—Adelante.
Contraigo la mano en la escoba.
—Etto... —desvío el rostro del suyo—. Eh terminado.
Sacudir y limpiar. La tarea que me impusieron, más bien se me encomendo precisamente por él. Rota, ha bajado la tela que cubre su boca, instintivamente aparto mayor la mirada.
—Bien. Revisaré como lo dejaste —camina apartándose de la ventana.
Creo haber realizado un buen trabajo.
No obstante hay algo más.
Respiro—¿Cuando volvera.... Él? —cuestiono dudosa.
Los latidos de mi corazón podrían estar calmados, pero mi cuerpo permanece alerta del enterno reaccionando al mínimo movimiento. Desde el paisaje desconocido de la ventana, los muebles de madera en suelos y paredes, las partículas de polvo en la estancia.
Hay desconfianza, flota en el ambiente en un hedor incómodo y es mutua.
—Pronto —réplica al cruzar mi posición de pie.
Podría ser de baja estatura como yo, más su presencia sobresalía demasiado para tener aquello en cuenta, su voz es suficiente en agudizar mis propios sentidos.
«Pronto...»repito.
Tras un extenuante interrogatorio e incómodo examen médico gozaba de cierta movilidad limitada, no más la celda rodeandome o las cadenas en las muñecas, pero esto tampoco era alentador.
«Aun soy una prisionera»un hecho que tengo muy presente. «Pero... ¿Podría culparlos?»
El sonido de la madera crujiendo suena lejano e incrementa seguido.
Doy vuelta a la par que entra alguien a paso firme.
«¿Quien es él?»expresa inteligencia. «Es fuerte»admiro casi al instante después. «Casi iguala al azabache»cierto presentimiento me lo dice.
Se inclina haciendo que retroceda dudosa. No presiento peligro más me siento nerviosa. A punto de reaccionar por la cercania se detiene, admiro que aspira con su nariz a poca distancia de mi alrededor, aleja lentamente y ríe satisfecho.
«¿Q-Que fue eso?»se calienta mi rostro avergonzada. «Creo que acaba de olerme»de alguna forma la necesidad de ocultarme aflora.
No comprendía mis actos inconscientes en lo absoluto.
Más sonidos de pasos alcanzan mis oídos volteado ligeramente la cabeza captando mi atención. Varias ideas de quien podría ahora llegar me inquietan. La inseguridad y precaucion predominan en mi ser por completo.
Atraviesa el umbral—Oh, con que aquí estas —aparece la misma mujer castaña con anteojos.
«Hanjie-san»susurra el nombre mi cabeza.
Tiene vendado la zona del hombro, muestrau un rostro sereno que no podría culpar tener al ingresar la habitación.
Para junto el hombre y le sonríe de forma cordial en saludo.
«Tengo que disculparme»aseguro.
Quiero desaparecer la opresión en el pecho. Es molesto, es raro y alzó la cabeza a verle decida.
Cuervea los labios, avanza y se lanza aferrando mis manos con las suyas sustituyendo la escoba que cae al suelo. A atravesado mi propia defensa gracias a su velocidad.
—Me alegro haberte encontrado rápido.
El brazo afloja el vendaje con sus movimientos. No puedo pronunciar palabras de lo que sucede.