『Mirate』⸾YoonSeok⸾

「77」

⸙Yoongi]

La vuelta se me hizo infinitamente más corta que la ida. Es normal, siempre suele pasar eso, pero en mi caso influía que en el segundo trayecto mi pareja de asiento era Hoseok. Se pasó todo el viaje durmiendo porque la noche anterior a penas pegó ojo. Supongo que el estar cayéndote de cansancio era un buen incentivo a pensar que mi hombro era la mejor almohada del mundo.

- ¿Dónde estamos?

- ¿Ah? Oh, has despertado –reí por el desconcierto con el que miraba todo su alrededor. Tenía el pelo alborotado y las mejillas hinchadas por la reciente siesta. – Buenos días, bello durmiente.

- ¿Dónde estamos? –repitió sin prestarme antención.

- Ya estamos en la ciudad. Llegaremos en un cuarto de hora aproximadamente.

- ¿A mi casa?

- Al colegio.

- ¿Vamos a dar clase?

- No, bobo. Una vez allí cada uno se vuelve a su casa.

- Ah –se quedó un rato más mirando a su alrededor, y repentinamente, se agarró de mi brazo y volvió a recostarse en mi hombro, restregando su mejilla varias veces antes contra él. – Me he divertido mucho estos días.

- Podemos repetirlo cuando quieras.

- Podemos ir a la playa.

- A donde tú quieras.

- O a la montaña... o a la selva... ¡a la selva, a la selva!

- A donde tú quieras –repetí sonriente, disfrutando de su emoción. Él rió y acercó su nariz a mi cuello, acariciándome suavemente con la punta de esta. Reí y encogí mis hombros. – Me haces cosquillas –declaré entre ligeras risas.

- ¿Te hago cosquillas? –asentí y él lo repitió unos segundos más, riéndose a mi par antes de dejar un pequeño beso. – Ahora se siente bien, ya no haces cosquillas.

- ¿Sabes qué? –dio un último beso y volvió a acomodarse sobre mi hombro, aún agarrando con fuerza mi brazo. Eché un rápido vistazo por la ventana antes de mirar a Hoseok. Ya nos acercábamos al colegio. – Eso me recuerda a un juego.

- ¿Un juego?

- Me lo enseñó Jaebum. Es el juego de los médicos. –Fruncí el ceño y le miré prestándole más atención. De un segundo a otro mis sentidos se pusieron a alerta. No me gustaba hacia donde iba dirigiéndose la conversación. – Uno hace algo al otro, y el otro le dice como se siente. Es fácil.

- ¿Cuándo te enseñó eso?

- Cuando fui a su casa a estudiar. Pero tampoco llegamos a jugar mucho. No me gustó y paró... ¿Yoongi? ¿Yoonie, estás bien?

- Sí, no importa. Estoy bien.

Se inclinó sobre mis labios y dejó un beso muy corto.

- No te enfades.

- No estoy enfadado.

- No jugamos si no quieres.

El autobús frenó, deteniéndose frente a la gran entrada de nuestro centro escolar. Me quité mi cinturón y luego me incliné para quitárselo a Hoseok. Él permaneció sentado mientras yo me puse en pie para sacar nuestras mochilas de los estantes de arriba. Cuando fui a darle el suyo, vi que me estaba mirando con un puchero. Suspiré, y tras dejar su mochila en el suelo, me incliné a besarle.

- Claro que quiero jugar contigo. No estoy enfadado.

- ¿Me lo prometes?

- Te lo prometo –mentí.

Minutos después fui directo a la casa de Jaebum en busca de explicaciones. Estaba cabreado, estaba muy enfadado, tanto que no podía separar mis puños. Todo mi cuerpo estaba tensado, a la espera de encontrarme con Jaebum.

¿Qué iba a hacer?

No lo sabía exactamente. Probablemente le hubiera pegado. Le habría insultado y hasta echado en cara todo lo que llevaba guardándome este tiempo. Quizás me habría sincerado de una vez por todas.

Pero no lo hice.

Cuando llegué a su puerta, una de las asistentas de la casa me abrió la puerta. Me dijo que Jaebum había muerto en un accidente de moto la noche pasada.

Se cayó por un barranco.
Recuerdo que en ese mismo momento, podían escucharse unos lloros infinitamente más estridosos que los míos. Venían de un balcón al otro lado de la calle. Cuando se lo conté a Hoseok él también lloró, pero en silencio.

No supe si sentirme mal por no llorar lo suficientemente alto, o lo suficientemente bajo. De cualquier forma le pedí perdón a Jaebum. Le pedí que bajara él mismo y me dijera exactamente como llorar.

No lo hizo. Era obvio.

No lo hizo.