CapítuloOnce|Molestia|

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Miró hacia atrás mientras espoleó a Slash. Quería seguir mirándola, pero no podía ser tan obvio. No entendía realmente qué era lo que estaba ocurriendo con él, pero sentía que era inevitable contenerse con ella. Le atraía de una forma que no comprendía pero que cada vez se le hacía más y más interesante. Ella le intrigaba de una forma que le hacía sentir que quería saber absolutamente todo de ella. 

De regreso al castillo, se encontró con su madre en su habitación. Le miró enojado, ¿Cómo osaba a interrumpir allí?

—¿En dónde estabas? Se supone debías supervisar los preparativos de la fiesta.—le regañó su madre—. Además, debías pasar tiempo con Zara. Estás incumpliendo con tu deber, Dante.

Enojado por haber perdido el buen humor que tenía al haber pasado tiempo con Charlie, tiró con fuerza la puerta de su habitación. Él ya era un hombre de más de veinticinco años, ¿por qué su madre creía que tenían el poder de decirle qué hacer? Él era el laird del castillo Dunnottar, esas tierras eran suyas y podía hacer lo que se le viniera en gana. 

—No tengo que darte explicaciones de lo que hago, así que, por favor, sal de mi habitación ahora. 

—Espero y no estés encontrándote con alguna mujer, ¡porque no aceptaré a nadie más que Zara! 

—Lo que esté haciendo no es de tu incumbencia, madre. Te recomiendo comportarte si no quieres regresar al castillo de mis tíos en brevedad. 

Le miró abrir y cerrar su boca con sorpresa. Él jamás le había hablado de esa forma, pero no pensaba aguantársela más. Ella salió completamente indignada y él suspiró. No dejaría que ese encontronazo con su madre le bajara los ánimos. Pensó en Charlie y en la pequeña sonrisa que le había dejado ver hacía tan solo unos minutos atrás luego de darle las gracias. Sonrió inevitablemente ante el recuerdo, ansiaba verla más seguido y poder hablar más con ella. 

...

Elizabeth le miró desaparecer entre los árboles y procedió a llenarse el rostro y el cuello de barro. Se colocó la capa por encima y caminó de regreso al castillo. Durante el camino, se encontró con uno que otro guerrero y criadas, pero ninguno le prestó demasiada atención. Caminó rápidamente por el pasillo hasta entrar a su habitación. Atrancó la puerta tras de sí y respiró con tranquilidad. Encendió las velas que tenía y miró a Mika salir de debajo de la cama y le sonrió.

Tomó su balde de agua, un trapo y se quitó todo el barro, tanto el que cubría su rostro y cuello como el de su cuerpo por las constantes caídas durante el entrenamiento. Cuando terminó, por el espejo detalló la herida de su brazo, la cual seguía curándose, aún se veía un poco húmeda, pero a su parecer estaba bien. 

Se acostó en la cama luego de acariciar a Mika y besarle la cabeza. Pensó en lo ocurrido con Dante y se alegró al notar lo comprometido que se encontraba él con enseñarla a defenderse. Si bien había salido con más de un par de moretones, lo valía completamente. Esperaba mejorar rápidamente, no quería extender su tiempo allí más de lo necesario. Debía regresar y cobrar venganza por Chris, se lo debía. 

Cerró sus ojos y, por primera vez luego de tanto tiempo, sintió que podía lograr sus objetivos y eso, realmente le alegraba y le motivaba más a esforzarse y cumplir sus metas que no eran más que un plan suicida. 

Durante la mañana, realizó todas sus obligaciones y regresó a desayunar al castillo. Cada vez el trabajo se le hacía menos pesado y sentirlo así realmente le alegró. Mientras desayunaba, volvió a escuchar la conversación de las criadas que trabajaban dentro del castillo sirviendo a la familia del laird. 

—Ayer nuestro señor discutió con su madre. ¡La señora salió furiosa de su habitación! 

—Todos sabemos que el laird tiene muy mal carácter. Recuerda lo que le hizo hace unos días al joven Axel mientras entrenaban, no tiene control consigo mismo, menos con los demás.

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⏰ Última actualización: Sep 15, 2022 ⏰

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