Capítulo 5: Recuerdos liberados

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— Elizabeth, ayúdame... ¿Qué hago?. — La chica habló al aire, buscando respuesta. —¡Elizabeth, escúchame!

Al no encontrar respuesta de ésta, desesperadamente se acercó a la boca del chico para darle respiración boca a boca y, aplicar lo poco y nada que sabía de primeros auxilios. Con el paso de los segundos, la mirada de la chica se nublo, exasperada por escuchar la respiración o los latidos del chico que permanecía inmóvil bajo sus brazos.

— ¡Alex, no me hagas esto! —Exclamaba con desesperación. Los labios de la chica le temblaban por el miedo. Ella no quería perderlo, no lo soportaría. Se acercó a sus labios y sopló, volvió a su pecho. << 1, 2, 3. >> —¡Abre los ojos, Alexander, por favor!

Se inclinó a ejercer presión sobre su pecho, << 1...2...3...>> pensaba con agonía, << ¡Abre los ojos, por favor! >>.

<<¡Ambulancia, debo llamar a la ambulancia!>>

Busco su celular y marcó al 131. Se acercó para darle respiración nuevamente, mientras el móvil sonaba, y justo antes de que sus labios volvieran a tocarse, Alexander abrió los ojos.

— 131, Emergencias ¿en que puedo ayudarle?

— ¿Emilie? — El chico se levantó con lentitud y dudas en su mirada. Estaba desorientado y su respiración volvió repentinamente, como si fuera algo monótono.

— ¿Alo? ¿Emergencias?

La chica se alejó con las lágrimas cayendo por sus mejillas, miró el celular y cortó la llamada.  Miró perpleja al chico que había abierto sus ojos, como si hubiera estado durmiendo, pero sin pulso ni respiración.

— ¿Emi? ¿Qué te sucede...? —Ambos se miraban con vacilación. De pronto la chica se abalanzó sobre el chico, empujando y logrando que el chico cayese de espaldas. Alex, sorprendido, la tomo suavemente de la cintura.

— Estás vivo... —Emilie lloro sobre el chico, las lágrimas empapaban rápidamente la camisa del chico, quien no entendía nada y permanecía con los labios parcialmente abiertos debido a la confusión. —Creía que estabas muerto; no tenías pulso, ni respiración y no sabía qué hacer, y... que alivio que estas bien. — Emilie abrazó aún más al chico hundiendo su rostro en el pecho. Respiro hondo sintiendo aquel perfume, olor a madera. El chico abrazo a Emilie para consolarla y calmarla, sonrió levemente, sintiendo cada parte de sus cuerpos que se rozaban, ya que aquello no sucedía todos los días.

— No deberías haberte alterado. — Alex acaricio con lentitud la cabeza de Emilie, desordenando su cabello. —Yo soy invencible.

<<Hace un momento no tenía pulso.>>

La chica lo miro con sigilo, cayendo en cuenta, de que era imposible. Se alejó con desconfianza del cuerpo del chico.

—Hace un momento, no respirabas, tú....no tenías pulso. —La chica lo miró inquieta, y con muchas dudas. —¿Qué eres?

— Soy un humano... ¿Por qué me vuelves a preguntar lo mismo? — El chico masculló molesto al ver que volvía a preguntar lo mismo, mantuvieron la mirada fija en el otro.

— No, no eres un humano. ¿Qué eres?

Emilie miro fijamente al chico, pero a los segundos desvió la mirada cohibida y enojada. La mirada de Alex le provocaba a Emilie unos escalofríos que le recorrían la espalda y le dejaban una mala sensación en el cuerpo. El chico dejo de mirarla, se acercó a la ventana y miro las gotas deslizarse por el vidrio, hace ya unos minutos había comenzado a llover.

— Créeme, no quieres saber que soy realmente, pero, te lo diré todo. — Alex se giró para mirar a Emilie con intensidad y algo de temor. Ésta permanecía con un mal presentimiento. — Te contaré todo; todo lo que sé de la vida que vivimos anteriormente. — Emilie volvió a sentir ese mal presentimiento y se sentó en la cama, permaneciendo en silencio y escuchando solamente su respiración. Observo como Alexander se acercaba con lento y calmado, con la mirada algo sombría, hasta llegar a su lado. — Quédate quieta y confía en mí, no haré nada malo. Cierra tus ojos.

Alma EclipsadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora