Había estado visitando ese lugar por mucho tiempo.Al ser dos hombres viviendo juntos en una casa al mando del ''adulto responsable" que era Satoru Gojo vivir con hambre o morir de indigestión por la comida del albino eran las únicas opciones disponibles. Así que siempre salían a comer fuera, en algún puesto que ofrezca comida deliciosa y económica por lo que el restaurante del abuelo de Yuuji - porque en sus numerosas visitas Itadori no le dejaba de hablar y ya sabía hasta cuantos lunares tenía en el cuerpo - es el lugar más concurrido ya que a parte de la comida deliciosa, el ambiente hogareño y el buen servicio hacia que el pequeño negocio agradara tanto a Megumi como a su maestro.
Se paseaban por ahí la mitad del tiempo aunque Itadori solo se acercaba a hablarle cuando estaba solo, por alguna razón le huía a Satoru y no entendía porque, el idiota de su maestro siempre tenía cara de estúpido no era ni un poco intimidante.
Ese día estaba solo, porque su maestro salió a divertirse con alguna incauta que babeaba por él para matar el tiempo así que él se aproximó hasta el bosque internándose en el, caminando por el reconocido sendero de hojas caídas, observando las ramas de los árboles desnudos respirando el aire puro, disfrutando el silencio y la calma de la soledad. Cuando ya se sintió lejos de la civilización paró su andar, él si estaba dispuesto a usar su tiempo de manera correcta y lo iba a usar para entrenar.
De uno a uno fue invocando sus shikigamis viendo el progreso y analizando las técnicas de cada uno, como podían servirles en batalla y a usarlos como sus oponentes para pelear, daba golpes al aire, patadas contra un tronco, esquivaba ataques que no llegaban practicando una rutina de pelea que Satoru le había enseñado. Estaba muy concentrado entrenando a sus perros divinos cuando una estruendosa voz le asustó.
- ¡¿Tienes perritos, Fushiguro?! - gritoneó el chico que salía de un arbusto observándole con estrellitas chispeando en sus ojos - ¡No sabía que te gustaban los perros grandes, son muy lindos!
- ¿que haces aquí? - preguntó el pelinegro desactivando su ritual haciendo que el rostro de entusiasmo del pelirrosa se transformé en una expresión anonadada cuando los cuerpos de Kuro y Shiro se disolvieron en charcos de sombra negra para después ponerse triste, aquel detalle le hizo confundirse un poco - ¿Tu puedes verlos?
- ¿Ver que?
- A los perros, mis perros divinos - dijo. Y el ritual nuevamente se activó en cuanto sus manos recrearon la forma de un canino, como en los juegos de niños pensó Itadori y los shikigamis aparecieron viéndose hermosos y fuertes. Yuuji tenía muchas ganas de abrazarlos. - ¿De verdad puedes verlos?
- Sí, puedo verlos, son muy lindos ¿puedo acariciarlos? - Itadori no esperó respuesta y se acercó a los hermosos perros de pelaje negro y blanco para acariciarlos y estos no pusieron resistencia, al contrario, movieron sus colas con alegría, y repartieron lamidas dulces en el rostro del pelirrosa que reía alborotando el pelaje de los canes y dejándose dar amor de esos gigantes bebés a los que Fushiguro veía con asombro.
Kuro y Shiro solo eran así de cariñosos con él, ni siquiera con Satoru eran tan amables. Se sintió celoso, se sintió traicionado de que sus shikigamis mimados hayan corrido con un completo desconocido.
- ¿Dónde los tenías escondidos? Nunca los vi correteando en el patio de la posada del señor Tadashi - el chico paró de reír en cuanto proceso lo que dijo al ver el rostro confundido de Fushiguro. El pelinegro jamás había mencionado donde vivía.
- ¡Y-yo.. este! lo que quise decir fue.. ¡Al señor Tadashi no les gustan los perros.. y el pueblo es pequeño.. l-la gente habla por eso sabía! Nunca he hecho algo como seguirte o espiarte ¡lo juró! - los perros dejaron de lamer al abochornado Yuuji que intentaba excusarse por todos lo medios - No creas que soy raro por favor.
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Let's run away || Itafushi
FanfictionDesde el inicio fue tomado como una simple pieza en un tablero. Primero en las manos del Clan zen'in, convirtiéndose en el heredero único de esa pedante familia. Y ahora, el amante reclamado por el rey de las maldiciones Ryomen Sukuna. Pasando de d...