10. ¿Vocación?

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- Amarás al señor tu Dios sobre todas las cosas.
- No dirás el nombre de Dios en vano.
- Santificaras las fiestas.
- Honraras a tu padre y a tu madre.
- No robaras.
- No mentiras - suspiré antes de recitar el siguiente mandamiento.
- Tal vez esos mandamientos están mal entendidos - me interrumpió Calle al sentarse a mi lado en la capilla que tenían en su casa, en dónde todos los domingos iba el obispo a compartir con la familia la sagrada eucaristía.
- No lo sé, en realidad me enseñaron desde muy pequeña a repetir estás palabras, ya cuando fui mayor me explicaron pero algunas veces me suena a mucho vacío, pero es lo correcto - suspiré, desde lo que pasó con su mamá hace dos días, decidí alejarme un poco de ella, mi mente estaba hecha un relajo y necesitaba regresar a lo correcto, simplemente a lo correcto antes de irme al infierno.
- ¿Sigues molesta por lo que pasó con mi madre verdad? - me preguntó directamente antes de sentarse a mi lado sin poner la más mínima atención al lugar en el que estábamos.
- Sí - acepte sin verla - pero es problema mío, no tuyo, es solo que me molestó mucho con las personas que no aceptan a su mamá cuando la tienen y después lloran su ausencia amargamente.
- No todos tenemos a una mamá hermosa y buena como la tuya Poché y eso es algo que debes aceptar - me dijo seria.
- Lo sé, pero tampoco tendremos a nuestras madres para siempre y se pierde tiempo odiando cuando puedes perdonar, además sea como sea las personas no tienen derecho de juzgar a nadie - termine debatiendo.
- ¿Cómo fue que elegiste ser religiosa? - me cambio de tema.
- No lo sé en realidad - suspiré dándole voz al ruido en mi cabeza.
- ¿Qué significa la palabra vocación? - me preguntó al ver mi cara de angustia.
- Llamado a la vida - le respondí intentando regresar a mi oración.
- Sí tu vocación es tu forma de vivir tú vida, ¿por qué no te sientes bien siendo lo que eres Poché? - me preguntó sería.
- Si soy feliz - le respondí muy enojada.
- No lo eres, y lo sé porque te he observado rezar con mucho dolor, y ese dolor no termina y lo noté desde el primer día que te vi - me miro fijamente.
- No hables como si supieras algo de mi - la mire de frente y me sorprendió su mirada de tranquilidad.
- Se mucho más de ti amor, más que tú misma.
Nos miramos fijamente hasta que terminamos tan cerca que podíamos sentir nuestras respiraciones, sus labios estaban tan cerca que casi se rozaban.
- No lo creo - trague en seco.
- Se que si te beso en este momento, te va a importar muy poco el lugar y aceptarás tu verdadero llamado a la vida - paso su lengua lentamente por mis labios.
- ¿Y cuál es mi llamado según tú? - la rete sintiendo como todo mi cuerpo tembló de pies a cabeza.
- Al amor de lesbos, el amor que comienzas a sentir por mi, mi cielo - antes de que pudiera contestarle me besó, un beso tan profundo que no pude hacer nada más que seguirle el ritmo a su boca que amaba, a su sabor.
Nuestros labios primero comenzaron a moverse lentamente contra los de la otra en una danza tranquila llena de amor y calma, hasta que poco a poco nuestras lenguas se encontraron profundamente, de un segundo a otro tenía un encuentro de labios, lengua y saliva tan profundo que incluso mojo más allá de nuestros labios.
- Esto está mal, es una locura - le dije tratando de no gemir fuertemente al sentir sus manos entre mis piernas rozando levemente mi entrepierna.
- No María José, la locura es vivir escondida en ti misma por tal de no incomodar a la gente que se supone que te ama, ¿cuál es tu vocación, cuidar el corazón de tu familia y sus apariencias, o hacerte cargo de tu vida? - no le contesté me separé de ella y simplemente me solté a llorar con desesperación, me sentía muy dividida, tanto que no sabía que era lo correcto, nada tenía claro en este momento.
- Estoy contigo Poché - me abrazo fuertemente contra su pecho y por fin llore toda la confusión y el dolor que sentía al sentirme hipócrita con lo que me enseñaron a amar y ahora lo que estoy amando, a quien estoy amando en realidad.
- Es todo muy confuso y me llena de dolor todo esto, porque amo lo que me enseñaron a amar pero también, te amo - le dije con la voz temblorosa, llena de miedo.
- Algo puedo asegurarte Poché da miedo aceptarse pero cuando estás en paz contigo misma y puedes reconocerte tienes una paz que nunca en la vida podrías jamás comparar - nos quedamos en silencio, abrazadas yo reflexionando sobre sus palabras, nos tuvimos que separar por la llegada del padre y el resto de las personas que asistirían a la celebración hoy era el inicio de la celebración del triduo pascual y a diferencia de otros años, no tenía nada de ganas de participar de esto, porque una parte de mi corazón de mi consciencia sabía que jamás he sentido realmente un gusto por hacer todo esto.

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