「37」

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⸙Yoongi] 

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⸙Yoongi] 

Estuve casi diez minutos abrazando a Ho, con el corazón a mil por hora, preocupándome por cada movimiento que hacía, lo cual le sacaba expresiones de dolor aún estando dormido. Estaba hecho un cuadro, uno que me conocía muy bien, pues con mi grupo de amigos no era la primera vez que veía a alguien de esa forma. Teníamos peleas continuamente, y aunque en el caso de algunos preferíamos no participar en abusos físicos, siempre que había violencia por parte de los dos bandos no había nadie que se salvara. Incluso yo me había llegado a encontrar en peores condiciones que Hoseok en ese momento, pero por algún motivo verle a él de esa forma dolía más que cualquier cosa. Dolía por primera vez, que era lo más extraño.

Cuando Jungkook llegó no hizo falta que dijera media palabra para saber que ya no era necesaria mi presencia. Por mucho que quisiera, Hoseok estaba en buenas manos. Quizás hasta en mejores.

- Ey Yoongi –me llamó el menor antes de que cerrara la puerta del baño a mis espaldas. Me giré y eché un vistazo a Hoseok inconscientemente antes de mirarle a él. – Dile a Jimin que tenía razón. Y que no quiero tener nada que ver con vosotros. Con ninguno de vosotros.

- Nosotros no somos así –respondí sin pensar. No éramos eso. No éramos Hoseok dormido, sin fuerzas a base de golpes y gritos de socorro. Me lo repetiría mil veces si hacía falta.

- ¿No eres igual que tu amigo? ¿Estás seguro? –hablaba pausadamente, con una mirada tan afilada que cortada cualquier diferencia de edad o supuesta madurez. No era un niño, era demasiado intimidante para ello.

- No lo soy.

- Puedes negarlo, pero la realidad es la que es. Dais asco. Sois la peor mugre con la que me he encontrado en mi vida. Cuando alguien tiene algo de lo que sacar provecho, algo bonito, lo mancháis y pisoteáis hasta que se vuelve tan podrido como cada uno de vosotros. –Inspiré hondo, intentando aparentar que no me afectaban sus palabras. Que no eran ciertas, y por lo tanto carecían de importancia. – No quiero que os acerquéis a mí o a cualquiera que me importe.

- No puedes decirme qué hacer.

- Lo estoy haciendo en este momento.

Quise responder. Quise descargar toda la frustración que comenzaba a invadirme directamente con él, pegarle con todas mis fuerzas, romperle y seguir destrozándole hasta que no quedara nada. De hecho no solo a él. En ese momento me sentía con voluntad de quemar el mundo entero, de pisotearlo hasta que solo quedaran migajas.

Y el portazo que di al cerrar la puerta del baño tan solo fue el principio de mi rabia. Cada pisada que resonaba por los pasillos se unía en un dúo al recuerdo de los llantos de Hoseok, de las palabras de Jungkook, de mis propios pensamientos más torturadores que cualquiera de los dos casos anteriores.

En la salida se encontraban Jimin y Jaebum, este último riéndose mientras se frotaba con indiferencia la mandíbula, la parte donde había recibido una patada del menor. No pensé ni un segundo las consecuencias que tendría el que yo le pegara un puñetazo en el mismo sitio, tan solo lo hice.

- ¿Qué mierda? –exclamó tras escupir varias veces sangre, pues acababa de abrirle nuevamente la herida.

Jimin me miró con la intención de meterse en medio, pero al segundo decidió quedarse apartado. No era su problema, no tenía porque posicionarse de ninguna parte. Tan solo no iba con él. Esto pasaba continuamente en el grupo, peleas por doquier que terminaban con miles de heridas y varias risas.

- Casi lo matas, jodido psicópata.

- ¿A Hoseok? –sonrió y volvió a escupir a un lado, limpiándose seguidamente el labio con su propia lengua. Casi parecía que disfrutaba del sabor de su propia sangre. Era escalofriante, pero nada sorprendente. No en él. – Lo tenía controlado, sé cómo funciona eso.

- Tu control es una mierda.

- Yoongi, deberías calmarte –intervino Jimin intentando agarrarme del brazo. No iba con fuerza, de hecho era consciente de la situación y por ello ponía delicadeza en cada acto, pero aún así le aparté con toda la brusquedad posible. Si alguien me iba a tocar en ese momento, no sería a base de caricias.

- No, Jimin, déjale. Que diga lo que tenga que decir.

Y entonces me di cuenta de que en realidad no había nada que quisiera soltar por la boca, porque no existía nada que me quitara de culpa. Pero aún así no me lamentaba de mi día a día. Yo era como era, aún dando todo el asco del mundo, así era yo. A veces me desgarraba el alma pensarlo, pero era inútil lamentarse, pues no había forma de cambiarme.

- Tío, estás loco.

- Yoongi –esta vez Jimin no me tocó, no se atrevió, pero aún así si que volvió a avanzar los pasos que yo le había apartado con un empujón. – ¿Estás bien?

- ¿No os habíais metido nada antes de llegar? –ahora era una conversación entre ellos dos. Una sobre mí que no me extrañaba en absoluto, ya que a cualquiera le sorprendería toparse con mi rostro descomponiéndose en carcajadas de un segundo a otro.

Reí con toda mis fuerzas. Me apoyé en el muro y seguí riendo, ahora de cara a él. Y me moría de ganas de llorar, pero solo salían carcajadas, una tras otra, desestabilizándome hasta rozar la locura con la punta de mis dedos.

Era eso. Me estaba volviendo loco. Yo no era diferente a Jaebum, no iba a ser tan hipócrita de excusarme cuando había hecho exactamente lo mismo un tiempo antes. Tal como había dicho Jungkook, daba el mismo asco que él. Todos lo dábamos.

- Ey Jimin –ambos me miraron, uno preocupado y el otro curioso por lo siguiente que fuera a hacer. Ahora más calmado tan solo sonreía débilmente. Mi pecho se sentía apretado, pero seguía sonriendo. – tu novio me dijo que no te le acercases más. Que no nos acercáramos ninguno del grupo a él. Ni a Hoseok o cualquiera que le importe. –el rostro del castaño iba descomponiéndose a medida que las palabras brotaban de mis labios. – Ah. Y también dijo algo de que tenías razón, pero eso no lo entendí.

- ¡Joder! –le dio un puñetazo a la pared, seguido de un segundo y un tercero. No fui a detenerle, no me necesitaba para ello, pues ya lo hizo él cuandolo vio necesario, terminando por arrastrarse por el muro hasta tocar el suelo. – Jodido niñato. Hasta que se da cuenta.

- ¿Me he perdido algo? –intervino Jaebum sonriente. Era el único que no había cambiado desde el comienzo de la situación. Su sonrisa era la misma. La misma de siempre, de todos los días y todos los momentos.

- Al fin Jungkook reconoce que eres un imbécil –respondió el más bajo de los tres, riendo amargamente. A diferencia mía, no se preocupaba por retener las lágrimas. – ¿Cuánto tiempo llevaba detrás de ti? ¿Uno? ¿Dos meses?

- ¿El emo? –Jaebum se encogió de hombros con indiferencia y yo seguía sin comprender nada en absoluto de la situación, aunque realmente en esos momentos tampoco me importaba. – No sé, eres tú quien no dejaba el tema. Desde que me lo tiré en la fiesta no parabas de hablar de ello.

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『Mirate』⸾YoonSeok⸾ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora