3. Peligro

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La mano pequeña se movió con delicadeza por el pulcro rostro de la peliverde que yacía desmayada entre sus brazos, alejo los mechones del flequillo que cubría sus ojos y le dió un pequeño beso en la frente, la dejó en el piso, recostando su cabeza con cuidado, evitando hacerle más daño.

Y sus manos ahora libres se movieron, el miedo en el cuerpo del niño siendo drenado por la impotencia y la rabia.

- ¡Orochi!

Y de las sombras emergió un ser en forma de serpiente gigante, de grandes colmillos y lengua filosa, con su largo cuerpo apresando a la maldición, ejerciendo presión en él, apretujando su cuerpo escuchando los huesos crujir.
Las manos del niño se juntaron frente a su rostro, una palma encima de la otra con los pulgares juntos y los demás dedos abriéndose cual plumaje alado de águila majestuosa.
La infantil voz del pelinegro se escucho con ferocidad, fijando sus orbes azules llenos de odio a las lagunas de sangre, tan roja, como las gotas de sangre que Maki derramó entre lágrimas y dolor.

- ¡Nue!

y el shikigami se alzó en el aire, desplegando sus alas junto con su graznido que resonó mientras volaba, mostrándose fuerte e inalcanzable, tal como el usuario pensaba la maldición sonriendo con satisfacción mientras veía las corrientes de electricidad que recorrían el plumaje del Shikigami nacido de sombras.

- ¡Ataquen juntos! - gritó, y la creación en forma de serpiente libero momentaneamente a la relajada maldición para incrustar sus colmillos en su cuerpo y elevarlo en el cielo mientras Nue desplegaba sus alas chocando con el cuerpo de Sukuna transmitiendo las corrientes eléctricas por cada parte de su ser que era mordido cruelmente por Orochi.

Pero dejó de respirar cuando el cuerpo de su Shikigami se destruyó, teniendo que cubrir su rostro de los restos de Orochi que caían al suelo y se desvanecían en medio de pequeños lagos de sombra.

- Me has sorprendido, Fushiguro Megumi. - el mencionado descubrio su rostro alzándolo debido a la tremenda diferencia de altura entre él y aquella maldición que se mostraba altiva e imponente ante el niño, mirándolo desde abajo como si fuera poca cosa, como un pequeño conejito que puede despellejar con sus uñas y dientes. - De verdad has mejorado mucho, eres fuerte pero a que costo, mi dulce niño.

Sukuna tuvo la intención de acercarse más, colocando una de sus rodillas cubiertas de la exquisita tela blanca en el suelo para quedar a la altura del niño intentando tocarlo cuando un montón de criaturas esponjosas y de pelajes blancos cual nubes de azúcar empañaron su visión, los conejos brotaban como si fueran agua en una fuente, saltando y corriendo en una estampida adorable e inofensiva, moviendo sus patitas, narices y orejas hasta que llegaron a los pies del pelirrosa y sus pequeñas anatomías se disolvieron en una masa negra que se desvanecio en cuestión de segundos.

El pelirrosa miro nuevamente al frente y; tal como había pensado, Megumi ya no estaba, había huído, solo tuvo que alzar la cabeza para verlo en el cielo, siendo sostenido entre las garras de su creación que aleteaba con ganas, alejándose con ímpetu de su presencia.
Bajo nuevamente su mirada, observando las manchas de sangre de esa mocosa a la que le había arrancado la mano pero no había rastro de ella. Ahora ni siquiera podía usarla como rehén para que su niño vuelva.

Sonrío, complacido y emocionado. Porque Fushiguro Megumi era fuerte, hermoso y jodidamente astuto.

 Porque Fushiguro Megumi era fuerte, hermoso y jodidamente astuto

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Let's run away || ItafushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora