Hay presión en el pecho, no puedo respirar correctamente sin evitar que la nariz me cosquillee, la cara deje de arder, la garganta me pica y el cabello se adhiera incomodamente contra la piel.
Con el dorso tallo los ojos, intentando retirar cualquier rastro de lágrimas, totalmente inútil por qué no dejan en salir por más que trato en hacerlo.
«Yo... Yo...»sentía las emociones acumulandonse en descontrol invadiendo cada fibra del cuerpo.
En medio de la oscuridad, un par de orbes no dejaban en devolverme la mirada, la tristeza solo se arraigaba con mayor fuerza a mi alma.
«Alguien, hay alguien...»presiono los labios temblorosos teniendo lentamente el control.
El ardor en las palmas comienza a manifestarse a la par que los sollozos inician detenerse.
Desconozco cuánto tiempo habrá pasado pero al cesar el llanto solo puedo permanecer inmóvil en la misma posición con los ojos cerrados temiendo abrirlos, y aquella imagen sea arrebatada de mi memoria para no volver.
«Cuando»el sonido de un movimiento alerta mis sentidos alzando la cabeza, me atrevo en abrir los ojos lista para actuar rápidamente sin pensar.
Me encuentro con unos orbes azabaches que retiran la vista al ver mi reacción.
—Finalmente has reaccionado —pronuncia las palabras dirigiendo la vista nuevamente al libro que sostiene en su mano como si nada.
Admiro al hombre unos instantes y despues a la ventana, observo que el manto amarillo ha sido reemplazado por uno negro. Volviendo la vista, me percató de una taza vacía sobre un plato sobre la mesa.
¿Cuánto tiempo habrá pasado....
—Solo un par de horas —habla leyendo la pregunta en mi mente.
Inmediato bajo la cabeza ocultandome tras el flequillo, sentía el calor subir hasta las orejas mientras encogía los hombros.
«Seguro me escucho llorar como una niña»la vergüenza recorría sobre mi cuerpo.
Sin embargo, tampoco había dado señales de importarle en algún momento y una parte de mi, más que estar avergonzada, me encontraba feliz por el simplemente haber estado alguien aquí.
—Gracias... —murmuro viendo al capitán que permanece sentado entretenido en su lectura.
Una punzada de culpabilidad atraviesa al notar lo blanco que está su piel y las sombras que adornan bajo sus ojos, el cansancio estaba cobrando factura.
Entonces, un mar de episodios resplandecen en mi cabeza obligando apretar las manos inconsciente.
—¿Ocurre algo recluta? —inquiere.
—N-No —aparto el rostro dirección a un punto perdido del suelo.
Extiendo las piernas entumecidas acercándome al borde de la cama con sumo cuidado de no usar las manos logrando sentarme.
Un rostro tras otro resplandecia en la cabeza.
«Muertos...»sentía la garganta demasiado seca.
Controló el impulso de alzar las manos y tocar mi rostro, acariciar aquellos mismos ojos que lograron verlo todo a gran detalle.
«Mis ojos»el temor a lo desconocido tocaba a la puerta sigilosamente.
Otra parte de mi que ha vuelto conmigo, ¿Podría considerase bueno o malo de acuerdo a lo que ví gracias a ello?
Escucho un sonido seco, miro que el capitán se ha incorporado avanzando a la mesa, tomar la taza para después andar hacia la puerta.
—Capitán... Sobre lo ocurrido...
