Sorpresa. Es la primera emoción que reconozco en su mirada. Una expresión que al igual debo tener pero no se ha de distinguir.
—Parece que lo hiciste bien —se coloca adelante a examinarme—. Eso le hará a Mike más fácil entrenarte.
«¿Entrenarme?»
—Seguro Hanjie también ayudará, se lo pidamos o no —menciona retirando la mirada—. Mike, dime. ¿Podrá estar lista a tiempo?
No comprendo.
—Seguro.
—Bien —encara—. Será mejor que estés lista para entonces.
Un escalofrío recorre en mi columna por sus palabras, igual a una advertencia.
Avanza—Capitan Levi, ella...
Se detiene al verme perfectamente al rostro. Parece plasmado unos segundos, pero luego camino decidido, tiene los brazos tensos, la boca apretada, los ojos transmitiendo un deseo.
Es más alto que yo, sus manos sujetan de mi chaqueta para que lo vea directamente al haber cortado distancia. Logra alzarme con su fuerza obligando a quedar de punta en los pies.
«Odio... Odio»hay tanto de eso en su mirada.
Percibo que nadie hace nada, nada al igual que yo. De forma extraña es como si entendíera las acciones que hace para molestarme en detenerle.
—Dime.
Su tono de voz es seco y calmado.
El gorro se desliza de mi cabeza sin poder impedirlo. Estoy descubierta y sus ojos se dilatan mayor aún.
—¿Eres una titan? —masculle apretando el agarre con todo su sentir.
«Titan»resuena esa simple palabra.
Una que logra tener gran efecto en las personas para llevarlas actuar intensamente que asusta.
Lo que me lleva a una posible resolución de lo que es.
Avanza—Calmate, Eren —ordena el capitán con una mano en su hombro—. Ella no es un titan —declara.
«Eren...»
Al oírlo obedece sencillamente mostrando más incógnitas en el rostro separándose por un par de metros.
«Él es Eren»lo observo atentamente. «Transmite tanto...»
Nada malo alertaba a plena vista.
Sin embargo las acciones del capitán aún están presentes.¿Realmente son por él? ¿O por mi? No, no lo sé.
Razona—Pero sus ojos... su cabello. Si no es... Entonces por qué...
—No lo sabemos y por eso nadie debe de saber de ella —advierte—. No hasta que se decida. ¿Lo comprendes?
Su autoridad es palpable, tanto que no necesita cambiar el tono de voz o alzarla para reconocerle.
El chico castaño asimila y asiente en afirmación tras unos segundos.
Gira y camina—Será mejor que ambos descansen, mañana les espera un gran día.
Llega donde la puerta, se oye como la abre y los dos salen de la sala cerrandola detrás sin decir nada.
El chico castaño luce pensativo, asciende la cabeza y la aparta. No puedo dejar de ver lo que transmite, lo que parece sentir. Tanta confusión.
—Lo siento, te debo una disculpa —habla apenado.
Sonrío intentando retirar la tensión.
Quiero descansar, no lo culpaba por lo que estaba bien. Comprendía mis circunstancias demasiado para hacerles frente.
