CapítuloDos|Cansancio|

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Se colocó un albornoz y salió de la habitación lo más rápido que pudo. Su cuerpo dolía a horrores y a penas podía soportar estar de pie. Llegó hasta la escalera principal y detalló al instante la falta de personas y de criados vigilando. Unos pasos más adelante, se encontró con Bastian.

—Dios mío..., ¿qué te ocurrió?

Él le quitó el cabello del rostro y limpió la sangre seca que había bajo sus labios. La expresión de su rostro era de absoluta rabia por lo que tuvo que abrazarlo para intentar calmar su furia que sabía que, en pocos momentos, podría descontrolarse.

—Tranquilo, ya lo resolví todo. ¿Tienes las cosas?

—Mataré a ese malnacido.

—No, no lo harás. Acabar con la vida de ese tipo solo me corresponde a mí. Me ha confesado que mató a Chris, me dijo...—tomó aire y cerró los ojos, buscando las fuerzas necesarias para decir lo que ese hombre le había hecho a su amado—, me dijo que ahora es comida para peces.

No había podido hablar más. Las lágrimas se habían acumulado en sus ojos y se le hizo imposible poder hablar, no podía. Dejó que su hermano la consolara durante un par de minutos y luego limpió sus lágrimas.

—Dame la bolsa, iré a cambiarme de ropa.

—Debiste dejarme acompañarte y jamás te hubiese puesto una mano encima.

—Era algo que debía resolver por mi cuenta, Bastian. Además, tú estabas ocupado haciendo que absolutamente todos tomaran del vino.

Ellie tomó la bolsa que le ofrecía su entristecido hermano y subió escaleras arriba. Entró en la habitación donde estaba el cuerpo inconsciente de ese hombre, agarró un trozo del vidrio de la botella y se acercó al espejo. Juntó su cabello y comenzó a cortarlo con el vidrio. Cuando creyó que había cortado lo suficiente, reunió todo el cabello del suelo y lo metió dentro de la bolsa para deshacerse más tarde de aquello. Se vistió con la ropa de hombre que Bastian le había proporcionado y, agarrando varias de las joyas de ese hombre salió del lugar lo más rápido que pudo. En las escaleras, Bastian esperaba nervioso su regreso.

—No puedo creer que no te veré más.

Ambos se abrazaron e intentaron salir lo más rápido posible de la casa Capell. Durante el camino, se encontraron con algunos criados que habían evitado completamente ocultándose en la oscuridad de los pasillos y salieron sin ser vistos de aquel lúgubre lugar. Avanzaron por la penumbra de la noche hasta el lugar en donde habían acordado dejar a Yazz, su yegua.

—Espera un momento.

Elizabeth observó cómo él agarraba un poco de barro del suelo y se acercaba a ella. Él le hizo levantar el rostro y restregó el menjurje sobre su cabello, rostro y cuello.

—Es solo tierra y agua. Te servirá para ocultar quién eres en realidad. No podrás hablar en ningún momento porque se darán cuenta al instante, Ellie. Logré conseguirte unas cuantas libras esterlinas que espero y te sirvan de algo.

—Muchas gracias, hermanito. —Ellie sacó de el bolsillo del pantalón las joyas que le había robado a William—. Sabrás que hacer con esto.

Ambos se abrazaron nuevamente, pero no durante el tiempo que hubiesen querido. Bastian le entregó la nota que debía entregar a los casacas rojas que le permitirían el paso hacia Escocia cuando llegase a la frontera.

—Te quiero mucho y realmente me esta costando no irme contigo.

—Tienes asuntos que atender aquí, Bastian. Estaré bien, sabré cuidarme.

Por siempre, implacableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora