Aprendiendo a Amarte -Kookmin.

Capítulo 4: "Creando recuerdos".

Jungkook





Todo había pasado tan rápido que ni siquiera supe en qué momento me subí en un tren junto a Park Jimin, ambos con destino a Busan por el descanso del fin de semana que nos habían permitido, y peor aún, rumbo a mi casa.




No recordaba muy bien cómo fue que terminamos de esa manera, sólo podía acordarme del momento exacto en que Chung-hee anunció nuestros días libres hace una semana, y en medio de los gritos de jubilo y alegría, Park Jimin permaneció callado e incluso abatido por la noticia. Su reacción me pareció bastante extraña, y como me había convertido casi en un radar de protección alrededor de él, había sabido notar que las cosas no iban bien.





Fue en la noche de ese día cuando me lo encontré cenando solo en el comedor y con la cabeza gacha que decidí tomar cartas en el asunto. Me senté frente a él, retiré su plato de comida, y tomando el valor que nunca poseo cuando estoy cerca de Park Jimin, le encaré. Mis preguntas salieron arrebatas y con tono preocupada, pero por suerte Jimin siempre podía entenderme sin siquiera tener que preguntarme, y esa no fue la excepción; él comprendió a la perfección cuál era mi punto.

Después de ello simplemente comentó que no tenía un lugar a donde ir en los días de descanso y por ello se quedaría solo hasta que todos volviésemos, lo que jodidamente no pude aceptar. Incluso antes de que él terminase de hablar, yo ya me había opuesto a que se quedase allí, y en un ataque impulsivo al querer cambiar la decisión que había tomado, le invité a casa durante el fin de semana, sin poder cambiar de opinión cuando mis palabras movieron algo en él y finalmente su rostro se iluminó de alegría y sorpresa al mismo tiempo.

Y no me malinterpreten, no es que no desee tener a Park Jimin alrededor de mí todo un fin de semana cuando actualmente siento como si necesitase de su presencia casi tanto como el aire, sino que, de la misma manera en que me agrada su sola persona, también me confunde e intimida. Muchas veces he tenido conflictos conmigo mismo debido a la extrañeza de mis pensamientos y sentimientos cada que él está cerca, por lo que al venir a casa, a Busan, creí que podría despejar un poco mi mente a ver si aclararía el lío en mi cabeza, y para ello necesitaba soledad, no un Park Jimin que me tuviese embobado todo el tiempo.

Claro que, por más frustrado que pareciese, en realidad no lograba sentirme de esa manera en absoluto. Desde ese día en que me abrazó con fuerza al escuchar mi invitación mientras asentía y vociferaba un claro "sí", hasta hoy, he estado malditamente emocionado y ansioso por poder tener unos días a solas con Park Jimin fuera de la rutina y la tensión que vivimos cada día.

Habían pasado exactamente cinco meses desde que habíamos llegado allí y en ninguna ocasión habíamos tenido la oportunidad de descansar ni una sola vez, por ello me encontraba tan emocionado, no sólo porque podría compartir mi tiempo con Park Jimin, sino porque vería a mi familia. Tendría a las dos partes de mi vida más importantes en un mismo lugar, y no había nada que me hiciese más jodidamente feliz que aquello a pesar de mis constantes quejas y pensamientos que nunca dejaban de atormentarme.





-Es hermoso, ¿no? Busan... -Su voz suave logró sacarme de mis pensamientos, haciendo que inmediatamente me girase a verlo, descubriendo su hermoso perfil izquierdo deslumbrando frente a mí, casi anunciándome a gritos su perfección etérea. Él se encontraba mirando por la ventana hacia afuera, maravilla pintada en sus pupilas ante el paisaje que íbamos dejando atrás, un rastro de nostalgia en sus ojos que no pude ignorar ni aunque lo intenté.

-Lo sé -Murmuré con mis ojos perdidos en su rostro, en la forma en la que el sol golpeaba de lleno en su perfil y resaltaba sus ojos almendrados, haciéndolos ver más profundos y dulces. Amaba esos pequeños momentos donde tenía el privilegio de presenciar la forma en la que Park Jimin se perdía en sí mismo, viajando a su mundo de pensamientos, pensando, analizando, reflexionando.