Capítulo 7. Yierenna, pueblo de auras blancas

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Salimos del bosque en un momento. Al mirar la hora vi que habíamos dormido desde el día en que estubimos en Hunner, es decir, hace un día. Habíamos recuperado las horas de sueño perdidas, eso era muy bueno. Eran las 11:17 cuando ví los enormes campos de cultivo de Yierenna.

Inspiré hondo al ver, al sentir, tanta paz y tranquilidad. Raquel me señaló con un dedo un gran grupo de casas blancas bastante lejos de los cultivos.

Allí está el límite de Yierenna- me dijo con el brazo extendido y la mirada en las casas-. Y detrás del límite el siguiente pueblo-.

Al bajar la mano, le ví a Raquel una especie de dibujo en ella. Eran unos pájaros negros volando. Hermoso... Pero, ¿qué hacían esos pájaros ahí?

¿Vale?- me preguntó Raquel pillándome desprevenida-.

¿Eh? Perdón, no escuchaba-.

Digo que para llegar al pueblo tenemos que pasar por los campos-.

Ah. Pues venga- le dije. Al volver a mirarle la mano el dibujo había desaparecido-.

Al pasar entre los campos de cultivo contemplé la gran cantidad de comida que cultivaban allí. Mujeres, hombres, ancianos y niños trabajaban la tierra. Observando aquella escena todo se volvió negro, al principio me asusté un poco pero veía. Era extraño, todo estaba negro pero veía a las personas moverse y mantener los brazos rígidos a la altura de la cintura, como si llevaran cestas, o con ambas manos al hombro, transportando las herramientas. Yo solo veía a las personas, no veía ni las herramientas ni las cestas ni los cultivos. Todos las personas eran de un color blanco reluciente. Un perro que pasó cerca de mí también lo ví.

Dicen que es un pueblo muy amable- me dijo Raquel-.

Temí mirarla por si en mi cara había alguna señal de que no veía con normalidad así que fingí no poder quitar la vista de aquel panorama mientras respondía.

Creo que tienen razón, todo el mundo tiene una sonrisa-.

Si, tanta tranquilidad casi parece mentira- me dijo ella-. Casi parece imposible que sea un pueblo que obedece a... Casandra- la última palabra me la susurró-.

Soy de las personas que no pueden hablarte sin mirarte a la cara. Así que la miré diréctamente a sus enormes ojos marrones. Por suerte, creo que no notó nada extraño.

Pero lo es- le dije-. Por lo tanto tienen orden de fingir ante mí-.

La sombra de Raquel no brillaba tanto como las de los aldeanos. Supongo que depende de a qué distancia te encuentres de la persona en concreto.

Ante Daphne- me corrigió ella-.

Pues ya está. Ante mí- le dije muy segura-.

An-te Daph-ne- me dijo mirando hacia delante-.

Entonces lo comprendí. Yo ya no era yo, pero seguía siendo yo. Me miré en un charco cercano y el reflejo que ví era el de la chica de siempre. Cabello chocolate con ojos verdes. Lo que hubiera hecho Raquel seguía sin explicación. Volví a notar una corriente eléctrica. Me giré a Raquel.

Pero sigo teniendo mi aspecto...- dije dudosa-.

Para los demás no-.

¿No? ¿Y qué aspecto tengo?- pregunté-.

Para mí, el mismo-.

No te entiendo-.

Nadie lo hace- dijo encogiéndose de hombros-. Lo importante ahora es que te llamas Clara, ¿vale?-.

DAPHNE 2 [sin editar ni corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora