Renata se despertó con el sonido de la puerta de entrada al piso, despertándola al instante y poniéndola en alerta mientras intentaba incorporarse. Lo último que recordaba era que se había quedado dormida en el suelo junto a James mientras veía a Harry representar su espectáculo de marionetas. Pero se encontró relativamente desconcertada al intentar sentarse y encontrar a Harry profundamente dormido sobre su pecho. De repente, no supo qué hacer, ya que era raro que Harry fuera el último de la casa en despertarse. Sin embargo, cuando levantó la cabeza, vio que era James que volvía de dondequiera que hubiera ido esa mañana.
Ya estaba vestido, con un par de bolsas en la mano como si hubiera hecho algunas compras, y había una sonrisa en su rostro mientras se acercaba al sofá. Probablemente no se dio cuenta en ese momento de que su pelo era un absoluto desastre en ese momento, pero parecía encajar perfectamente en el peinado de la casa. A pesar de que James le sonreía, todavía había una sensación de preocupación que revoloteaba en su pecho, esperando que todo estuviera bien con él. Parecía que James era capaz de escuchar sus pensamientos mientras se dirigía a colocarse detrás de ella.
-Todo está bien- la tranquilizó mientras se inclinaba sobre el respaldo del sofá, mirándola directamente. De repente, sintió que se le había hecho un nudo en la garganta al encontrarse con su mirada, aún no había dicho nada, temerosa de darle un puñetazo en la cara con su aliento matutino.
Su sonrisa pareció crecer al no hablar ella mientras lo miraba fijamente -Terminé despertando antes que ustedes dos y decidí salir un rato, espero no haber sido yo quien los despertara.
-Eh, no- dijo ella, manteniendo la cabeza dirigida hacia abajo mientras hablaba -Sólo me estaba despertando cuando usted entraba, así que no hubo daño. Simplemente no quería moverme porque no quería despertar a Harry.
Su voz se apagó durante unos segundos mientras ambos miraban a Harry, que seguía dormido, con los párpados revoloteando porque parecía haber entrado en una especie de sueño. De vez en cuando, sus labios se movían, formando una sonrisa, y su cuerpo se sacudía ligeramente en forma de risa. Fuera cual fuera su sueño, parecía ser uno bueno. Renata miró a James, preguntándose si estaba asimilando el precioso momento, sólo para descubrir que él seguía mirándola a ella.
Estaba segura de que se estaba sonrojando fuertemente, podía sentir el calor de su piel, especialmente en toda la cara mientras desviaba rápidamente la mirada. Había algo en el aspecto de James aquella mañana que le provocaba súbitas palpitaciones mientras intentaba ajustar su respiración. Ni siquiera se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración durante tanto tiempo hasta que empezó a sentir el dolor en el pecho.
-¿Quiere que empiece a desayunar, señor Potter?- preguntó, sin atreverse a mirar directamente en su dirección. Pero con el rabillo del ojo pudo ver que él miraba hacia otro lado cuando ella se dirigía a él.
-No- respondió después de aclararse la garganta -puedo hacerlo sin problemas. En realidad, quiero que abras esto.
Justo cuando estaba a punto de preguntarse qué debía abrir, Renata se encontró de repente con un sobre delante de su cara que la hizo dar un ligero salto. Por supuesto, estaba bastante confundida por la presentación de lo que parecía ser una carta, pero se movió cuidadosamente para cogerla sin molestar a Harry. No había nada en el frente que dijera que estaba dirigida a ella o que fuera de alguien más, así que sólo podía suponer que lo que había dentro era más que probable que fuera del propio James.