Era un día soleado, era pleno verano. El sol inundaba cada rincón del instituto, entraba por las ventanas y daba una tenue luz en los interiores de las aulas especialmente el lugar donde entrenaba su pequeño y dulce amigo; Nishinoya Yu, el libero del equipo de vóley. Siempre iba observar sus partidos de práctica, admiraba la tenacidad que tenía al querer seguir intentándolo una y otra vez. Realmente, se sentía cómoda sentada en esas gradas. Era como su segundo hogar.—¡Eres increíble Nishinoya! — Grito desde los asientos con un pequeño sonrojo.
Los ojos marrones volvieron a ella/e, en esos grandes y brillantes ojos se veía el cariño que tenía.
—¡Gracias, linda/e! — Sonrió levantando sus pulgares, esa calidez que invadía el pequeño y energético de Yu lo hacía querer correr para hablar horas y horas sobre el partido, dar unas claras indirectas acerca de él gran amor que sentía hacia esa/e pelicastaña/e.
Uno de los más alto de su equipo se fijo en lo emocionado que se encontraban ambos.
—Nishinoya-San, deberías de brincar más alto. No creo que con esa estatura logre verte. — Habló sarcástico.
La rabia invadió el cuerpo de él número 4.
—¡tsukishima, bastardo! — Brinco hacia el, después de todo era una pequeña pulga contra una gran garrapata.
Su mejor amigo, Ryu. Le jalo de un tirón, logrando susurrar al oído un consejo:
—Nishinoya, deberías calmarte. Tu chica/e esta mirándote. ¡Actúa como el gran Nishinoya!, además Daichi esta enojado.
El chico rapado tenía razón, debía calmarse. Respiro hondo y sólo esperaba que el partido acabase.
...
Un chico corría, su respiración estaba agitada, sus nervios estaban de punta, el sudor bajaba por su frente. De no ser por las penitencias no habría tardado tanto y la habría alcanzado. El pequeño ramo de flores ya solo tenían el tallo y la carta perfumada y sellada ahora están arrugada.
A lo lejos observó una silueta, no era muy delgada/e, inmediatamente la reconoció. Le encantaba su cuerpo, amaba abrazar ese rellenito cuerpo y pronto quería besar esa linda barriga.—¡heeeeey! — Grito meneando el ramo de un lado a otro, llamando su atención.
La chica/e, le sonrío volteando su cuerpo, espero paciente a que su preciado amigo le alcanzará. Cuando el más bajo de los dos llegó, habló :
—¿pasa algo?, Nishinoya-senpai. — Preguntó curiosa al ver cómo llevaba un ramo de flores maltratado y una carta en la mano.
Su corazón dio un tirón, no quería hacerse ilusiónes tan pronto.
El pelicastaño tomó una gran bocanada de aire, y gritó lleno de emoción:
—¡Me gustas, sal conmigo porfavor! — Expresó haciendo una reverencia extendiendo la carta y el ya muerto ramo. Las lágrimas de frustración querrían salir, el silencio solo hizo que su corazón se acelerará más y más.
Un pequeño momento, uno donde sabía que sería el hombre más feliz de su vida fue cuando su contraria/e le tomó del brazo jalando su cuerpo hacia el, fundiendo ambas bocas en un dulce y estático beso.
—¡tambien me gustas, Nishinoya! — Gritó de igual forma, con una enorme sonrisa en sus labios.
La alegría no le entraba en el cuerpo, cargando a su ahora novia en sus brazos.
—¡Ahora eres mi novia, solo mía! — Grito aun más fuerte.
El coach salió de la tienda, con un cigarro en la boca.
—¡Callate, Nishinoya! — Amenazó enojado.
El menor se disculpo múltiples veces, mientras tomaba la mano de su ahora novia y tal vez futura esposa.