había vuelto a dormir contigo y que hoy estarían juntos. ¿Dónde está él ahora, Kookie? –Preguntó Jin Hyung con el ceño fruncido, sus ojos intrigados vagando de Namjoon Hyung a mí, cuestionándome con esa mirada fija que casi podía mirar dentro de mí y comprender lo que sentía.


Tragué saliva y me obligué a sonreír forzadamente, el nudo incrementando en mi garganta mientras hacía un esfuerzo gigante por no flaquear ante la angustia que se incrustó en mi pecho, la preocupación volviendo a mí en olas violentas. Apreté mis puños para controlar los temblores.


-Oh, sí... él... -Miré a los lados con despreocupación fingida, como quien examina su alrededor sin mayor importancia, las palabras saliéndome demasiado titubeantes para mi gusto –Él fue a mi cuarto anoche, sí... -Musité con más claridad, mis ojos perdidos en la pared detrás de ambos chicos frente a mí, sonando más como si intentase convencerme a mí mismo de lo que le decía a ellos –Y esta mañana ambos salimos juntos y cada uno se fue por su camino luego de un tiempo. Creo que él iba a trabajar en la cafetería donde suelen llamarlo cuando necesitan personal, ya saben –Me rasqué la nuca mientras me encogía de hombros, tratando de parecer indiferente y relajado.


Cuando finalmente me digné a mirar al frente me encontré con dos reacciones diferentes. Namjoon Hyung asentía a mis palabras con una sonrisa leve, creyéndose cada palabra que había salido de mis labios, mientras que, por otro lado, Jin Hyung me miraba fijamente, su expresión impasible y sus ojos curiosos diciéndome que no se tragaba mi cuento, pero que sin embargo, guardaría discreción y no preguntaría... de momento.


Estaba seguro que luego encontraría una manera sutil de sacarme la verdad.


Apenado por su escrutinio, no dudé ni por un segundo en ayudar a mi Hyung moreno cuando me pidió que sacara la sopa de las bolsas, mis ojos clavados en mis propias manos mientras sacaba los recipientes, mis movimientos siendo seguidos de cerca por un par de ojos que conocía bastante bien hasta que finalmente fue distraído por Namjoon Hyung, olvidándose de mí por un momento para asegurarse de echarle la salsa de soja al arroz.


Una vez servida la comida y guardada la que sería para Jimin cuando llegase, –lo que irremediablemente me recordaba lo malditamente preocupado que estaba por él y la angustiante situación en la que lo dejé –, nos dispusimos a comer, degustando totalmente en silencio la deliciosa comida que no nos habíamos dado el lujo de comer durante tantos meses por estar prácticamente sumidos en las prácticas y ensayos. Se sentía como probar un manjar de dioses.


-¿Te gusta, Kookie? –Preguntó Jin Hyung con una sonrisa cariñosa mientras el chico moreno a su lado parecía engullir animoso toda la comida, demasiado concentrado como para captar lo que sucedía a su alrededor. Yo, a duras penas tragando y con los labios llenos de salsa de soja, asentí efusivo, seguramente con las mejillas untadas de comida.


Jin Hyung rió de esa particular forma que me causa risa mientras me señalaba, diciendo entre carcajadas que me veía extremadamente tierno con el rostro untado y que si tuviese un celular de alta gama o una cámara posiblemente me hubiese tomado una foto, avergonzándome al instante y provocando que, en un intento por limpiarme, manchase la manga de mi camiseta, causando no sólo la risa de Jin Hyung sino también la de Namjoon Hyung, quien de repente estaba al tanto de lo que pasaba y me miraba divertido.


Ya superado el momento bochornoso, finalmente los tres nos sumimos en una conversación de esas en las que hablábamos de todo y nada. Ellos me preguntaron qué tal iban las cosas en el instituto y me felicitaron por la presentación de hace unos días –Lo que me trajo recuerdos tanto agradables como amargos –, alegando que mi presentación (Junto con la de Jimin) había sido una de las mejores, recordándome vagamente a mis padres cuando solían decir que era el niño más lindo que habían visto, más hermoso y dulce que los demás. Jodida nostalgia.


Namjoon Hyung comentó que al parecer los directivos estaban interesados en su fantástica forma de rapear, ya que le habían llamado de manera individual para que interpretase una canción, y cuando éste cantó una de sus composiciones, los hombres allí presentes enloquecieron e inmediatamente prometieron que estarían al tanto de su desempeño, lo que en términos más entendibles significaba que se había ganado la aprobación de los directivos y lo tendrían en cuenta.


Por otro lado, Jin Hyung mencionó con una sonrisa orgullosa e incluso un leve sonrojo en sus mejillas que había recibido varias felicitaciones en diferentes clases además de la de canto –en la cual siempre destacaba-. Al parecer, incluso Chung-hee le había llamado especialmente a él para señalarle su buen desempeño y las mejorías que se habían evidenciado en su baile a diferencia de los primeros meses.


Oír que a unas de mis personas favoritas les estaba yendo tan bien irremediablemente me hacía sentir tan emocionado y orgulloso como ellos mismos se sentían, con una sensación de inmensa emoción por sus logros creciendo en mi pecho que jamás había experimentado en mi vida hasta que llegué allí y conocí a Jimin y éste me enseñó a sensibilizarme y solidarizarme con las demás personas, a ver que no sólo yo importaba en este mundo y que preocuparme por alguien más no sólo me hacía más humano, sino le daba más sentido a mi vida.


Con aquella amena charla y los minutos que se fueron convirtiendo en horas, casi conseguí olvidarme de la culpa que carcomía mi pecho y el terror que me producía pensar en enfrentarme a Yoongi si llegaba a verme. Por eso digo casi, porque fue cuando estaba terminando mi pasta cuando Jin Hyung suelta una pregunta que no me hacía gracia contestar.


-Eh, Kookie... no quiero ser un entrometido ni nada parecido, si no quieres responder o el tema simplemente no es de tu agrado podemos hacer como si no hubiese preguntado ¿sabes? –Empezó divagando Jin Hyung con mirada oscilando entre la amabilidad y los nervios ante mi reacción, su comportamiento siendo tan evidente que incluso para alguien tan poco intuitivo como yo fue fácil descubrir qué sería lo que diría a continuación. O tal vez en serio había aprendido cierta perspicacia de Jimin.


-La cosa es que... ¿Ha habido alguna discordia entre tú y Minie? –Preguntó Jin Hyung luego de unos segundos con tono cauteloso, sus ojos evaluando mi reacción mientras mis pensamientos se desconectaban de la realidad en la que estaba para volver a días anteriores, cuando volvimos de otro día más de arduo trabajo, luego de las presentaciones.


A mi mente volaron las imágenes de ese instante, cuando bajamos del autobus, de la forma en la que Jimin me miró con impasibilidad, muerto por decirme una y mil cosas a juzgar por lo que sus ojos me gritaban, creando en mí una sensación tan angustiante al verme imposibilitado de derribar la barrera que por alguna razón quiso implantar entre nosotros.


Recordaba el vago asentimiento de cabeza hacia mi persona, cada movimiento ejecutado por su cuerpo siendo como una simple tortura, sentimiento que todo el tiempo sus ojos se encargaron de expresarme, viéndose tan ido, vulnerable y dolido por algo que fue incluso doloroso verle moverse tan sin vida, como si incluso la simple acción de estar de pie significase un gran sacrificio para él. Y quizás, así era.


También recordaba, por supuesto, cómo con sus hermosos orbes me había dicho que había hecho algo que lo había lastimado tanto pero tanto, que el simple hecho de compartir la cama conmigo o estar cerca de mí le hería. Y eso fui capaz de comprobarlo cuando las horas siguieron pasando y él nunca llegó, su ausencia siendo acompañada de un gran vacío en mi corazón y en mi cama, el espacio vacío a mi lado intacto e incluso irradiando aún la calidez de Jimin, como diciéndome que ese lugar, justo allí, le pertenecía a él y nadie más que él, y que debía pagar con la asfixiante sensación de anhelo y añoranza por haberme atrevido a dañarle.


Porque, incluso si no sabía ni sé qué hice exactamente, sabía que había metido la pata hasta el fondo. Jimin no solía ser susceptible con respecto a mí, y cada cosa que le molestase de mi actitud o bien me la decía, o se lo guardaba y se las ingeniaba para que de alguna u otra manera terminase descubriéndolo por mi cuenta.


Pero esa vez no sólo parecía enojado, sino decepcionado y evidentemente dolido, como una persona que se ha empeñado por años en construir minuciosamente un algo, y de repente, de la noche a la mañana, siente que todos sus esfuerzos, toda su perseverancia y horas perdidas trabajando en ello habían sido en vano, porque al final no fue lo que esperaba o lo que pensó que resultaría después de tanta dedicación. Así de crudo fue el sentimiento que me transmitió, y de esa misma forma fui capaz de interpretarlo.


Le había hecho creer que no me había bastado con todo lo que me había entregado, que no había sido suficiente, que no lo valoraba.


Había sido un imbécil.


-¿Jungkookie? ¡Dios, lo siento, no era mi intención entrometerme en un asunto que no me incumbe! Oye, Jungkookie... -La voz nerviosa de Jin Hyung se fue haciendo cada vez más clara, su preocupación aún siendo captada por mi audición incluso si me encontraba sumergido en los recuerdos de días anteriores, mis ojos perdidos que se habían encontrado mirando fijamente la pared parpadeando múltiples veces, tratando de volver a la realidad.


-¿Qué? –Pregunté aturdido luego de reaccionar finalmente, mis ojos cayendo nuevamente sobre las dos figuras que curiosas me miraban, uno más alarmado y alerta que el otro, a la espera de una reacción que seguramente no llegaría porque me sentía demasiado afectado debido a todos los recuerdos que no había sido capaz de parar incluso si lo intenté con tanto ahínco.


-Jungkookie, en serio perdóname, no quise ser imprudente, es que no pude evitar preguntarlo, estaba demasiado curioso por el hecho de que Jimin hubiese vuelto de la nada a dormir en su cama luego de tantos meses y, además, me sentía preocupado. Su estado de ánimo ha ido decayendo desde que dejó de ir a tu cuarto y simplemente, necesitaba saberlo... no pensé que... -Jin Hyung divagaba y divagaba cada vez más alarmado y alterado, enredándose cada tanto y otras veces balbuceando para sí mismo, apenas haciéndose entender.


Yo, por mi parte, tan sólo le miraba mover los labios una y otra vez sin comprender lo que salía de ellos, mi cabeza trabajando arduamente hasta que finalmente rememoré minutos antes, cuando Jin Hyung lanzó la pregunta y yo simplemente me fui de la realidad. A ello se debía su exaltación, al parecer.


-¿Qué? Oh, Jin Hyung... no estoy enojado, irritado, frustrado o incómodo, si es lo que crees... -intenté hacerle ver con un tono de voz que pretendía ser amable aunque estuviese a punto de derrumbarme debido a la asfixiante sensación que los recuerdos me habían dejado –Está bien que preguntes ¿vale?, yo sólo... pensaba un poco –Me rasqué la nuca -acción que al parecer había optado por hacer mucho aquel día-, intentando parecer despreocupado aunque casi podía identificar la duda en la mirada de ambos chicos mayores frente a mí.


-¿Estás seguro? –Preguntó Namjoon Hyung esta vez, sus ojos cautelosos pero tranquilos diciéndome que, sin importar si decía o no la verdad, él no me presionaría para decir nada si no lo quería de esa forma, lo que irremediablemente me hizo exhalar un suspiro que tenía retenido en mi garganta. A diferencia de Jin Hyung, Namjoon Hyung se caracteriza por conservar la calma y la compostura aún en situaciones de extrema desesperación o incomodidad. Era algo impresionante y casi deseaba adoptar ese don en mi día a día a juzgar por las mil y un cosas que sucedían en mi vida ahora.


-Totalmente, en serio. Y, respondiendo a tu pregunta... sí, ambos tuvimos una pequeña discusión... –Mis labios formaron una fina línea una vez las palabras abandonaron mi boca, sintiendo que la palabra "discusión" no era adecuada. Nosotros ni siquiera habíamos discutido, y en el peor de los casos, hubiese preferido que nos hubiésemos reprochado el uno al otro o gritado un par de cosas en lugar de aquellas miradas desoladas y decepcionadas que Jimin me dedicó.


-Y decidimos que para no llegar a dañarnos el uno al otro con palabras hirientes o miradas mordaces, debíamos distanciarnos un par de días para pensar en los hechos, reflexionar sobre lo sucedido y finalmente hablar sobre la situación. Es por ello que hemos estado tan separados y también es el por qué de que él esté durmiendo estos días aquí –Comenté con naturalidad, mis ojos desviándose a mis botas Timberland –las que curiosamente ellos me habían regalado y que no me quitaba ni para dormir –, tratando de que la mentira no fuese evidente en mi mirada.


Aquella versión de los hecho era sin duda mucho más agradable de lo que en realidad había sucedido.


-Oh, entiendo, cariño... -Susurró Jin Hyung con comprensión, su ceño fruncido demostrándome que se encontraba analizando la situación, sintiéndome menos alarmado cuando con mis palabras pareció atar cabos y su expresión se relajó, entendiendo la situación y brindándome su apoyo silenciosamente.


-Lo sentimos mucho, Jungkookie... -Namjoon Hyung pareció apenado mientras me decía aquello, utilizando el apodo cariñoso con el que pocas veces se refería a mí, haciéndome sentir sorpresivamente bien –Pero, ten por seguridad que en menos de nada ambos volverán a ser como uña y mugre. La forma en la que decidieron llevar las cosas habla muy bien de la madurez de ambos y hasta donde sé, los dos son bastante sensatos, así que, no te preocupes, ya verás que todo saldrá bien. Jimin no suele enojarse mucho tampoco, sus enfados son momentáneos –Se encogió de hombros con esa sonrisa gigantesca que revelaba sus atractivos hoyuelos, tratando de animarme con sus palabras y casi consiguiendo convencerme de que todo saldría de aquella manera si no hubiese sido porque mi cabeza se encargó de recordarme que no me ilusionara.


Lo que ellos no entendían y que yo no pretendía contarles debido a la confidencialidad del asunto, era que no habíamos discutido en sí ni que Jimin no se había enojado. En realidad, lo nuestro había sido una especie de pelea gritada en miradas penetrantes, y más allá de la sensación amarga que queda luego de una gran discusión, lo único que sentimos –porque estoy seguro que él también lo sintió –fue el gran vacío que deja un distanciamiento silencioso, donde dices todo y nada con tus ojos y donde una simple palabra, acción o actitud, hieren más que mil insultos o golpes.


-Muchas gracias, Namjoon Hyung –Sin embargo, no debía simplemente ser un desagradecido, ya que, sin importar si sus palabras tuvieron el efecto que pretendían o no, aun así, él se había encargado de decirme palabras totalmente sinceras y sabias para que me tranquilizase, y eso valía más que cualquier otra cosa.


Namjoon Hyung, un poco menos afectuoso que Jin Hyung y chicos como Taehyung, Hoseok e incluso el mismo Jimin, simplemente me apretó un hombro en señal de apoyo y revolvió mi cabello con cariño, sus ojos diciéndome todo sin necesidad de melosidad excesiva.


-Y gracias a ti también, Jin Hyung –Asentí entre reverencia y agradecimiento, siendo detenido en medio camino de mi inclinación cuando unos brazos reconfortantes que había aprendido a reconocer me rodearon fervorosamente, provocando que, como en cada oportunidad, el cariño y amor fraternal de ese gesto me alimentasen de paz y calma, haciéndome sentir tan seguro y protegido como lo estaría en brazos de mis padres o de mi hermano mayor. Era malditamente satisfactorio.

Aprendiendo a Amarte -Kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora