la verdad.

2.6K 215 11
                                    

conozco a mal más de lo que a ella le gustaría; apenas llegó al cuarto, supe que estaba llorando, a pesar de que, increíblemente, no se notaba en sus ojos. mi amiga había aprendido a llorar sin lágrimas en la isla porque "llorar es de débiles", pero ahí estaba ella. mal no lo sabía, pero había cierta energía en ella que yo podía sentir a metros y metros de distancia que me afirmaba que efectivamente, estaba llorando. jay y carlos habían ido a traerme un poco de comida y bebida, pues ya estaba lo suficiente débil, así que estábamos sólo mal, su tristeza, mi malestar y yo.

—mal, ¿qué pasa?—intenté pararme para ir a consolarla, pero fue ella quien vino a mí cuando escuchó un zumbido de dolor de mi parte.

—¡no te muevas!—exclamó, y se sentó a mi lado al borde de la cama—no me pasa nada, e.

la miré directo a los ojos con una cara seria y una ceja levantada. ¿me creía tonta o qué?

—¿me crees tonta o qué?—le pregunté, y ella miró al techo, para luego mojar sus labios y mirar hacia la ventana.

—ben y yo peleamos en frente de todos. y peleamos muy feo.—mi amiga torció la boca y soltó un suspiro.

me sentí la peor persona del mundo entero cuando sonreí para mis adentros al enterarme de que habían peleado. estaba siendo una egoísta, justo como mi madre. por dios, qué mal me sentí, pero a la vez, qué contenta me puse.

soy la peor amiga del mundo, ¿no es cierto?

—dios, evie, vengo a contarte mis penas mientras tú estás tan enferma,—mal se paró al instante y puso una mano en su frente y la otra en su cintura mientras caminaba por la sala—espera un momento... ¿dónde están jay y carlos?

—justo aquí.—carlos entró con bolsas de comida para los tres, pues no tuvimos en cuenta a mal, que tenía que atender sus "cosas". detrás suyo entró jay con tres botellas de agua, y, al verlos entrar sin nada para ella, fue a cambiarse a una ropa más cómoda, y, mientras comíamos, ella no dijo una sola palabra, tan sólo concentrada en el dibujo que hacía de quién sabe qué en ese misterioso cuaderno que no dejaba que nadie tocara.

—mal.—le llamé, y ella cerró el cuaderno al instante.

—evie.—esbozó una sonrisa nerviosa.

—vente, te invito un poco de mi comida.

—evie, tienes que alimentarte bien ahora que estás enferma.—carlos ni siquiera dejó que mal asintiera o se negara. oficialmente estaba enojado con ella, y se notaba que mal ya se había dado cuenta, pero no dijo nada. sólo arrugó la nariz y negó con la cabeza.

—sí, e, carlos tiene razón. hasta que te cures, tienes que comer bien.

—pero puedo invitarte tan sólo un poco de...

—evie, NO.—carlos dijo con un tono firme y el ceño fruncido. mal rodó los ojos y mordió su labio inferior.

—carlos, ¿podemos hablar un momento en el walk-in closet?—mal le pidió a mi amigo lo más amablemente que pudo, y él se metió un trozo de pollo a la boca.

—¿qué puedes decirme que los demás no puedan escuchar?—carlos se cruzó de brazos y mal inhaló profundamente. yo tenía ganas de gritarle a carlos que dejara de provocarla, pero me sentía demasiado débil. lo único que me quedaba era tragar saliva de los nervios y tomar la mano de jay, que había jurado protegerme, aunque yo sabía que, en el momento, la angustia también corría por sus venas.

—¿por favor?—mal trató de darle una media sonrisa dulce, aunque no lo logró por completo. aún así, carlos se paró y se dirigió hacia el walk-in closet, y mal lo siguió. cerraron la puerta y jay y yo nos miramos.

—¿qué crees que vaya a pasar?

—no estoy muy seguro,—me respondió—pero no creo que sea algo bueno.

—ya, carlos, háblame claro. ¿cuál es tu problema conmigo?—mal creyó que no, pero desde mi cama podíamos escuchar todo.

—no sé de qué hablas, mal. no tengo ningún problema contigo.—le mintió descaradamente, y escuché el tono que mal usa al hablar cuando empieza a enfurecerse.

—¡no soy tonta, carlos! ¿cuál es tu problema conmigo? ¿qué te hice?

— ¿no te parece un poco extraño que evie no haya querido que la cuidaras?

— mierda,— susurré a jay, y aunque traté de levantarme para interrumpirlos y que no me metieran en ningún problema, el dolor en mi pecho no me dejó— no, no, no, no puede ser.

mal se quedó en silencio unos segundos.

—sólo dijo que no quería ser una carga o algo así, y yo respeté su decisión, ¡eso es todo!

—¿y te has preguntado por qué cree que es una carga?

mal volvió a quedarse en silencio, pero esta vez mucho más tiempo de lo usual en una discusión. conociéndola, se quedó pensando en qué responder para no perder la disputa, porque si alguien en el mundo era mala perdedora, esa era mal. pero carlos no le dejó hablar.

—¿te has preguntado que quizá es porque la has estado tratando como una carga? ¿porque NOS has estado tratando como una carga?—estoy segura que a mal se le llenaron los ojos de lágrimas, porque lo mismo me pasó a mí—no, mal, no llores. ellos jamás te dirán nada, mucho menos evie, pero yo te voy a decir las cosas como son justamente porque soy tu amigo. y me vas a disculpar si estoy siendo muy duro contigo, pero...

mal salió del walk-in clóset y se fue de la habitación, y carlos resopló y se pasó la mano por el cabello. quizá se había pasado de la raya.

—carlos, carajo, ¿¡cómo se te ocurre!?—sentí todas las ganas del mundo de tirarle una bofetada de las buenas a mi amigo, pero estaba demasiado débil. quizá al curarme lo haría... si es que los cuatro seguíamos siendo amigos. porque lo que yo sentía por mal poco a poco había estado arruinando nuestro lazo, y con mal siendo novia del rey, mucho peor.

—¿acaso dije algo que no fuera verdad?

jay y yo nos quedamos callados.

Aquí EstaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora