LOS HILLS.

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“Somos una casualidad llena de intención”
- Mario Benedetti.

Eran las 12:00 hrs de un lunes por la mañana del año 2000, Daniel Hills despertaba con una jaqueca horrible después de una noche de borrachera en su bar favorito y más cercano llamado “The Hole”.

- ¡Mierda! Exclamó cuando recién despertaba, tenía una cita a las 12:30 hrs con un cliente.

Alrededor de la cama yacían varias botellas vacías en su mayoría de tequila y algunas latas de cerveza, las bebidas alcohólicas favoritas de Daniel, no solamente de él. Resulta que su padre el Sr. Alejandro Hills tenía mismos gustos que heredó a su hijo, decía que el Whisky era lo más ordinario que encontrabas en la mayoría de las tiendas, odiaba lo “ordinario”, por ende cambiaba frecuentemente de trabajo, en cuanto las actividades de su trabajo se volvían demasiado rutinarias, de inmediato comenzaba a buscar otro trabajo, en cuanto lo conseguía renunciaba al anterior, le gustaban los nuevos retos, las nuevas actividades, y afortunadamente gozaba de varias habilidades, motivo por el cual el cambiar de trabajo no era un reto, y aunque lo fuera, le encantaban los retos.

- Bueno, maldito alcohólico de mierda, tienes 30 minutos para no oler a mierda, cambiarte, pasar por algo de comer y reunirte con tu cliente.

Tomó un baño de 5 minutos solamente para despertar, notó que tenía rasguños en la espalda, sonrió al recordar los gemidos de aquella chica cabello rojizo de chaqueta de cuero llamada “Sarah”, no tenía cara de Sarah sino de “Chloe”, ¿A quién le importaba el nombre? Fue un buen sexo y eso es lo que importa. A Daniel no le interesaba en lo absoluto mantener alguna relación estable, formal y seria con alguien, su forma de interactuar con personas era en un entorno sexual o amistoso, no había un punto medio, su última relación formal fue a los 16 años con una chica llamada Karen.

- Con que Karen, ¿Eh?
- Me arrepiento de haberte contado.
- ¿Por qué? Todavía no le he contado nada a tu madre, y tampoco he dicho algo bochornoso.
- Igual no te emociones tanto, no me van las relaciones amorosas.
- ¿De qué hablas Dan? Tienes 16 años, prácticamente las relaciones amorosas que tienes en estos momentos son un tipo “calentamiento”, eres un niño aún, no sabes lo que realmente es una relación madura, hay muchas cosas buenas, muchas malas, existen demasiados factores que influyen en ellas y determinan si una relación es sana o es destructiva, tantos sentimientos, felicidad, llanto, tristeza, miedo, amor, pasión …..
- Ewww, no tengo ganas de hablar de sexo contigo, suficiente tengo con las pláticas de la escuela como para que tú igual vengas a hablarme de un tema tan asqueroso.
- Jajaja Dan, pasión no solamente es sexo, y no hay nada de asqueroso en el sexo, es de las mejores cosas de la vida, pero como te dije, eres aún un niño, te falta muchísimo por recorrer.
- Bueno, pues a este niño no le gusta hablar de sexo y mucho menos con sus padres.
- ¿Qué, no me tienes confianza?
- Padre, te tengo mucha confianza, pero hay ciertos temas que no son cómodos de platicar con tus padres, por el simple hecho de que son tus padres, preferiría contárselo a un extraño cualquiera antes que a mis padres.
- Comprendo, supongo me sentía igual de niño, de igual forma si aquel extraño no tiene un buen consejo y sigues con dudas, ¿Vendrás con papá?
- Solamente si el consejo del extraño no me convence por completo.
- Hecho, ahora prepárate para la escuela, es tarde y tu madre se volverá loca.

El padre de Daniel era de las personas más graciosas que pudieras conocer, siempre tenía un buen chiste, alguna ocurrencia para poder alegrarte el día, era de esas personas que tan sólo verla te contagiaba el buen humor, en cuanto a su apariencia física tenía 36 años, era fornido, tez blanca, cabello rubio, ojos azules, nariz grande y medía 1.80 metros



Dónuts de dulce de leche era el desayuno favorito de Daniel, “Dough, los gigantes” cerca de Madison Square Park era el mejor sitio para comprarlos, y quedaba cerca del Parque, lugar de encuentro para su cliente. Muchos investigadores privados preferían ver a sus clientes en lugares diversos, nunca en un mismo sitio, no contaban con oficina/lugar de planta, esto debido a que el trabajo implicaba cierto riesgo, lo mejor era no dar ubicaciones, nunca sabes lo enfermas que pueden estar las personas, a pesar de todo, no aceptaba cualquier caso, una vez que se presentaba alguno, debía de haber un periodo de tiempo suficiente para investigar a la persona que lo estaba contratando, después del proceso de investigaciones se determinaba si el caso o la persona eran factibles para aceptarlos.

- Buenos Días Sra. Caballero. – Saludó Daniel.
- Buenos Días Sr. Hills. – Regresando el saludo.

Le agradaba la Sra. Caballero, era formal, directa y seria. Actualmente investigaba un caso de infidelidad, usualmente las personas que acudían a él por ese tipo de casos contenían demasiado drama, incluso uno de sus clientes intentó abrazarlo y llorar en él alguna vez, motivos de sobra tenía para descartar cualquier trabajo de aquellos, pero la Sra. Caballero era demasiado calmada y necesitaba dinero para el alquiler, así que aceptó el caso.

- Bien, estuve siguiendo a su marido toda la semana de acuerdo al horario que me proporcionó, de lunes a viernes las actividades realizadas por su parte se acoplan a lo descrito, excepto por el fin de semana.
- ¿Cómo se llama? – Interrumpió la Sra. Caballero.
- ¡Demonios! pensó Daniel, es tan directa que ni siquiera le importa oír la historia completa.
- Seguramente piensa que soy una mujer sin corazón Sr. Hills, sin embargo, le diré algo, no soy la típica doncella llorona que suplica al cielo para que su esposo no sea infiel, quiero a Ricardo, sin embargo, hace tiempo que es distante conmigo, la relación no es la misma, no lo aburriré con los detalles de mi amor fallido, tan sólo quería pruebas para el divorcio, le dediqué 27 años de mi vida, no me separaré sin obtener algo a cambio.
- Bueno, no solamente tengo los comprobantes de las compras que ha hecho para su amante, sino también tengo muchas fotografías comprometedoras que se encuentran en este sobre amarillo. – Comentó Daniel mientras entregaba el sobre.
- Gracias, esto será suficiente para obtener algo en el divorcio, pero …
- Linda Domínguez. - Interrumpió Daniel, es el nombre, lo escribí en el reporte del sobre blanco.
- Muchas gracias, aquí tengo su dinero, el 50% restante del trabajo, agradezco mucho sus servicios.
- Por nada dijo Daniel, buen día.

La Sra. Caballero se dio la vuelta agitando su cabello y dejando el aroma a lavanda de su cabello.

- No puedo creer que hayas crecido tanto en tan poco tiempo.
- Mamá, ¿Puedes no apretarme tanto? – Se quejó Daniel.
- Lo siento Danny. - Beth soltó a Daniel de un afectuoso abrazo. Tan sólo no puedo creer que cumplas 18 años, parece que fue ayer cuando apenas tenías 10 años, e hicimos una fiesta sorpresa en el jardín, con tus amigos, dinosaurios de juguete, sodas y dulces para los niños.
- Sí, bueno, ahora cambié los dinosaurios por los videojuegos.
- Sí, estás madurando, supongo debo agradecer que dejaras que te hiciera una pequeña fiesta, ¿Jill vendrá, cierto?
- Supongo, ¿Por qué preguntas?
- Me agrada, es una buena chica y se ven hermosos juntos.
- Mamá, somos mejores amigos, no la veo de esa forma. – Respondió Daniel haciendo gesto de disgusto.
- Sí, claro. - Beth procedió a ponerse un poco de perfume olor a lavanda alrededor de su cuello.
- ¿Demasiado? - Preguntó Beth.
- No, respondió Daniel, huele bien, de hecho, me agrada demasiado el olor.
- Es el mismo perfume que utilizaba tu abuela, lavanda.
Beth Jonson, era una mujer hermosa de 35 años y 1.65 metros de altura, cabello castaño, ojos marrones, facciones finas, y sobre todo una hermosa sonrisa, en cuanto a personalidad era cálida pero firme, tierna pero imponente, protectora pero proporcionando libertad, cocinaba delicioso y tenía gusto por la natación.

- ¿Me podría regalar una moneda? No he comido nada el día de hoy. - Preguntó un vagabundo.
Daniel despertó del recuerdo que lo llevó el olor del cabello de la Sra. Caballero,
- Aquí tienes. - Daniel sacó unas cuantas monedas de su pantalón y las entregó.
- Gracias, buen día.

Un trabajo más había finalizado, Daniel tenía dinero suficiente para pagar el alquiler, aunque debía juntar un poco más para comida a fin de mes, era esa época mala del año en la que tenía muy pocos clientes, así que tenía que aceptar casos que odiaba, tales como investigación de infidelidades.

Fue a casa, comió un poco de estofado que tenía en el refrigerador junto con una cerveza de raíz, terminó su comida, prendió la TV, se puso a ver una pelea de box en vivo, sacó otra cerveza del refrigerador, la bebió mientras finalizaba la mitad de la pelea, apagó la TV y comenzó a limpiar un poco el apartamento, lavar la ropa y preparar algo de comida para los siguientes dos días, la limpieza era un hábito que había desarrollado, lo hacía cada lunes, no era como si tuviera muchas visitas en la casa, pero le gustaba tener orden, o al menos pretender que así era.
Una vez finalizada la rutina de limpieza del día Lunes, alrededor de las 7 de la tarde, decidió que le vendrían bien unas cuantas copas en su bar favorito, y tal vez conseguir un poco de sexo, por lo tanto tomó una ducha, se vistió y se dirigió a “The Hole”, caminó unas cuantas calles para llegar a él, al llegar se sentó en la barra.

- ¿Lo de siempre? - Preguntó el barman.
- Lo de siempre. – Aseguró Daniel.

Le sirvió dos chupitos de tequila y un tarro de cerveza, era costumbre de Daniel tomar el primer tequila al inicio, beber la cerveza y al terminar el tarro beber el otro.
A Daniel le gustaba observar personas cuando estaba sentado en la barra y adivinar cuál era su historia, pero esa noche no había nadie interesante al menos para él, tampoco encontró alguna chica que le gustara, en realidad el bar se encontraba bastante vacío, suponía que debía ser por el día, así que decidió dedicarse únicamente a beber y ver un partido de Soccer que estaba en la única pantalla del bar.

- ¿Tomarás otra ronda? - Preguntó el barman.
- No, ya bebí tres, estoy algo ebrio, ahora iré a mi casa a dormir. – Respondió Daniel
- No te culpo, no vi ninguna cara bonita hoy.
- Aquí tienes, quédate con el cambio.
- Gracias, descansa y ten cuidado en el camino, no queremos que estas propinas desaparezcan, ¿Cierto?
Daniel salió del bar alrededor de las 10 de la noche, en realidad era demasiado temprano, su apetito por comida era nulo, pero su apetito por dormir era inmenso, se tambaleaba un poco, llegó a casa, se quitó toda la ropa excepto la interior, se tumbó en la cama y durmió profundamente.


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- ¡No, usted está mintiendo! - Gritaba Daniel furioso.
- Chico, sé que es difícil de procesarlo, pero lamentablemente estos son los hechos, me tienes que acompañar a la morgue para reconocimiento de los cuerpos – Comentó el policía en la puerta de su casa.
- ¡NO! ¡Cállate, ellos no pueden estar muertos! Ellos tan sólo salieron a cenar.
- Tienes que calmarte, te diré lo que haremos, subirás al carro e iremos …..

Daniel no escuchaba nada más, veía los labios del policía parado en su puerta, pero no salían palabras de su boca, solamente escuchaba un pitido fuerte que tapaba sus oídos. El pitido paró después de unos segundos y se convirtió en el tono de llamada de su celular, Daniel estaba entredormido, le pesaban los ojos, no sabía dónde se encontraba, después de unos cuantos segundos, consiguió despertar, aturdido tomó el celular alado de su cama en el buró, no miró el número, respondió:

- Dan, mamá ha muerto. – Decía la voz del otro lado del teléfono.

TRES DIAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora