mal de amores.

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—te prometo que vendré en un momento, en serio.—mal me juró, y yo asentí ligeramente; una vez más, tenía cosas que hacer. después de todo... era la futura reina de auradon.

apenas salió y cerró la puerta, carlos se sentó en su cama enérgicamente, y dio un fuerte zapatazo.

—¡sabía que era mala idea dejarte sola! ¡maldita sea!—exclamó frustrado, y tanto jay como yo nos alarmamos.

—tranquilo ahí, amigo.—dijo jay, y carlos trató de relajarse, por más difícil que le fue. se notaba en sus ojos y en su respiración; en el momento, la furia de mi amigo podría llevarlo hasta el crimen.

—pero a ver, ¿cómo carajos fue que terminaste así? te dejamos triste, evie, no agonizante.

desde mi cama, revisé que no hubiera nadie cerca de las ventanas, y le pedí a carlos que cerrara con llave la puerta. apenas lo hizo, saqué el móvil y les hice una señal para que se acerquen a ver lo que tenía.

—no le dije nada a mal ni a los doctores...—les confesé a mis dos amigos—pero yo sé qué me pasa.

los chicos se miraron, y luego dirigieron su mirada hacia mí.

—evie, te juro que...—carlos empezó a enojarse aún más de lo que ya estaba por mi confesión de no haber dicho nada, pero una mirada de jay que le pedía que se calme lo relajó, soltando a la vez un suspiro—¿qué tienes?

—investigué por mi cuenta cuando mal se fue al baño mientras ustedes venían... esta enfermedad es totalmente ridícula, pero es cierta.

carlos trató de leer lo que decía en mi móvil, pero no veía nada. múltiples veces le habíamos dicho que debía usar sus gafas, pero él insistía en que se veía como un nerd con ellas, así que fue jay el que se acercó y habló en voz alta.

—¿mal de amores?

—¿qué?—carlos frunció el ceño pensando que jay estaba bromeando, pero no.

—en serio, bro, la enfermedad se llama "mal de amores".

no pudieron evitar una pequeña carcajada, y no los culpo. el nombre de la enfermedad era ridículo; es más, yo también aguanté una risa al leerlo, porque si en realidad soltaba la risa, me dolería el cuerpo, la cabeza y la vida.

una vez serios de nuevo, jay tomó el móvil y caminó alrededor de la habitación mientras leía lo que había encontrado en internet.

—esta condición es mucho peor de lo a que la expresión "mal de amores" se refiere. los síntomas son fiebre alta, vómitos, ardor de ojos, palidez, sequedad de labios y el más profundo y desgastante dolor de pecho.

carlos me miró angustiado, como diciendo "¿todo eso sientes?", y yo asentí con un leve puchero y los ojos llenos de lágrimas. sentí que mi corazón se encogía y cerré los ojos con fuerza para no gritar de dolor; lo último que necesitaba era atención de los demás. yo solamente quería dormir y despertarme cuando estuviera sana.

—lo más peligroso de esta enfermedad—continuó jay—es que ¿¡ES MORTAL!?—mis dos amigos me miraron impresionados, y yo aparté la mirada con un suspiro—y su única cura no es sencilla de conseguir.

—¿cuál es?—preguntó carlos, esperanzado. yo sabía que él haría lo que sea por conseguirla... el problema es que no era una poción, un polvo o un hechizo. era algo imposible de conseguir... al menos para mí.

jay resopló y apagó mi móvil.

—un beso de amor verdadero.

los tres nos quedamos en completo silencio. sabíamos que doug no funcionaría; recién íbamos empezando, él no me amaba, e incluso si sí me hubiera amado, yo lo quiero mucho, pero no lo amo. a quien yo siempre había amado era mal, pero sabía de sobra que no había manera alguna de que me correspondiera.

—chicos, voy a morir.

—¡DILO DE NUEVO, EVELYN! ¡TE RETO!

—¡CARLOS!—jay le gritó a mi amigo, que se sentó en el piso al instante y falló en sus intentos de no llorar.

desde que carlos se enteró de mi amor por mal, su actitud cambió. se ponía más agresivo a veces, casi no le hablaba a mal, y quería estar conmigo todo el rato... un poco más y me acompañaba al baño. por desgracia, verme sufrir por ella le había generado resentimiento, y yo detestaba la idea de haber arruinado una amistad. pero tan sólo recordaba aquel sentimiento de vez en cuando; lo que no me dejaba dormir por las noches era el dolor que me provocaba algo más.

"claro que te amo, ben. siempre te he amado."

—¡tengo una idea!—exclamó carlos mientras se incorporaba, y el sonido tan fuerte hizo que mi cabeza se desconectara: me desmayé.

pero al menos sabía que carlos tenía una idea.

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