Capítulo III: el novio pródigo

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Capítulo III: El novio pródigo.

Cuando Kenny levantó la vista ante lo dicho por su amigo Eric Cartman, sintió que algo no estaba realmente bien.

—¿Vieron a la puta de Wendy?, salió tan rápido que fue seguramente porque ha tenido un problema con la niña nueva...

La mirada celeste del McCormick se pegó de lleno en la mesa que acostumbraban a usar ambas pelinegras, la mesa más apartada. Rápidamente se fijó en el rostro afligido que en ese momento tenía la pelinegra de cabellos ondulados, rápidamente llevó sus ojos hacia la salida de la cafetería en donde Wendy se hacía espacio entre unos estudiantes con ligera brusquedad y salía del lugar con pasos torpes y raudos. Enarcó una ceja y volvió a mirar a la otra pelinegra.

La vio levantarse rápidamente como si fuese a seguir a la chica y luego la vio volver a sentarse. Entonces, rápidamente él agarró la bolsa en donde venía su sándwich de almuerzo y se levantó de la mesa.

—¿Kenny, d-dónde vas? —Jimmy preguntó mirando a su amigo marcharse.

Kenny no respondió, caminando directamente hacía donde estaba la nueva estudiante, pareciendo fregar algo frenéticamente en la silla. Al estar lo suficientemente cerca de ella pudo darse cuenta que Ginny estaba limpiando la silla con un par de servilletas, le miró la cara y notó su expresión de desagrado. Al darse cuenta de que la pelinegra aún no notaba su presencia en la mesa decidió carraspear.

La chica nueva pareció sobresaltarse en su puesto ante la sorpresiva presencia del rubio, rápidamente tomó su bolso y lo colocó encima de lo que estaba limpiando, escondiendo las servilletas sucias también bajo esta.

Kenny enarcó una ceja.

—¿Sucedió algo? —preguntó.

Él pudo darse cuenta como la muchacha corría instintivamente su vista de su mirada y luego se encogía de hombros para volver a mirarlo directamente a la cara.

—Nop.

El de ojos celestes se acercó por el borde de la mesa a la silla que tenía encima la mochila de la chica.

—¿Por qué Wendy se marchó así de la cafetería?, ¿tuvo una... emergencia?

Ginny torció el gesto.

—No... No sé —suspiró y luego bajó su vista, como si se rindiera—. ¿Tienes servilleta o algo para limpiar? —hizo una mueca—, quiero limpiar luego esto para poder verificar su estado —lo miró fijamente.

Después de dejar la bolsa de su comida encima de la mesa, sacó de su bolsillo delantero un paquete de pañuelos desechables. Ginny estiró su brazo para recibirlo, aun sin quitar la mochila de encima de la mancha en la silla. Kenny sonrió con suavidad.

—Lleva sus cosas a enfermería, Gin, así podrás saber cómo es que está. Yo me quedaré aquí limpiando —aseguró el muchacho abriendo el paquete. La expresión de la pelinegra fue confusa para él, no movió su mochila del lugar y al mirarla fijamente a la cara se sintió incomodo ante la manera inquisidora en que lo estaba observando.

—¿Estás seguro? —consultó.

Kenny se sonrió. Ni se imagina qué cosas peores él había hecho con anterioridad.

—Vamos, Gin —masculló con una sonrisa comprensiva—, no es nada del otro mundo una silla manchada con menstruación.

La pelinegra se sonrojó con violencia ante lo dicho por el muchacho. Kenny enarcó una ceja y ella antes de que él pudiese agregar cualquier otra cosa, suspiró.

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