Capítulo 7: Arcángel

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Nota de la autora:
Lectura sensible, no apto para menores.

...

Las imágenes se repetían una y otra vez en la mente de Emilie. <<1, 2, 3, 4...>>. La chica agitó la cabeza, negando el recuerdo. Las lágrimas cayeron empapando sus mejillas, <<5, 6, 7, 8...>>. Veía claramente las imágenes en su cabeza, como si ella hubiese realizado tan detestable acción. Trece, trece puñaladas, sin razón. Impulsadas por locura.

—¡¿Cómo mierda pudiste matar a tu propia hija Elizabeth?! ¡Eres una insensible, una hija de...! —Jean interrumpió el avance de Emilie, rodeándola con los brazos y en respuesta la chica pateó al aire desesperada para liberarse. —¡¿Quién crees que eres?! ¡Suéltame!

—¿Cómo crees que se siente ella? Ella también se acaba de enterar de esto, al mismo tiempo que tú, ¿recuerdas? —Los susurros de Jean en el oído de Emilie detuvieron brevemente su impotencia.

—Tienes razón... —Emilie aguantó las ganas de llorar y se cruzó de brazos, resignada. —...Puedes soltarme, ya me calmé.

Jean observó a ambas chicas en silencio y soltó a Emilie.

—Ya nada pueden hacer, esto ya sucedió hace bastantes décadas. —Apretó los dientes, recordando. -Es mejor que me vaya, Alex manejará mejor la situación.

Ambas permanecían estáticas aún asimilando semejante noticia. Trece puñaladas, su pecho ensangrentado. Emilie agitó su cabeza, alejando el recuerdo. Sin embargo, no logró nada.

...

Mi risa resonaba en el lugar, pude sentir sus miradas temerosas sobre mí, ambos guardias me apuntaron con los revolver que hace unos momentos solo descansaban en sus brazos.

Aléjate, tenemos órdenes de matarte si te acercas. ¡No des ni un paso más!

¿Y qué harán? ¿Matarme? Ustedes deben saber que soy inmortal.

Mi sonrisa se ensanchó al ver que me apuntaban indecisos. ¿Podría simplemente quitarle sus armas? O podría simplemente apuñalarlos. Camine lentamente, riendo.

Resonó el sonido del disparo muy cerca de mí, vi una sombra, mi amiga me protegía. Mis plumas estaban ahí para protegerme. Se extendieron amplias a mi lado. Miré a ambos con complacencia, los guardias me observaban temblorosos y con razón, temerle a un ex arcángel no era algo por lo cual avergonzarse.

Ahora uno de los dos debe correr. Susurré divertida.

El guardia de la izquierda corrió estrepitosamente, soltando su arma. Sonreí y lancé un cuchillo en su dirección, solo escuché un grito después del golpe seco del cuchillo.

¡No me hagas nada, por favor! Te lo ruego...Susurró el guardia restante.

Si te quedas quieto, no te haré nada. Miré coqueta al guardia que me miraba con ojos llorosos al tiempo se perdía en mi miraba y soltaba el arma.

Me acerqué con cautela, poniendo un cuchillo en su cuello.

Créeme, no dolerá nada. Corté limpiamente su garganta, ni un último suspiro logró tener.

Reí y avancé por la casa que ya conocía tan bien, aunque ahora todo estaba un poco borroso, yo solo quería ver a mi pequeña niña. A mi hija. Con el avanzar mi mente se cegaba más. Los colores se volvían intensos con cada paso que daba. Detrás de esa puerta, justamente, se encontraba ella, ¡quien robó a mi amado! Pero, si yo no lo tenía, nadie más lo tendría.

Alma EclipsadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora