3. Amaras a tu padre y a tu madre.

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— ¿De verdad lo hiciste? — escuché su voz sorprendida del otro lado de la línea.
— Sí, ¿podemos vernos? — le pregunte esperanzada.
— Me encantaría pero no puedo — escuché su voz temblorosa.
— ¿Ya es muy tarde? — le pregunte con los ojos llenos de lágrimas.
— Lo siento, no pude — me susurró.
— Te vas a casar — susurré.
— Sí, no puedo hacer algo diferente, no puedo hacerlo Poché, ya no pude esperarte —me dijo llorando.
— Tú fuiste mi ejemplo de que si se podía pero creo que no fue real ¿verdad? — me senté llorando en el suelo sucio de esa casa.
— Te amo y lo sabes — me dijo llorando también.
— Pero me tarde demasiado ¿No? — le dije sin parar de llorar.
— No fuí tan valiente, creí que lo era pero no es verdad — me susurró.
— Te amo Daniela y no puedo creer que esto, nosotras después de tanto no sea real, que la vida se haya ido de nuestras manos — le dije dolida por todo.
— Encontraremos la forma, eso te lo puedo asegurar — me susurró.
— No seré tu amante — declare — deje mi vida, todo por tí y no lo deje para ser tu sucio secreto.
— ¿Entonces yo que fui para ti? — me preguntó enojada sin dejar de llorar.
— No... — me quedé callada escuchando su agitada respiración, poco a poco todo volvió a mi mente.

Hace una semana inicio mi nueva vida, llena de molestias gracias a mi fantástica idea de cuidar y querer evangelizar al demonio encarnado llamada Daniela Calle.
— Daniela voy a entrar sino sales en un minuto — le pelee de nuevo, desde que vivía a lado de mi habitación está era nuestra rutina, se encerraba en su habitación y sin importar la hora cantaba y cantaba tan fuerte que no me dejaba dormir, aunque debo admitir que tiene un talento bellísimo para hacerlo, canta de una forma hermosa pero se desvela y me desvela así que las dos estamos demasiado cansadas pero parece que ninguna se va a rendir y seguirla haciendo de nuestras vidas un infierno mutuo.
— Vete, no iré a sus estúpidas clases y menos a sus rezos y rituales sin sentido — grito, deje caer lo cabeza pesadamente contra la pared, estaba cansada de ella, así que tome la llave de su habitación, abrí y entre hecha una furia, la vi acostada tapada de pies a cabeza, así que simplemente le arranque la colcha pero no estaba lista para ver lo que mire, estaba boca arriba adormilada practicante desnuda, lo único que cubría su cuerpo era su tanga color negro que debo decir solo cubría lo indispensable de ese cuerpo hermoso, me quedé callada sin saber que decir en realidad embobada viendo cada parte de su cuerpo.
— ¿Te gusta lo que ves María José? — me preguntó divertida mordiéndose el labio inferior con sensualidad y picardía, como pude salí de mi letargo.
— Cámbiate ahora mismo — me gire nerviosa soltando su ropa de cama, verla así había despertado en mi cuerpo una sensación demasiado extraña que yo no era capaz de comprender ahora mismo.
— Está bien, lo haré — temblé al sentir su aliento en mi oreja, ¿Cuándo chingados se había puesto detrás de mi? — pero me debes una buena vista, para estar a mano — se rió al decir lo último, me gire enojada para encararla pero al ver que si mirada era divertida sin intención de reto sino de algo que de verdad te es gracioso baje la guardia, negué y salí de la habitación.
Ella me acompaño 10 minutos después, estaba recién bañada y olía muy rico, entramos justo cuando iba terminando el 4to misterio cuando Diana, mi mejor amiga dentro del convento me dedico una mirada bien molesta por haberla dejado cantar sola así que aprovechado el momento entre cantando, una bella alabanza que por estar a casi nada del inicio de la cuaresma nos ayudaría a comenzar a entrar en un estado de penitencia.

Amo al señor porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacía mi el día que lo invoco.
Caminaré, en presencia del señor.

Después de ese día algo cambio entre nosotras, había cierta complicidad y aunque seguia cantando antes de dormir ahora me ayudaba a conciliar el sueño.
— Veo que esa mujer te sigue dando problemas — me dijo Diana un día en la comida después de que Daniela comenzará a jugar se forma obcena con una salchicha, claro que ahora tenía prohibido ese alimento pero a mí sí me había divertido.
— Es un poco inquieta pero creo que estamos avanzando — le dije, Diana era una chica un poco más pequeña que yo, por dos centímetros, era mexicana, morenita de cabello negro y ojos color miel, era muy tierna y bonita.
— Si te causa muchos problemas dímelo y yo tomaré tú lugar cuando quieras — me dijo tomando mi mano con mucho cariño, yo le sonreí y le di un abrazo en respuesta, me di cuenta en seguida que Daniela Calle no se puso nada feliz por eso y yo no entendía porque.
— María José, quiero ir a estudiar date prisa — me dijo muy enojada yo solamente alce una ceja molesta y me quedé muy sorprendía al ver que Diana y ella se estaban matando con la mirada.
Caminamos en silencio hacia la biblioteca, como la mayoría aún seguían comiendo no había nadie cerca de nosotras. Una vez que llegamos a la biblioteca nos sentamos en la mesa más arraigada del lugar, ella comenzó a sacar sus cosas y la mire impactada al darme cuenta que todas sus cosas estaban en extremo desorganizadas y muy maltratadas.
— ¿De verdad eres tan desorganizada? — dije impactada al ver que sacó uno de sus cuadernos con la pasta completamente doblada.
— No te importa — me repelo.
— Deberías tener más cuidado — me levanté y fui al área de Psicología, tome un libro al azar y me senté a leer medianamente lejos de ella, me sedujo rápidamente el título, "El miedo a la libertad" de Erick Fromm.
— Ese libro no creo que puedas leerlo precisamente tú — me dijo de una forma muy burlona yo la mire molesta pero no le contesté — aunque pensándolo bien — continúo — puede y sea la representación perfecta de tu vida y lo poco que eres capaz de elegir por tí misma.
— Tú, no sabes nada, absolutamente nada de mi, de lo historia o del porque llegue aquí — le dije comenzando a molestarme de verdad.
— No es necesario saberlo, se que por las noches antes de irte a dormir cuando crees que ya me quedé dormida te repites una estúpida lista en voz alta, se que odias tanto o más que yo madrugar para ir a rezar pero lo compensas cantando, algo que mínimo te agrada, se que te diviertes con las cosas tan Anti religiosas que digo pero eres demasiado miedosa para decir lo contrario, también se que no puedes sacarte de la mente mi cuerpo por la forma en la que me miras — dijo acercándose demasiado a mi, me asustó e instintivamente me hice para atrás, pero seguí a su alcance — sé que seguramente estás acá por la idea estúpida de honrar a tus padres y su educación, porque supongo que tú "vocación" — dijo haciendo comillas con sus dedos — es resultado de alguna estúpida promesa a ellos o a tú hermano el sacerdote.
— No sabes de lo que estas hablando — me enoje más, la encare.
— No, tienes razón no lo sé, solo son conjeturas, pero hay algo que si se María José — se acercó tanto que solo podía ver sus ojos y sentir su respiración — que te mueres tanto como yo por besarme — me dijo, iba a responderle pero no pude, ya que enseguida sus labios impactaron con los míos y sin poder, sin querer evitarlo termine por dejarme ir y besarla cómo hace noches en mis sueños lo deseaba.
Termine sentada en sus piernas con mis piernas rodeando su cintura firmemente, bese como ella me enseñó, primero fue arrebatado, ella sonrió al darse cuenta que era mi primer beso y controlando mis ansias y las suyas me fue llevando lentamente hasta que conseguimos un ritmo lento, mordía sus labios de vez en cuando y dejaba que explorara como quisiera mi boca y vaya que lo hizo, lo hizo tan bien que pronto aprendí de sus labios, mis manos estaban inquietas, no sabía dónde ponerlas pero ella lo entendió, y las guío lentamente a su cuello en dónde acaricie y perdí mis dedos entre su cuerpo cabelludo, estaba ardiendo, y no sabía si ya era en el infierno.
Ella comenzó a tocar mi cuerpo lentamente sobre la ropa, pese al calor del momento en ningún instante me hizo sentir sucia o violentada, solo tocaba mi espalda y un poco mis piernas que estaban tapadas por esa falta que más bien parecía un vestido hasta los tobillos, gemi involuntariamente cuando sentí como ella me había mordido una vez más, estaba por volverme loca de pasión cuando escuchamos a lo lejos la campana del término de la comida, brinqué de susto, me baje rápidamente de sus piernas y salí corriendo, escuché a lo lejos cuando me grito.
— ¿Qué vale más honrar a tú padre y a tú madre o la vida que te dieron y que es tuya? — no quise escucharla, tenía demasiado miedo, demasiada angustia, yo no podía hacer esto, no podía, no podía.

— ¿Entonces? — su voz me trajo a la realidad.
— No fuiste mi sucio secreto, eres el amor de mi vida — sentencie, ella se quedo callada.

Continuará...

Ayer me puse a hacer tarea y olvide por completo subir el capítulo, F, por mí, en fin, oigan y si me dicen de dónde son, pos pa saber.

Recuerden que entre más votos y más comentarios les subo más capítulos.

Chaooo

Tal cómo soy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora