Entramos a cenar después de una tarde hermosa entre risas y momentos llenos de alegría la señorita que había sido una grosera con ella nos llamó y nos miro a ambas con odio pero un odio profundo.
— ¿Qué le hiciste a esa chica, también la besaste sin su consentimiento? — intenté bromear pero no funcionó porque se puso triste de un momento a otro, se alejo de mi pero yo no la deje, corri a su lado y la tomé de la mano.
— Era broma — le detuve, me fijé que nadie nos estuviera viendo y le di un corto beso — vamos a cenar — ella solo me sonrió y asintió, lo que sea que haya pasado es delicado, definitivamente lo es, nos sentamos a cenar en un cómodo silencio, la química entre nosotras era curiosa ya que sin decir casi nada sabíamos que pasaba en nuestras mentes, estábamos comiendo nuestro postre un rico arroz con leche estilo mexicano con canela cuando entro por la cocina el señor Germán con un señor más o menos de tu edad el cual me cayó muy mal en cuanto lo ví era al menos 30 centímetros más alto que yo gordo y de cabello gris, simplemente era horrible y me caía muy pero muy mal.
— Daniela por fin regresaste amor, ya casi tengo todo listo para la boda — le dijo el idiota mientras la besaba a la fuerza ella no le correspondió pero solo se dejó, ahora entendía lo poco que me había contado, ví como apretó los puños fuertemente pero se mantuvo quieta.
— Vaya, si que le ha servido el convento ahora es mucho más recatada, hermana dígale a su superiora que con gusto le voy a financiar el hospital que me pido hace unos meses — me dijo el muy asqueroso.
— Las dejamos señoritas es hora de hablar de negocios, hermana está en su casa — dijo Germán sin vernos siquiera, en ningún momento dejo su estúpido celular.
El idiota ese la volvió a besar y la miro de una forma tan asquerosa que parecía pornográfica, lo odie y q la superiora la vida de una chica por un estúpido hospital, después de eso nos quedamos en silencio ella no me dijo más nada se quedó viendo a la nada hasta que entró otra persona del servicio para preguntarnos si aún queríamos que se prepara el salón de películas yo dije que si, Daniela seguia sumida en sus pensamientos así que la levanté de la mesa, limpie su boca con una servilleta y la lleve conmigo mientras yo era guiada por la chica del servicio, ella dejo todo listo, había miles de golosinas en todo el lugar y literalmente estábamos en una miniatura de cine, le pedí a la señorita del servicio que todos se fueran y cerrarán la puerta al irse, me levanté para ponerle seguro a la puerta, puse play a lo que fuera que eligió y me dirigí a ella.
— Siempre serás la irreverente Daniela Calle para mí — la abrace contra mí y como si fuera un interruptor para ella comenzó a llorar, lloraba como nunca la había visto hacerlo, como jamás pensé que sería capaz de hacerlo, ella se aferro a mi y lloro hasta que ya no pudo más, poco a poco comenzó a contarme que pasaba.
— Tenía 15 años la primera vez que lo ví en una cita a solas, mi papá lo conoció y enseguida quiso hacerlo su socio y me presento por medio de una foto y ahí mi vida se decidió el me comprometió a el sin importarle que yo no lo quisiera, mi mamá intento defenderme junto con mi hermana pero un día desaparecieron y me dejaron sola a mi suerte, comenzamos a tener citas controladas pero un día intento violarme y casi lo logro — se abrazo más a mi, no me dejó verla a los ojos pero sabía que su mirada estaba llena de miedo — pero una chica Laura Villa, la hermana de Lucia lo evito al entrar de improviso a la habitación, creo que fue la única que tuvo el valor de hacerlo, ella me ayudó, me sano y me acompaño cada cita de ese momento en adelante hasta que nos enamoramos, perdidamente, yo no sabía que podía amar a alguien hasta que ella llego, pero cuando cumplí 20 años tuvo un accidente misterioso y yo no pude salvarla, la noche que pasó todo íbamos a escapar y no fue posible, de hecho no pude ir a su funeral ni nada, porque me mandaron de viaje a estudiar una estúpida carrera dónde me encerraron y sus visitas continuaron hasta el día en el que por fin me violo sin que nadie pudiera hacer nada, estaba feliz porque el me había estrenado, pero si sangre fue por lo idiota y violento que fue no por mi virginidad, lo ha hecho un par de veces más después de eso y he intentado negarme y dejarlo aún lado y defenderme pero siempre me amenaza con destruir a mi padre y aunque el me use como maldito pedazo de carne lo amo, es mi padre — lloro de nuevo.
— Quisiera poder sanar tus heridas — le dije llorando como una loca por esa historia llena de dolor.
— Bésame, por favor bésame no me dejes recordar nada de esto por esta noche por favor — me miró a los ojos y yo solo pude hacer lo que me pidió la bese como si nuestras vidas dependieran de eso, quería sanar sus heridas, borrar de sus labios cualquier resto de dolor causado por esos labios que profanaron su vida, temblé cuando sentí sus manos en mi cara.
— ¿Me dejas quitarte el velo? — me preguntó separándose de mis labios.
— Es qué esto me define y me mantiene segura — le dije aferrandome a esa prenda.
— Mi querida María José la vida en ningún momento es completamente segura, te aferres a lo que te aferres, la única forma es confiar en ti — me dijo moviendo el mundo bajo mis pies.
— Es que tengo miedo de no saber quién soy sin esto — le dije.
— Más bien tienes miedo de recordar quién eres sin eso — me sonrió pero ya no insistió, tomo el control del mini cine, puso la sirenita, sirvió un montón de chucherías y dulces, pasamos gran parte de la noche y la madrugada viendo películas de Disney que mi padre en mi infancia nunca me dejó ver.
— No puedo creer que de verdad nunca hubieras visto Pocahontas — seguia riéndose de mi por mí cara de impacto al terminar de verla y mucho más porque llore por la canción que cantaba para Jhon Smith.
— Mi papá decía que ver esas películas no era sano porque alimentaba los pensamientos de pecado, solo porque un día dije que quería ser como Mulan y no porque quisiera matar a miles de hombres aunque a veces quisiera — me reí y ella conmigo.
— Bueno estamos en el lugar donde el valor más importante es el de ser tú misma, así que aquí puedes hacer lo que quieras — me sonrió tomando mi mano, le sonreí de vuelta y mientras se giraba me quite el velo, giró la vista y se sorprendió al verme sin el velo.
— Hola, soy María José Garzón Guzmán, pero dime Poché, soy Poché — le di la mano y ella solo me sonrió de vuelta.Continuará...
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Tal cómo soy
SpiritualPoché es una joven de 23 años que inicio su camino a ser religiosa a los 15 años de edad después de la muerte de su mamá y las constantes peleas que tenía con su padre y sus hermanos. Es hija de Juan Carlos Garzón un gran empresario hijo de una fam...