CapítuloSiete|Agobio|

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Cuando Elizabeth terminó de bajar las vasijas de leche y llevarlas a la cocina, se encontró con Axel. Éste le miró frunciendo el ceño y fue a su encuentro rápidamente. 

—¿Se puede saber por qué estás haciendo este tipo de trabajo?

Porque fue el que me ordenaron, contestó para sus adentros. Además, si no lo hacía, ¿con qué otra excusa podría quedarse allí si no trabajaba? Se limitó suspirar y a terminar con su trabajo. Notó como Axel no paraba de mirarle con curiosidad durante un par de minutos hasta que llegó su hermano. Dante estaba realmente sucio y húmedo. 

—¿Pero tú de dónde vienes?

—Eso no te incumbe.—Dante le dirigió una mirada despectiva al pequeño hombre que acompañaba a su hermano y luego a éste—. Vamos al patio de armas, necesito entrenar y ustedes dos serán mis adversarios. 

—Pero, Dante..., él todavía tiene trabajo que hacer.

—Pregúntame si me importa. Ahora, vamos. 

Dante comenzó a caminar hacia el patio de armas. Estaba tan enojado consigo mismo que le era imposible controlar su mal humor. Al llegar, notó a los demás guerreros de su clan luchando entre ellos con espadas y algunos practicando su puntería con los mosquetes. Pero él prefería la lucha cuerpo a cuerpo, por lo que sacando su espada del cinturón, le apuntó a Axel quien rápidamente sacó la suya con una sonrisa y ambos comenzaron a pelear ante la atenta mirada de la joven inglesa oculta bajo una fachada de hombre sucio. 

Ellie apreció toda la lucha entre hermanos sin despegar sus ojos de ellos. Los movimientos ágiles y precisos de ambos hombres eran sorprendentes y se notaba que ninguno caería hasta que el otro saliera herido. La furia del Laird era latente durante la lucha, se notaba lo alterado que estaba y se preguntaba si era por ella que estaba así. 

No había pensado más en él desde que logró escapar, pero, ¿habría sido ese también su caso? Él era un hombre misterioso, completamente diferente a Chris, quien solía sonreír todo el tiempo y era realmente afable con las personas, a diferencia del Laird, quien siempre parecía estar de mal humor y solía gritar y ordenar a diestra y siniestra. Realmente, no había punto de comparación entre ambos.

¿El laird habría siguido pensando en ella luego de que escapó? Esperaba que no, aunque fuera lo más probable. Necesitaba que ese hombre la olvidara por completo para completar su misión allí.

Agarró una espada que estaba cerca suyo y la alzó. Era realmente pesada pero creía que podría soportarla. Pensó en la que Bastian le había dado, la cual estaba entre sus cosas en el pequeño cuarto. 

—¡MIERDA!

El grito de Axel le alertó y observó la sangre chorrear del brazo del joven hombre. Varias mujeres se acercaron a la escena y, no fue hasta que Dante se alejó que los demás procedieron a llevárselo de allí. Ellie llevó sus ojos hacia la punta de la espada ensangrentada del laird y trago saliva. Había atravesado el brazo de su hermano en un arranque irrefrenable de rabia.

¿Por qué ese hombre estaba tan furioso? Los demás guerreros le miraban de reojo e incluso algunos se alejaron de su rango de visión.

Sus ojos chocaron con los de Dante por un instante, pero él rápidamente guardo la espada en su cinturón y se alejó del patio de armas.

Elizabeth no comprendía en su totalidad lo que acababa de ocurrir. La furia del laird, la herida de Axel, el hecho de que los demás guerreros de alejaran de él y que se la pensaron más de dos veces en socorrer a Axel... ¿Ese hombre es realmente peligroso? ¿O solo es una fachada? Le miró hasta que desapareció de su rango de visión. Ese hombre le causaba intriga, quizá demasiada.

Por siempre, implacableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora