🖤︎ 𝟠𝟘.

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Shōta es el tipo de persona que suele tener dolorosas pesadillas acerca de su pasado.

En concreto acerca de la "muerte" de Shirakumo Oboro.

🖤🖤🖤

Serían alrededor de las tres y media de la mañana, de una cálida primavera.

El héroe, se encontraba ahora en uno de aquellos momentos de debilidad: vivía una terrible pesadilla acerca de su gran amigo: Shirakumo Oboro.

Pero lo peor de toda ella, no era otra cosa que, en la pesadilla, se culpaba a sí mismo por la muerte de Loud Cloud.

El hombre apretaba las sábanas, murmuraba diálogos indescifrables, temblaba y un congelado sudor recorría su cuerpo.

No tardaste en despertar, al notar como tu novio no dejaba de cambiar de postura en la cama compartida.

Te incorporaste todavía adormilada, encendiste la lámpara de noche de tu mesilla, y te giraste hacia Aizawa. Te partía el alma verlo de aquella forma: débil, vulnerable, asustado y tembloroso.

Meciste suavemente su hombro para despertarlo.

—Shōta... Shōta, mi amor... —susurrabas, con voz tranquila y dulce.

Él no despertaba y cada vez sometía a la almohada a mayor presión. Debías despertarlo antes de que la pesadilla llegase a su clímax. De lo contrario, habías leído en internet acerca de lo que podía pasar si no despertabas a Aizawa cuanto antes, y verdaderamente eran una serie de situaciones que no querías experimentar ni de chiste.

—Shōta, cariño, estoy aquí, despierta... ¡Shōta!

Al segundo, Aizawa se incorporó bruscamente, respirando sonoramente y con todo el pelo, suelto y prácticamente mojado por el sudor, cubriéndole la cara.

Buscaste en el cajón de su mesilla de noche a la velocidad de la luz y sacaste una goma de pelo de ahí. Recogiste el cabello de tu novio en una coleta baja, para que sintiese mayor plenitud al respirar.

—¿Cariño, estás bien?

Aizawa asintió levemente, con la mirada perdida en algún lugar de la habitación. Le quitaste la camiseta de tirantes que utilizaba para dormir, toda empapada de sudor, y la utilizaste como toalla, para secar su rostro, cuello y pecho. Después, buscaste una camiseta limpia y un abanico. Lo vestiste con la nueva prenda y comenzaste a abanicarlo, para refrescarlo.

Él se recostó de nuevo y trató de dormir.

Poco después, al ir a darle un beso en la mejilla, lograste observar cómo un silencioso rastro de lágrimas discurría por su cara.

Solo habías visto llorar a Aizawa en dos ocasiones: la primera, cuando pensó que te perdía en una misión, al haber quedado muy malherida; y la segunda, cuando tenía aquel tipo de pesadillas acerca de Oboro.

A Shōta lo torturaba internamente la muerte de su amigo.

—Cariño, todo va a estar bien...

Verlo llorar, solo te daba ganas a ti también de llorar como una magdalena. Realmente había tenido que ser fuerte la pesadilla para hacerlo llorar.

Lo abrazaste por la espalda, y poco después él se giró, ocultando su lloroso rostro en tu cuello.

Aizawa no había logrado llorar la muerte de Shirakumo en su momento. La lloraba ahora.

Ver a aquel hombre, que siempre parecía ser seguro de sí mismo, autónomo, frío, serio e insensible; romperse de aquella forma, por el lejano recuerdo del que fue uno de sus mejores amigos, te retorcía las entrañas.

Estranguló las sábanas y parte de tu pijama un poco más, hasta que finalmente sucumbió nuevamente al sueño.

Ahora, en tus brazos, sabía que nada malo le podía pasar.

Era el alma de un joven frágil e inteligente encerrada en el cuerpo de un hombre de 30 años, que no parecía tener mayor problema que el de continuar respirando.

⇉ [ 🖤 ; ❛ Aɪᴢᴀᴡᴀ ɪs ᴛʜᴇ ᴛʏᴘᴇ ᴏғ... ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora