Capítulo 8, parte 2. "Feliz cumpleaños, Jiminie".

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13 de octubre, finalmente. Jimin cumplía 19 años.

Hoy era un día sumamente especial que todos habían estado esperando, como los chicos de la residencia e incluso Chung-hee –por más raro que suene-, quien canceló nuestras actividades hoy, según él, sólo porque sí, aunque es obvia la razón.

Claro que, sin intención de presumir o algo parecido, –en realidad sí- quien estaba más emocionado y con ganas de que aquel día se diese de inmediato, era yo.

Desde que el sol tocó el firmamento, Jimin fue abordado por prácticamente todos los chicos de la residencia, éstos amontonados en toda mi habitación y rodeándole mientras pretendían despertarle con un muy desentonado canto de cumpleaños, meneando de lado a lado un pequeño pastel de chocolate con fresas en la parte superior, varios regalos tanto grandes y evidentes como pequeños y significativos notándose entre la multitud.

Gruñí entre la consciencia y la inconsciencia mientras me despertaba poco a poco, mirando de lado a lado al verme rodeado de tanta testosterona, los diferentes olores de las fragancias masculinas haciéndome estornudar sonoramente, irritando mi nariz al instante.

Como era de esperar, los chicos apenas me dedicaron una mísera mirada antes de volver su total atención a Jimin, quien aún mantenía sus ojitos totalmente cerrados y permanecía sentado en dirección a la multitud que le felicitaba, intentando despertarse frotando sus ojos con una de sus manos mientras con la otra sostenía mi brazo con fuerza.

Dejando de lado la molestia de recibir toda aquella compañía innecesaria tan temprano en la mañana y el fastidio de todas esas miradas anhelantes casi queriendo tragarse a Jimin, le acaricié las mejillas calientes como siempre hacía al levantarme, descubriendo el particular sonrojo que cada día teñía sus mejillas al salir el sol, el calor filtrándose a través de mis dedos y haciéndome sonreír como un imbécil, sin prestar atención a miradas curiosas y obviamente irritadas de algún modo por robarme la atención que habían conseguido de Jimin.

Oh, miren qué mal me siento, chicos.

Jimin, sonriéndome tiernamente, abrió su boca para hablar, sus ojitos hinchados debido a las largas horas de sueño devolviéndome la imagen más dulce y angelical que había visto en mi vida, mis ojos siguiendo muy atentos sus movimientos mientras esperaba lo que tuviese que decirme. Claro que, así como abrió la boca, tuvo que cerrarla al instante con una mueca de sorpresa, ya que uno de los chicos, no sé cuál, le haló del brazo con prisa, consiguiendo que se perdiese en el mar de gente que ocupaba la habitación.

Confundido y ahora sí totalmente despierto, me levanté de un salto, mis ojos tratando de dar con Jimin pero fallando en el intento, ya que, al parecer, ya no se encontraba en el cuarto. Algunos de los pocos chicos que aún quedaban, al fijarse que su centro de adoración se había marchado, salieron disparados detrás de él, dejándome allí, aturdido y estático en mi lugar, mi mirada fija en la puerta totalmente abierta, por donde se habían llevado a Jimin la manada de lunáticos obsesionados.

Un gruñido retumbó bajo en mi pecho mientras analizaba la situación, la sensación molesta extendiéndose por todo mi cuerpo, aceptando con frustración que había perdido mi oportunidad de ser el primero en felicitar a Jimin como tanto había estado planeando durante tantos días.

Con la esperanza de que tal vez me lo encontraría en las duchas dándose un baño, me encaminé hacia allí con el ceño fruncido, aún cabreado con que los planes que tenía para esta mañana se hubiesen frustrado totalmente. Aunque, fui muy tonto al no imaginar que algo como aquello pasaría.

Suspirando resignado, me adentré a las duchas, listo para dar un par de saludos cordiales como era de costumbre pero sorprendiéndome cuando me encontré a mí mismo en un lugar totalmente vacío, con un silencio sepulcral secundándole, el murmullo de mi respiración apenas escuchándose. Mi ceño se frunció aún más.

Entendiendo al instante la situación y aún más irritado que antes porque ni siquiera tendría mi habitual ducha con Jimin como habíamos venido haciendo sin falta durante largos meses, me introduje dentro de una ducha sin molestarme en cerrar la puerta, la mueca de total fastidio perdurando en mi rostro durante todo el tiempo que duró mi baño e incluso hasta que, ya vestido, me dirigí al comedor para cerciorarme de lo que estaban haciendo los chicos con Jimin, deseando con todas mis fuerzas que no fuese lo que creía que era porque entonces allí se iría por la borda otro de mis planes.

Claro que, como soy Jungkook, es decir, sinónimo de mala suerte, las cosas no se dieron como esperaba, y juste como pensé, Jimin se encontraba sentado frente a una mesa con un sinfín de comida sólo y especialmente para él, mientras todos sonreían aterradoramente y le miraban con ojos muy abiertos y atentos, siguiendo cada uno de sus movimientos, ignorando incluso sus propios desayunos posiblemente ya fríos sobre sus platos.

Adiós al desayuno, también.

Pasé por el lado de la multitud con expresión de mala hostia, sintiendo la mirada de Jimin sobre mí mientras me dirigía a pedir una bandeja con desayuno, el cual no me apetecía en lo más mínimo, pero sabía que sería reprendido por Jimin si no comía, o peor aún, le preocuparía en su propio cumpleaños, por lo que, muy a mi pesar, recibí la comida y me dirigí a una mesa donde pude divisar a mis cuatro grandes amigos allí, Hoseok, Taehyung, Jin y Namjoon, todos cuchilleando por lo bajo mientras miraban hacia la mesa donde Jimin era total y completamente acosado.

Aquello me enojaba con cada segundo que pasaba.

-¡Kookie! ¿Cómo estás hoy, eh? –Saludó con animosidad Taehyung cuando me senté en la mesa, sus ojos grandes y cariñosos atentos a mi respuesta mientras los demás dejaban su conversación a un lado para centrarse en mí, también expectantes. Me hundí en mi silla y suspiré profundo.

-Bien –Comenté con desinterés, una respuesta concreta y tosca que demostraba cuán cabreado me sentía y lo jodidamente irritante que se me hacía incluso responder de manera correcta.

-Vaya, parece que no te levantaste de buen humor hoy, Jungkookie –Rió SeokJin Hyung por lo bajo, provocando que unas risitas que intentaban ser disimuladas escapasen de los labios de los otros chicos en la mesa. Suerte que eran ellos, porque si fuese cualquier otro idiota le hubiese roto la cara, después de todo ya lo manejaba mejor –Pero ve el lado positivo, al menos no eres el único malhumorado –Comentó aún en broma, la situación al parecer divirtiéndole más de lo que en realidad debía.

Enarqué una ceja con interés.

-¿Ah, sí? ¿Y quién es ese otro desdichado? –Pregunté como quien no quiere la cosa, picoteando con mi tenedor un poco de la fruta de ese día para llevármela a la boca, para nada hambriento mientras masticaba.

-Yoongi Hyung –Respondió Hoseok con cautela, sus ojos desviándose levemente a un costado de nosotros. Enarcando una ceja nuevamente, giré sin ningún disimulo mi cabeza hacia la dirección que señalaba, encontrándome con un Yoongi solitario sentado en una mesa totalmente vacía, su bandeja intacta frente a él y un tenedor picoteando con indiferencia y aburrimiento la comida, como hacía yo.

Éste sintió mi mirada escrutadora y levantó al instante su cabeza, sus ojos curiosos paseándose por todo el lugar con el fin de encontrar a quien le miraba, su ceño frunciéndose en un santiamén al descubrir mis ojos maliciosos casi sonriéndole con sorna, finalmente mi ánimo mejorando pero no de la manera en que debía, aunque algo es algo.

Le vi vocalizarme en palabras mudas un "Imbécil", su enojo incrementando más ante el pequeño ataque de risa que me dio, mi propia boca articulando un "Idiota" en su dirección antes de recibir su dedo de en medio en todo su esplendor y su total cara de asco. Reí aún más fuerte antes de girarme hacia los chicos que muy nerviosamente observaban nuestro para nada amigable intercambio.

La rivalidad entre Yoongi y yo había empeorado desde que, hace semanas, le golpeé en la azotea y él me golpeó de vuelta. El problema no había crecido siquiera por eso, sino por las palabras que fueron vociferadas ese día, en mi mente aún reproduciéndose dolorosamente e inculcándome cientos de veces un sentimiento de culpa infernal que no solía dejarme dormir por noches enteras, y así mismo, haciendo que mi rabia hacia él creciese con cada segundo que pasaba.

-Así que... ¿Por qué estás enojado, Kook? –Preguntó con más seriedad Namjoon Hyung, viéndose realmente preocupado por mi repentino mal humor porque sabía que era extraño que me exasperase, ya que no solía hacerlo a menudo, o mejor dicho, nunca.

-¿Ves eso? –Señalé la mesa en la que Jimin difícilmente intentaba ingerir todo el alimento que le habían preparado mientras todos esos chicos extasiados le rodeaban, sin molestarme en ocultar el tono amargo en mi voz.

Namjoon Hyung asintió mientras todos los otros chicos seguían el camino que mi dedo apuntaba, entendiendo al instante sin necesidad de ninguna palabra. Aunque, guiado por mi enojo, no pude detenerme cuando comencé a hablar.

-Bien, eso me tiene malditamente enojado. ¿Saben por qué? No, claro que no lo saben, pero yo se los diré. ¡He estado planeando el día perfecto para Jimin desde hace meses! Desde que se levantase hasta que se acabase, ¡Pero no! Tenían que llegar todos esos buitres a atacarle como si fuese carne fresca. ¿Creen que conseguí lo que quería? ¡Pues no! Si no pude ni siquiera darle los buenos días, mucho menos pude felicitarlo. Es que... ¡Ash! –Me exalté, escupiendo cada palabra con toda la frustración que sentía, balbuceando la mayoría de ellas sin notar que, mientras vomitaba todo mi enojo, había empezado a comer, dándome cuenta cuando finalmente se me agotó el oxígeno para seguir despotricando y noté que ya llevaba más de la mitad de la comida.

Para cuando terminé, no entendí muy bien si es que había realmente soñado todo lo que dije y al final había terminado haciendo una broma para aligerar el ambiente, ya que, las risas que los cuatro chicos soltaron luego de que finalicé eran dignas de un buen y jugoso chiste.

-Oh, Jungkookie, lo siento, lo siento, es que eres tan... ¡Gracioso! –Balbuceó Taehyung para luego explotar en carcajadas, Hoseok a su lado palmeando su espalda con una mano para que se calmase mientras con la otra se tapaba la boca, creyendo que no notaba cómo se sacudía debido a la risa y las arrugas alrededor de sus ojos.

Rodé los ojos mientras observaba cómo Jin Hyung se recargaba en Namjoon Hyung y reía a todo pulmón con esa extraña pero graciosa risa suya, este último sonriendo con diversión pero hasta ahí, sus ojos brillantes y burlones observando cómo el chico a su lado prácticamente se retorcía encima de él debido a la risa.

Pasaron varios segundos de risa interminable en la mesa, segundos que dediqué a comer mientras observaba con cautela cómo Jimin sonreía radiantemente a los chicos que uno por uno, al parecer, le entregaban obsequios y pequeñas cosas, algunos exagerando y otros siendo simples y significativos, llenando de luz ese bello rostro que se veía más sano y lleno de vida, al contrario de semanas pasadas cuando su piel estaba herida y adoptó colores enfermizos que evidenciaban la lenta recuperación de los daños. Ahora se veía más rosa, más brillante y feliz.

Mi pecho se llenó de calidez ante aquella imagen y, muy a mi pesar, acepté que a Jimin se le notaba la felicidad y se veía tranquilo y cómodo entre todos los chicos. Era eso lo único que debía importarme, que estuviese bien, que se viese a gusto y que fuese feliz.

- Uf, ese fue un gran momento ¿no lo crees? –Exhaló Jin Hyung cuando finalmente terminó de reírse, siendo secundado por las inexistentes carcajadas de Taehyung y la risa disimulada de Hoseok apagándose finalmente, sacándome de mi ensoñación.

Cuando les miré de vuelta, éstos estaban totalmente sonrojadas debido a la risa y se veían apenados por haberse burlado de mí, provocando que me entrase la risa floja y negase con la cabeza mientras hacía un ademán con la mano, quitándole importancia al asunto.

-La cosa es que, te entendemos, Kook –Admitió Namjoon Hyung, el único que se mantuvo en calma, mientras se encogía de hombros.

-¿Qué? –Pregunté con el ceño fruncido, dándome cuenta de que, después de todo, había terminado toda mi bandeja con comida e incluso seguía teniendo hambre.

-Como oíste. No estamos acá precisamente porque quisimos, sino porque, al igual que tú, nos han robado a nuestro pequeño gatito –Frunció su ceño con molestia, pareciendo levemente irritado por primera vez desde que lo conozco, viéndose tan protector y celoso que me pareció totalmente fascinante evidenciar esa etapa en él. Jamás le había oído hablar tan dulcemente de alguien a excepción de Jin Hyung y eso era porque prácticamente estaban pegados de la cadera, pero era totalmente increíble ver el cariño en sus ojos y escuchar su voz agudizándose y siendo empalagosa mientras mencionaba a Jimin.

Reí para mis adentros sin poder evitarlo ante aquella nueva faceta.
Hasta ese punto llegaba el encanto de Jimin.

-Ninguno de nosotros ha podido felicitarlo correctamente –Continuó Namjoon Hyung con pesar, siendo secundado por asentimientos de cabeza por parte de los otros chicos quienes suspiraron casi al unísono. Me sentía más aliviado de saber que por lo menos no era el único frustrado por nada, como diría cualquier otra persona ajena a la situación.

-Perooo... -Alargó Hoseok Hyung la "O" mientras la expresión apática desaparecía casi al instante de su rostro y adoptaba una brillante y feliz –Jimin prometió pasar el tiempo con nosotros más tarde, así que, mientras tanto eso nos consuela –Sonrió brillante mientras señalaba a los otros tres en la mesa y así mismo.

Yo fruncí el ceño, analizando sus palabras hasta que caí en cuenta de que, si Jimin estaría con ellos más tarde, entonces tampoco lo vería y los planes que tenía para ese momento en específico se irían por el caño, nuevamente. ¡Maldita y absolutamente genial!

Ignorando la conversación en la que se habían sumido los chicos de la mesa luego de que respondiese un muy falso y seco "Que bueno" del que después me arrepentí por haberme comportado como un tonto celoso, me levanté de la mesa con una mueca en mi cara, adoptando la expresión de un niño pequeño cuando prueba un limón por primera vez.

Los chicos detuvieron su charla para preguntarme qué pasaba, a lo que yo respondí sin muchas ganas que tenía un dolor estomacal debido al desayuno y que iba a descansar un rato, que luego los alcanzaba. Ellos se encogieron de hombros sin más y me sonrieron mientras se despedían, haciéndome sentir aún más mal porque ni siquiera una sonrisa sincera pude dedicarles mientras me escabullía bajo la atenta mirada de Jimin –la que sentí en todo mi recorrido por la cafetería en mi nuca –hacia mi habitación.

Una vez encerrado en aquellas cuatro paredes que se habían convertido prácticamente en un refugio en muchas ocasiones, no sólo para mí, sino para Jimin también, me acurruqué en la cama aún con las sabanas revueltas, mi cuerpo buscando por inercia el lugar que Jimin ocupaba cada noche, mi nariz enterrándose en su lado de la almohada y aspirando viciosamente su delicioso aroma, sintiendo que de a poco la frustración se apaciguaba dentro de mí.

Un poco más relajado y dispuesto a pensar con cabeza fría, me giré hacia el techo aún acurrucado en el lado de Jimin, mis ojos casi abriéndole un hueco debido a las interminables horas que me mantuve allí acostado, tratando de lanzar lejos la impotencia que amenazaba con comerme vivo cada que pensaba en cómo todo lo que había planeado minuciosamente para cada maldito momento del día se había arruinado total y rotundamente.

Y no era tanto el hecho de que no había podido llevar a cabo la celebración que tenía para Jimin, sino el no haber podido verlo en todo el jodido día. Había pasado semanas añorando el momento en que se levantase, imaginando sus ojitos entre abiertos tratando de mirar más allá de la molesta luz del sol para encontrarme, mientras yo le cantaba el cumpleaños, y le felicitaba, y le abraza, y... No se pudo.

Gruñí entre dientes, mi mente no ayudándome en nada cuando empecé a imaginar qué estaría haciendo Jimin en ese preciso momento. Si no me equivocaba, debían ser ya las tres de la tarde más o menos, por lo que, debía estar con alguno de mis Hyungs, divirtiéndose, siendo feliz, riéndose... Ugh, mi pecho empezaba a arder.

Molesto conmigo mismo por auto compadecerme en un día tan importante como ese, salté fuera de la cama y me dirigí por los pasillos con el pensamiento de refugiarme en la azotea, confiando en que los recuerdos buenos que tenía de ese lugar pudiesen calmar el descontento y la reciente tristeza que empezaba a asentarse en mi interior. Quería ver a Jimin.

Casi como si lo hubiese llamado, éste apareció. Venía corriendo por la cafetería, dirigiéndose en mi dirección sin notarme, lo que sólo significaba una cosa; iba a verme al dormitorio. Emocionado a más no poder, me detuve, una sonrisa gigante cursando mis labios mientras lo veía sonreír con incomodidad a unos chicos que le detuvieron para decirle un par de cosas, viéndose apurado. Quizás quería verme, quería estar conmigo.

Con mi corazón latiendo a mil ante la espera y mi pecho llenándose de una calidez opacadora que esfumó a todas las otras sensaciones negativas, esperé, ansiando que voltease su rostro hacia mí y viese que me encontraba allí.

Cuando éste terminó de hablar y se despidió de ambos chicos, hizo el intento de girar su cuerpo para seguir con su camino, pero fue detenido por una persona aclamando su nombre, y por persona me refiero a nada más y nada menos que Min Yoongi.

La sonrisa poco a poco se borró de mi cara mientras observaba cómo Jimin desistía de su tarea de ir a mi habitación y finalmente se giraba, dándome la espalda para fijarse en la nueva persona que le detenía. Yoongi miró por encima de su cabeza y me vio allí, mi rostro llevando una mueca de fastidio e irritación notable a cientos de kilómetros, su ceja enarcándose con diversión ante ello. Sabía lo que vendría.

Le miré retador y éste sonrió malicioso, sus ojos gatunos burlándose de mí una vez más para luego volver radiantes y suaves a fijarse en Jimin, alzando la voz un poco de más cuando curiosamente le invitó a patinar en la pista de hielo que había sido inaugurada hace semanas, su sonrisa que posiblemente podía parecer encantadora pero que para mí no era más que una falsa e irritante resplandeciendo aún más cuando Jimin aceptó su oferta.

Estrujando mis puños a ambos lados de mi cuerpo y con mi mandíbula completamente apretada, les vi irse, notando cómo Yoongi tomaba la mano de Jimin y le jalaba en todo el camino hacia la salida, impidiéndole que se girase cuando éste pareció recordar algo e intentó regresarse, a punto de voltearse si no hubiese sido porque el bastardo le interceptó por detrás con sus brazos y lo llevó entre risitas tontas y falsas hacia fuera mientras se balanceaban juntos. Aquello me dio náuseas.

Tras un último guiño desdeñoso por parte de Yoongi y mi dedo de en medio devolviéndole el gesto, la puerta se cerró, justo al mismo tiempo en que mis ojos lo hicieron y la frustración opacó la pequeña felicidad que había sentido cuando pensé que Jimin finalmente había pensado en mí.

Casi echando humo, me dirigí a grandes zancadas hacia la azotea, la puerta sufriendo las consecuencias cuando la azoté fuertemente antes de encaminarme al muro, apoyándome en éste e inmediatamente robando el primer vistazo de la ciudad frente a mí, mis pulmones exhalando finalmente todo el aire que había estado conteniendo, la sensación de relajación entumeciéndome el cuerpo completamente, brindándome paz.

Cerré mis ojos y me incliné un poco para recibir las casi nulas corrientes de aire que por allí pasaban, la parte consciente en mi cerebro tratando de controlar todos los pensamientos conflictivos que jamás abandonaban mi mente, buscando un equilibrio al que aferrarme para así dejar de atormentarme.

Aunque ese día no había sido ni la mínima parte de lo que esperaba, sabía que debía sentirme satisfecho, que debía dejar de ser egoísta y pensar en que, sin importar si había sido conmigo o no, Jimin había tenido un cumpleaños asombroso lleno de personas que lo aman y valoran y que están dispuestas a darlo todo por él. Después de todo, era eso lo que deseaba hacer, que Jimin se sintiese especial, que sintiese todo el amor y el cariño que puede recibir, que sienta cuán importante es en la vida de los demás, y especialmente en la mía.

Sí, pretendía ser yo quien le demostrase todo aquello, pretendía raptarlo y llevarlo lejos para mostrarle las mil y un maravillas que estaban allí afuera esperando que un alma de buen corazón y valiente se aventurase a ellas, a vivirlas, descubrirlas, sentirlas en la piel, en el alma, en ese órgano que palpita constantemente. Pero... comprendía, con más serenidad de la que pensé, que no todo sale como lo planeamos, y que nada importaba más aquel día que la propia felicidad de Jimin, y si de algo estaba seguro era que todos esos chicos, mis Hyungs e incluso Yoongi se habían encargado con creces de hacer su día mágico.

Suspiré amargamente mientras intentaba convencerme de aquello e ignorar a la vocecita en mi cabeza que me decía que aunque pensase de esa forma, aún deseaba ser yo quien estuviese al lado de Jimin, sin notar que el sol se había ocultado finalmente para dar cabida a la resplandeciente luna y sus fieles estrellas, las cuales la hacían ver más bella, su luz y confort calentándome el corazón e impidiendo que me desconcertase por lo rápido que había pasado el tiempo.

Sumido en mis propias cavilaciones y con la vista perdida en lo bonita que la luna era y lo mucho que me recordaba a Jimin, no noté que la puerta de la azotea fue abierta con total cautela y cerrada de la misma manera. Tampoco escuché los pasos casi imperceptibles que se acercaban a mí, y mucho menos sentí el calor corporal que se asentó detrás de mi espalda y erizó toda mi piel en menos de un segundo.

Cuando finalmente capté que había alguien en la azotea al igual que yo, ya tenía unos cortos brazos abrazándome por la espalda mientras una cabecita con cabello sedoso se introducía sigilosamente en mi cuello, restregando todo su rostro por mi piel e inhalando todo mi olor, como un gatito. Casi pude escuchar un ronroneo.

Mi cuerpo no dudó en tensarse durante los primeros cinco segundos hasta que mi piel empezó a reconocer aquel tacto y mis fosas nasales se expandieron al máximo cuando pude identificar aquel aroma delicioso que amaba, mis músculos tensionados finalmente cediendo y mis piernas temblando ante la sensación de hormigueo que me recorrió de punta a punta debido a la nariz de Jimin presionando fervorosamente en todo mi cuello, su aliento golpeándome la yugular cientos de veces y acelerando mi pulso.

-Jungkookie... -Dejó salir en medio de un aliento, una corriente eléctrica recorriendo toda mi espina dorsal y la punta de los dedos de mis pies retorciéndose ante la delicia que me provocó aquella dulzura en su voz y la forma en la que mi nombre salió de sus labios.

-Jiminie... -Sin poder evitarlo, me incliné más hacia su toque y ladeé mi cuello para que pudiese seguir mimándose así mismo con éste, mi mente despejándose rápidamente como siempre solía pasar cuando Jimin estaba cerca, mis pensamientos reduciéndose al chico detrás de mí, a las sensaciones experimentadas y al bonito escenario que nos encontrábamos protagonizando con la luna como acompañante y sus estrellas reflejando su brillo en mi cara y posiblemente en el de Jimin también.

Suspiré, totalmente ahogado en sentimientos y emociones, feliz, satisfecho y saciado, sintiendo la sensación de paz abordarme de a poco mientras Jimin acariciaba mi mandíbula con su cabello suave y dejaba sus besitos inocentes y casi perezosos por toda la extensión de mi piel, sus suspiros felices calentando mi corazón hasta el punto en el que pensé que podría explotar debido a todo lo que sentía en ese momento.

Él tomó mis manos, las cuales se encontraban apretadas con dureza contra el muro, sus deditos dejando parsimoniosas caricias en la piel para suavizarlas y relajar la tensión, tomándose apenas unos diez segundos para finalmente colocarlas sobre las suyas, las cuales apretaban mi abdomen y así mismo me empujaban hacia atrás, mi espalda totalmente en contacto con la calidez que su pecho emanaba y cuerpo en general.

Cómo me encantaba aquello.

-Vamos... -Susurré, medio ido y medio consciente, el sonido que los labios de Jimin emitían mientras picoteaba en mi piel siendo el único latente además de mi respiración calmada y la de Jimin, complementándose la una a la otra. Éste soltó un sonidito que me indicaba que se encontraba escuchándome.

-¿A dónde, Jungkookie? –Susurró, sus palabras otra vez siendo soltadas como en un suspiro, mi cuerpo estremeciéndose ante aquello. Dios, no me estaba haciendo nada bien que hablase de esa forma, tan suave, tan dulce, tan... seductor.

-A celebrar tu cumpleaños como se debe... -Murmuré, esta vez más consciente que antes y decidido. Aunque el día estuviese técnicamente por acabar, no perdería la oportunidad de hacer sentir a Jimin como el ser brillante y lleno de luz que era. Lo haría sin importar qué.

Jimin se detuvo en mi cuello, sus labios apenas rozando mi piel mientras su confusión casi podía serme palpable incluso si no lo veía. Lo conocía tan bien y eso me aterraba de la misma forma en que me gustaba y me hacía sentir un calorcito agradable en el pecho.

-¿A qué te refieres con eso? –Preguntó, sus manos retirándose de su lugar debajo de las mías para finalmente posarse en mis hombros, sus dedos encargándose de presionar levemente para encontrar un punto de tensión y luego trabajar en él con total naturalidad. Casi gemí penosamente debido a la satisfacción.

-Eres consciente de que es la primera vez que nos vemos en todo el día sin contar esta mañana cuando despertamos ¿no? –Pregunté entre divertido y levemente amargado por ello, escuchando una risita por parte de Jimin y luego recibiendo de lleno su aliento en mi oreja mientras sus manos seguían trabajando con empeño en mis hombros. Si no me había caído todavía era porque mis manos habían encontrado su lugar nuevamente en el muro y se habían aferrado a éste con su vida.

-Lo soy –Admitió, su tono de voz cariñoso derritiendo mi ser.

-¿Y entonces? –Enarqué una ceja, intentando sonar impaciente pero fallando ante el tono relajado y satisfecho que evidenció mi voz. Ya está, sabe que me tiene totalmente embobado ahora.

-Entonces... sólo sé que estoy feliz de estar aquí contigo, y que no necesito nada más porque el simple hecho de que estés en mi vida y estés a mi lado ya hace que sea el mejor día –Murmuró meloso y lleno de fervor, sus brazos volviendo a su posición inicial y apretándome con total fuerza. Yo me aferré como pude a sus brazos y llevé mi cabeza hacia atrás para encontrarme con su hombro esperando por mí, mi corazón latiendo a mil mientras lo sentía enterrar su cabeza en mi cuello y luego aspirar hondo.

-Me encanta escuchar eso ¿sabes? Pero me he estado jodiendo la cabeza todo el día con saber que he sido el único que no ha sido capaz de demostrarte cuán especial es este día y tu sola existencia, así que, por favor, permíteme hacerlo a mi manera –Murmuré con suplica. Jimin rió en mi oído, su risa siendo melodiosa y como un calmante para mi asustadizo ser ante la expectativa que su respuesta significaba para mí.

-No tienes por qué pedírmelo, Kookie, sabes que siempre estoy dispuesto a lo que sea con tal de que seas tú. Ahora... vamos, haz este día aún más especial para mí –Tras aquellas palabras que casi me hicieron perder el equilibrio, Jimin me volteó, nuestros rostros finalmente reconociéndose después de todo un día lejos el uno del otro, mis ojos captando al instante el brillo de felicidad en sus pupilas y el sonrojo evidente en sus mejillas. Se veía hermoso y tierno.

Sin decir ninguna palabra, ambos nos miramos por varios minutos, sin parpadear siquiera. Mis yemas se aventuraron determinadas a sus mejillas, trazando un par de caricias antes de arrastrarlas por su mentón, recorrer su cuello y luego deslizarlas por todo su brazo hasta que mis dedos picaron con necesidad y finalmente decidí cumplirles el deseo, entrelazándolos fuertemente con los de Jimin, nuestras manos uniéndose a la perfección.

Nos llevé fuera de la azotea y directo a la puerta que nos llevaría a la cafetería sin decir nada, Jimin entendiendo que no era momento para que hiciese preguntas sino para que disfrutase de la incertidumbre y luego descubriese con aún más deleite todo lo que tenía preparado para él, o al menos así lo esperaba.

Una vez en la puerta de la cafetería le pedí que me esperase allí y luego me dirigí a mi habitación por un par de cosas como cartera y celular, además de las llamadas pendientes que hice en cuanto me encontré en la seguridad de mi cuarto vacío. Tras recibir la respuesta afirmativa por parte de Taehyung y un grito de aprobación por parte de Hoseok en el fondo, me encaminé de vuelta al lugar donde había dejado a Jimin, rogando internamente para que siguiese allí y no hubiese nadie rodeándole o invitándole a Dios sabe qué lugar.

Cuando visualicé a lo lejos que se encontraba abrazado así mismo en el mismo rincón donde lo dejé, una corriente de alivio me recorrió y con aún más prisa llegué a su lado, éste sonriéndome radiantemente cuando levantó sus ojitos curiosos y notó que era yo quien estaba frente a él. No pude evitar acariciar su cabello ante la ternura que ese simple gesto me provocó.

-Vamos –Susurré en su oído con confidencialidad y tono malicioso, divertido con el hecho de que finalmente tuviese el control de una situación y Jimin no, siendo por fin quien entendía el suceso y no al revés. Me encantaba ver su curiosidad y sentir su necesidad de deducir lo que estaba pasando.

Atravesamos la cafetería, varios saludos de chicos que aún merodeaban por el lugar interrumpiéndonos apenas unos segundos antes de seguir nuestro camino hacia la salida, donde, una vez fuera, el aire nos golpeó deliciosamente y el frío nos caló los huesos. El cuerpo de Jimin tembló notoriamente.

Por suerte, había recogido un par de abrigos cuando deduje que haría frío afuera, pasándole uno inmediatamente a Jimin para que se lo pusiese y luego encargándome de hacer lo mismo con el mío. Él me agradeció con la mirada una vez el calor abrazó sus mejillas y le hizo verse más rosadito y no tan pálido y casi azul. Eso indicaba que el abrigo estaba funcionando bien.

Tomando una de sus manitas cubiertas por guantes –los cuales también traje, y además, eran los que le había regalado hace meses porque sí-, le jalé hacia el taxi que había detenido sólo segundos antes, mis manos encargándose de tapar los oídos de Jimin mientras le pedía al conductor muy amablemente que me llevase al lugar planeado, las protestas no haciéndose esperar cuando recibí un golpecito inofensivo en cada mano y luego un empujón que me lanzó lejos de él y a mi propio asiento.

Reí estruendosamente por lo infantil que podía ser y tomé entre mis dedos sus lindos labios haciendo puchero, haciéndole ver como un patito rechoncho y muy enojado. Un manotazo en mis dedos y un empujón con su codo en mi costado me indicó cuán bravucón se sentía.

Aún riendo en mi asiento y con un Jimin muy cabreado casi perforándome con sus ojos fulminantes, los minutos pasaron, el silencio siendo al parecer desesperante para éste, ya que, sin importarle su orgullo y olvidando de repente su anterior rabieta, se apretó a mi costado.

Ante la sorpresa de aquella acción, mis ojos inmediatamente se giraron a su cuerpecito menudo abrazándose a mí, evidenciando como primera cosa a sus labios abultados y sus ojos aún expresando enojo mirándome fijamente, casi gritándome que no dijese ni una sola palabra y simplemente me dejase hacer.

Tragándome una risa y la diversión que la situación me suponía, simplemente asentí con seriedad, mis ojos desviándose hacia la calle pero mi cuerpo aún muy consciente de todos los movimientos de Jimin y el calor que su cercanía emanaba, una sonrisa casi imperceptible dibujándose en mis labios cuando lo sentí restregar su cabecita contra mi costado y luego relajarse, suspirando sin poder evitarlo con satisfacción.

Oh, cómo quería estrecharlo fuerte entre mis brazos en ese preciso momento.

El camino empezó a hacerse más conocido con el transcurso del tiempo, la cabeza de Jimin levantándose de su lugar en mi hombro para empezar a curiosear, sus ojos cada tanto encontrándose con los míos mientras me preguntaba, cada vez más sorprendido y desconcertado, si era verdaderamente ESE lugar al que nos dirigíamos.

No mencioné nada incluso si sentía su inquietud y sus ojos taladrándome en busca de respuestas, mi cabeza todo el tiempo desviada hacia la calle levemente iluminada por las farolas, mi sonrisa ensanchándose totalmente cuando el taxi se detuvo frente a nuestro destino y mi celular vibró, confirmación que esperaba para proceder.

Sin mirar a Jimin ni una vez incluso si deseaba ver su expresión, salí del auto, éste siguiéndome obedientemente y cerrando la puerta detrás de sí mientras yo me encargaba de pagar al conductor y agradecerle por su servicio, mis ojos mirando con pereza cómo el auto desaparecía nuevamente en la carretera, negándome a girarme sólo por el deleite de saber que se estaba impacientando.

Con un suspiro muy falso e indiferente, me giré lentamente y con una sonrisita burlesca en mi boca, mis ojos encontrándose con un Jimin saltando en su lugar, sus ojitos brillosos debido a las lágrimas que se avecinaban y sus puñitos en su boca, conteniendo todos los gritos que no pudieron ser contenidos por más tiempo cuando él finalmente notó que me encontraba mirándole.

Sin dudarlo, se lanzó a mis brazos y enrolló sus piernas ágilmente alrededor de mi cintura, sus labios llenándome toda la cara de besos empalagosos y húmedos mientras musitaba entre lágrimas de felicidad un sinfín de agradecimientos de los que me perdí la mayor parte porque estaba más ocupado tratando de sostenerlo y así mismo riendo estruendosamente ante a su arrebato. Al menos había reaccionado como esperé.

Esperé lo que fue necesario hasta que su euforia se apaciguó y él finalmente ocultó su rostro en mi cuello, su respiración serena erizándome el vello de la nuca mientras uno de sus deditos trazaba delicadas figuras imaginarias en mi espalda, sus ronroneos felices haciéndome suspirar con tranquilidad, el silencio que nos sumía pareciéndome deliciosamente placentero y pacífico, justo como anhelaba. Sólo éramos él y yo allí, disfrutando de la vista.

-Aún no puedo creer que me hayas traído al río Han –Murmuró con fascinación cuando finalmente se bajó de mi cuerpo, permaneciendo tan cerca de mí como podía, su frente encontrando un lugar en mi hombro mientras una sonrisa gigantesca y totalmente real se pintaba en sus esponjosos labios –Dios, no sé qué decir, no... Es hermoso... -Soltó con la voz estrangulada, sus manos apretándose en mi abrigo mientras el vaho salía de sus labios entre abiertos, su emoción imposible de ser contenida incluso si lo intentaba con creces.

Le rodeé los hombros con mis brazos y, agachando mi boca a la altura de su oreja, susurré suavemente:

-Entonces, no digas nada y sólo ven. Hay más –Dije sin más, la cabeza de Jimin disparándose hacia arriba una vez terminé mis palabras, sus ojos abriéndose de par en par mientras la confusión abarcaba todo su bello rostro, un ceño fruncido instalándose en sus cejas.

Reí ante su exagerada reacción y me encogí de hombros, mis dedos sobando su ceño para que volviese a la normalidad y luego mi mano buscando la suya para halarle conmigo hacia el bello parque verdoso que rodeaba el río Han, las luces iluminando nuestros cuerpos mientras nos dirigíamos a un gran árbol, de donde el río se podía ver en todo su esplendor.

A medida que nos íbamos acercando, los pasos de Jimin se hicieron más lentos, mi ceño frunciéndose considerablemente y mi rostro buscando el suyo para ver qué pasaba, encontrándome con que, a un metro del árbol, éste se encontraba totalmente shockeado. Sus ojos ni siquiera se percataron de que me encontraba mirándole porque toda su atención fue robada por el árbol en cuestión y las pequeñas cosas que le rodeaban y complementaban lo que le tenía preparado.

Con una sonrisa más relajada al interpretar la razón por la que se detuvo, le permití soltarme cuando haló su mano, viéndole caminar con lentitud y casi miedo a que todo fuese a desaparecer hacia el árbol, su mano en algún momento llegando a cubrir su boca mientras las lágrimas nuevamente se le saltaban de los ojos.
Miró incesantemente todo lo que la sorpresa comprendía, desde las guirlandas de flores alrededor del árbol hasta la delicada manta sobre el césped que contenía un par de cosas que utilizaría más tarde y unas bonitas luces alrededor de ésta que terminaban dándole más vida al lugar y al espacio en específico.

Él dejó escapar un gritito agudo, dio varias vueltas sobre su propio eje y, finalmente, sin poder contenerlo más, corrió el metro que nos separaba para volver a enrocarse sobre mí como un koala bebé mientras gritaba sin parar palabras inentendibles.

Lo atrapé entre sorprendido y divertido, mi risa estallando desde lo más profundo de mi garganta mientras giraba con el cuerpo encima de mí, éste sollozando y sorbiendo una y otra vez mientras repetía palabras como "Oh, Jungkookie", y "Gracias, gracias, gracias". Yo sólo asentía con una sonrisa inmensa en mi rostro y la felicidad llenando mi pecho ante el hecho de saber que había hecho feliz a Jimin, lo que, al final del día, era lo único que me importaba.

-¡Eres un tonto! ¿Cómo te atreves a jugar conmigo de esta manera, eh? ¿Por qué me haces esto? –Se quejó una vez se encontró con sus pies sobre la tierra, sus puñitos pequeños y sumamente tiernos golpeando mi pecho una y otra vez mientras su ceño se fruncía considerablemente y el puchero en sus labios no se me pasaba por alto. Fruncí el ceño también mientras analizaba, la primera risa escapando de mi boca al interpretar su rabieta segundos más tarde, aún siendo golpeado por un Jimin muy "enojado", si es que así se puede llamar a juzgar por la imagen de niño pequeño haciendo un berrinche que tiene en este momento.

-Oye, oye... ¿De qué me perdí? Hasta donde tenía entendido, era bueno hace un rato ¿no? –Pregunté con una ceja enarcada mientras tomaba sus muñecas para impedir que siguiese golpeándome, éste pareciendo reaccionar al instante porque sus ojos, de estar frustrados, pasaron a reflejar vergüenza, notándose a leguas que deseaba ocultarse de mi escrutadora y divertida mirada.

-Lo eres aún, ya sabes, el bueno... -Balbuceó con una sonrojo evidente en sus mejillas, apenado por su rabieta. Reí entre dientes sin poder evitarlo.

-¿Entonces? –Interrogué, totalmente divertido con la situación. Eran contadas las veces en que podía poner a Jimin en un aprieto, y me encantaba cada que una de esas ocasiones se presentaba.

-Entonceees... -Alargó la "e" con ojitos abochornados, su mirada evitando la mía en cada oportunidad -¡Esto es demasiado para mi corazón! ¿No ves que estoy a punto de sufrir un colapso debido a la emoción? ¡Me vas a matar con toda esta hermosura! –Volvió a quejarse, ignorando la vergüenza que sintió hace unos segundos para intentar nuevamente golpearme, su fuerza intentando igualar la mía para soltarse de mi agarre.

Divertido por como él se tomaba las cosas cuando una persona normal simplemente hubiese agradecido y sonreído feliz, le di la vuelta y le atraje hacia mí, su espalda chocando contra mi pecho mientras mis brazos le envolvían, y entre sus gritos escandalosos que harían creer a cualquiera que lo estaban asesinando, lo dirigí hacia el árbol hermosamente decorado que nos esperaba.

Una vez acomodados sobre la manta y con un Jimin ya calmado y nuevamente apenado, me dispuse a mover frente a él todas las cosas de las que disponía en ese momento, mis manos temblorosas mientras me preparaba mentalmente para lo que diría a continuación, esperando que las ideas fluyeran claras a través de mí y no se me cerrara la garganta como tantas veces ha pasado cuando deseo decirle a Jimin las una y mil cosas que pienso de él.

-Dios, Jungkookie, ¿Cómo hiciste para traer todo esto aquí? –Preguntó entre asombrado y maravillado, sus ojos siguiendo el movimiento de mis manos mientras acomodaban cada una de las cosas en el orden cronológico que planeé durante meses.

-Taehyung y Hoseok me echaron una mano –Comenté con una sonrisa mientras le guiñaba un ojo, la parte coqueta y descarada en mí saliendo una vez como pocas veces lo hacía, deleitándome con el asentimiento torpe de Jimin y sus mejillas enrojeciéndose.

El silencio reinó durante el tiempo que me tomé para acomodar cada cosa, la guitarra apoyada contra el árbol sin ser pasada por alto por Jimin, quien dejó de concentrarse en mí para observar ésta con curiosidad, perdiéndose del momento en que mi voz salió nerviosa y temblorosa, las palabras luchando dentro de mí por salir correctamente.

-Feliz cumpleaños, Jiminie... -Saboreé las palabras en mi lengua, finalmente satisfecho con poder decirlas por primera vez aquel día –Era lo que tenía pensado decirte esta mañana al levantarnos, cuando los rayos del sol brillasen contra tu rostro y entonces tú gruñeses tan tiernamente como lo haces siempre y tapases tus ojos nuevamente, lo que me daría la oportunidad de sacar esto sin que lo notases y luego ponerlo frente a ti para que, al abrir tus parpados, tu expresión sorprendida fuese lo primero que viese ante lo que había ante tus ojos... -Murmuré con una sonrisa suave, mis manos tomando la pequeña caja decorada con el pastel de helado dentro de ésta, extendiéndolo frente a su rostro.

Jimin enmudeció, su expresión confundida ante mis palabras volviéndose una neutral mientras recibía la caja en sus manos y leía la pequeña nota sobre ésta, esa que había escrito con mi propia letra y decía: "Buenos días y feliz cumpleaños, Park Jimin. Espero hayas dormido de maravilla porque hoy te espera un día agotador y lleno de aventuras a mi lado".

Su mirada conmocionada rápidamente viajó a la mía pero yo la ignoré a propósito y me concentré en la siguiente cosa. Una caja de tamaño mediano y una bomba de helio atada de manera estratégica a ésta.

-Feliz cumpleaños, Jiminie... -Comencé de nuevo con una sonrisa, mis manos sujetando ahora la caja frente a su rostro –Iba a decir cuando te trajese el desayuno a la cama, uno especialmente preparado por mí porque quería que fuese especial, y quería que notases que había aprendido a cocinar sólo por ti, por verte feliz. Esperaba ver tu sonrisa crecer, y luego oírte gritar mientras agradecías una y otra vez y me decías que no me hubiese molestado, que era demasiado. Pero entonces, luego estarías devorando todo sin miramientos, haciendo soniditos de disfrute al comer –Comenté, mis ojos perdiéndose en la corteza del árbol mientras intentaba imaginar la escena en mi cabeza con lujo de detalles, casi suspirando cuando lo sentí tan real, tan palpable.

Jimin tomó la caja con manos temblorosas y yo pude ver, por debajo de mis pestañas, cómo las lágrimas ya bañaban sus rechonchas mejillas. Suspiré y proseguí.

-Feliz cumpleaños, Jiminie... -Volví a susurrar, escuchando el suspiro entrecortado de Jimin tras mis palabras y los pequeños sorbidos de su nariz –Pretendía mencionar una vez nos encontrásemos frente a ese bonito restaurante que tanto has anhelado visitar pero que, a falta de tiempo y dinero, no has podido hacerlo. Te hubiese oído gritar nuevamente, tan alto que la gente nos miraría raro, pero eso a ti no te importaría, porque me apretarías fuerte y luego me halarías dentro, tus ojitos impresionados observando todo a tu alrededor mientras yo, sintiéndome especial y feliz por hacerte feliz a ti, confirmaba mi nombre al tipo de la recepción para que nos llevase a nuestra mesa a tener nuestro ansiado almuerzo –Finalicé, la yema de mi dedo dándole una efímera caricia al pequeño papel donde se encontraban los datos de la reservación antes de entregárselo a Jimin.

Éste dejó escapar un gritito ahogado mientras inspeccionaba concentradamente el pequeño papelito, pesar cursando su expresión.

Por lo menos me conformaba con saber, por buena fuente, que había podido ir a ese restaurante después de todo con Jin Hyung y Namjoon Hyung, quienes al parecer tuvieron la misma idea y le llevaron allí a pasar el rato que éste prometió dedicarles en la tarde. Estaba feliz con eso y no sentía que había perdido en absoluto.

-Feliz cumpleaños, Jiminie... -Él apretó el papel duramente en su mano y escuchó atentamente, tratando de contener lo más posible sus sollozos –Iba a decirte nuevamente cuando estuviésemos entrando al cine, con nuestras dos entradas en mano para ver esa película de la cual llevabas esperando su estreno con mucho entusiasmo y al final terminabas triste porque asumías que no podrías ir a verla debido a las prácticas y tu nuevo trabajo. Tu ibas a decirme que no podías creer que había hecho eso, y yo asentía ante tus palabras con orgullo. Luego te compraría mucha comida de la que no quisieras saber nada en un rato cuando estuvieses lleno, y vería tu carita deformándose en las expresiones que la película te provocaría durante dos horas y media... -Me encogí de hombros con pesar, y con mi mirada clavada en la manta y las pocas cosas que quedaban, le entregué las dos entradas.

Jimin suspiró hondo y no emitió ningún otro sonido mientras las recibía.

Eso también había sido resuelto, Taehyung y Hoseok le habían llevado por la tarde a cine a ver la película.

-Feliz cumpleaños, Jiminie... -Sonreí ante el suspiro impaciente de éste, cómo si se preguntase cuántas veces más diría aquello –Te hubiese susurrado en tu oído mientras mis manos tapaban tus ojos para que no vieses lo que había frente a ti, tu impaciencia llevándome a retirar mis palmas y dejarte vislumbrar la maravillosa pista de patinaje de hielo que deseabas probar desde el primer momento en que llegó a la ciudad. Te vería saltar sobre tu lugar como un niño pequeño, y entonces te embobarías por segundos viendo a toda la gente patinar para luego volver a mí y acusarme de estar distraído cuando tú eras quien lo estaba, alegando que perdíamos el tiempo allí y que debíamos apresurarnos para disfrutar lo más posible del hielo. Todo eso me lo dirías con una sonrisa radiante en tu rostro... -Exhalé el aire retenido en mis pulmones y entrelacé mis dedos, nervioso –No hay algo que pueda darte por ello ¿sabes? Las entradas pretendía comprarlas allí, pero... bueno, ya sabes –Hice una ademán con la mano con la cara totalmente roja y proseguí, el silencio de Jimin pareciéndome extraño pero sin animarme a descubrir qué expresión tendría en su rostro.

Aún quedaba una cajita de terciopelo sobre la manta y la guitarra apoyada suavemente contra el árbol.

-¿J-ungkookie...? –Murmuró en tono de pregunta, su vocecita entrecortada provocando que mi corazón se achicase y que de inmediato levantase mi cabeza para encontrarme con sus bonitos ojos llenos de lágrimas y el río de éstas inundándole las mejillas, las cuales se encontraban sopladas debido al gran puchero que llevaba en sus labios, intentando contener los sollozos.

Enternecido a más no poder con esa imagen, abrí mis brazos y él gateó rápidamente hacia mí luego de acomodar todo lo que le di con mucho cuidado, su cabeza enterrándose al instante contra mi pecho en el momento en que se dejó ir y finalmente lloriqueó. Yo reí entre dientes por lo sentimental que podía ser, ignorando mis propias lagrimitas traicioneras y cerrando mis ojos mientras brindaba largas y profundas caricias en el sedoso cabello negro que me hacía cosquillas en el mentón, sintiendo mi corazón latir alocadamente con cada segundo que pasaba.

En algún momento después de su llanto imposible de detener y entre sollozos, le oí disculparse, diciéndome que él no sabía nada de aquello, que, si lo hubiese siquiera sospechado, no habría estado fuera todo el día, dejándome de lado. También confesó la culpabilidad que sentía y lo mucho que le hería saber que había estado esperando todo el día por él para disfrutar de aquellos maravillosos obsequios y que, al final, todo se había desperdiciado. También me pidió perdón por haberme olvidado, y luego balbuceó un par de cosas más que no me molesté en escuchar porque simplemente no quería que dijera nada más.

Por ello, le tomé el rostro con ambas manos y besé su frente con los ojos cerrados y mucho fervor, provocando que finalmente se callase y un suspiro entrecortado atravesase sus labios y se estrellase contra los míos. Al abrir mis ojos, le pregunté, por sobre todas las cosas, si se había divertido, si había sido feliz, si la había pasado bien. Él, confundido pero demasiado embobado como para negarse o preguntar a qué se debía aquello, respondió que sí, que no había manera de describir la felicidad y la plenitud que sintió alrededor del día con todo el amor, la atención y la calidez que le brindaron.

Yo, satisfecho con aquella respuesta como no creí que lo estaría jamás dada mi actitud celosa durante el día, simplemente sonreí sereno y le miré con todo el calor y la intensidad que mi cuerpo sentía en ese momento, diciéndole todo a través de mi mirada, diciéndole que no me importaban todos esos obsequios, sino su felicidad, que no le había dado aquello con el fin de hacerle sentir culpable o demostrarle de lo que se perdió, sino para que sintiese mi afecto, mi cariño, mi maravilla ante su ser en general.

Él, más calmado, sonrió suave para mí y susurró un "Gracias" mudo que recibí con mucha efusividad, la sonrisa en mi cara ensanchándose a medida que el tiempo pasaba. Luego, me alejé de él lo suficiente para tomar la pequeña caja de terciopelo en mis manos y luego ponerla frente a sus ojos, los cuales se abrieron nuevamente, reflejando la sorpresa y la incredulidad.

-Feliz cumpleaños, Jiminie... -Murmuré divertido mientras éste sonreía burlón, sus ojos jamás abandonando la pequeña cajita que finalmente posé sobre su palma abierta para que mirase qué había en su interior –Luego de pensarlo por mucho tiempo, y tras ver el regalo que me diste... -Toqué instintivamente el collar sobre mi cuello, ese que jamás que me quitaba porque tenerlo significaba llevar una parte de Jimin conmigo a todas partes –Decidí que, de la misma manera en que tengo una parte de ti que me acompaña en todo momento, también deseaba que llevases una parte de mí en ti, algo que al mirar te recordase que tienes un Jungkookie que te quiere, te adora, y está aquí para ti cuando lo desees, lo anheles, lo sientas necesario... -Solté entre suspiros, mi garganta trabajando el nudo en mi garganta mientras Jimin, con nuevas lágrimas en sus ojos, abría la caja.

Dentro se encontraba acomodada una bonita pulsera de plata que con mucho esfuerzo y trabajo duro había conseguido comprar. Su tejido era sencillo, y en el centro llevaba una lámina, por supuesto de plata también, que poseía la inscripción que me robó minutos enteros al no saber qué poner exactamente y odiar cada una de las que hice en la joyería. Estaba seguro de que la dependiente del lugar me había odiado durante la hora entera que estuve allí tratando de hacer algo digno para Jimin.

Por suerte, al final había conseguido una inscripción con la que había quedado conforme.

Esta decía: "A dónde sea que vayas, siempre contigo. Te quiere y adora, tu Jungkookie".

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⏰ Última actualización: Feb 13, 2021 ⏰

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