⇉ [ 🖤 ; ❛ Aɪᴢᴀᴡᴀ ɪs ᴛʜᴇ ᴛʏᴘᴇ ᴏғ... ❜

🖤︎ 𝟝𝟘.

Shōta es el tipo de novio con el que te bañarías en conjunto bastante a menudo.

🖤🖤🖤

Sería un sábado otoñal por la mañana, pues ya se avistaban las ocres hojas de los árboles en las esquinas y recodos de las calles.

Shōta veía ahora una película en el televisor, titulada "Río Bravo", protagonizada por John Wayne y del género western. Ciertas cosas nunca cambian, ni siquiera con el tiempo.

Saliste de la cocina con una camiseta de Aizawa, unos largos calcetines blancos, unos pantalones cortos de chándal, un par de cafés con leche y una sonrisa dibujada en el rostro.

Te acomodaste junto a él y le tendiste su correspondiente café; templado casi frío, como a él le gustaba.

Observasteis la película unos minutos más hasta que giraste tu cabeza y, tímida, le preguntaste:

—Este... Shōta... ¿Querrías... Querrías bañarte conmigo?

Siempre te había dado un poco de vergüenza aquel tipo de propuestas, a pesar de que Aizawa siempre te aseguraba que no debías tener aquella vergüenza con él.

Shōta asintió levemente con la cabeza, sin apartar la mirada de la pantalla. Parecía engatusado por la película.

Sonreíste, le propinaste un beso fugaz en los labios, que lo tomó por sorpresa, pero no tardó en devolvértelo y saliste en dirección al aseo, para llenar la bañera de cálida agua. No tardaría mucho en llenarse.

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El agua resbalaba por vuestros desnudos cuerpos, y tú, acurrucada en el pecho del héroe casi caíste rendida en los brazos de Morfeo. Era muy agradable la tibia agua, que envolvía vuestras figuras, y el tacto de los brazos de Shōta rodeándote la cintura, aferrándote. Aquello te producía una sensación de seguridad, protección y tranquilidad inmensa. No podías pedir nada más.

—¿Estás cómoda?

Asentiste levemente y dejaste reposar tu cabeza en el hombro de Shōta.

Aizawa te mantenía sujeta en estilo nupcial, mientras él descansaba cuan largo era en la bañera, boca arriba.

Él dejó un suave y delicado beso en tu hombro, para después acurrucarse también en tu hombro.

Aquellos momentos con tu pareja los sentías como si te trajeran a la vida de nuevo.

Ya no eras capaz de imaginar una vida sin él.

Sin sus pequeños ronquidos durante las noches, sin sus negros ojos observándote mientras leías en el sofá tumbada desde el umbral de la puerta, sin sus cálidas manos recorriendo tu cuerpo cuando manteníais un momento de intimidad, sin su voz ronca y profunda deseándote unos buenos días por la mañana, para después acurrucarse en tu pecho nuevamente...

La vida sin él te parecía un suplicio.

Cerraste los ojos, apartando aquellos negros pensamientos de tu mente, y te concentraste en disfrutar aquellos preciosos momentos con Shōta.

—Shōta, te quier-...

—Te amo, _____.