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Estaba consternada e intrigada por conocer la razón de la presencia de aquel hombre en la casa, sin embargo decidió callar por el momento y esperar a reunirse con él y su amiga en la sala. Ahora la resequedad de su garganta era suficiente para hacerla levantarse, una punzada se hizo presente en cuanto puso un pie sobre la superficie del suelo. No recordaba mucho de la fiesta del día anterior, de hecho, si quiera había recordado haber llegado a esa casa. Viendo los alrededores pudo notar era la residencia de Hanji. No traía sus pantuflas favoritas de conejo por lo que optó por ir descalza al comedor. Apenas cruzó por la puerta que dividía la sala del comedor, fue recibida por una Hanji que lucía agotada.

— Al fin despiertas, siéntate, hay café. — Sugirió invitándola a sentarse en la mesa.

Sin intención de negarse acepto la invitación y tomó asiento. Pudo notar que Levi estaba cocinando alguna cosa en la cocina, por el olor parecía ser algo delicioso. Mientras esperaba en la mesa sintió como sus pestañas comenzaron a flaquear tentando a cerrarse nuevamente, ante la resaca se sentía fatigada y con ciertas náuseas. Sólo basto una simple distracción hasta que Hanji colocó una taza frente a ella, causando se sobresalté ante su llegada.

— Lo siento. Bebe un poco, Levi está preparando el desayuno. — Propuso colocando su mano sobre el hombro de la contraria para luego sentarse a su lado.

— Gracias, Hanji ... — Dijo susurrante. Al tomar la taza entre sus manos dió el primer trago del líquido caliente, su calidez le hizo sentir comodidad en la garganta- está delicioso.

— Lo sé, es mi marca de café favorita. Sabía que te gustaría, te he visto ordenarlo en la cafetería cuando vamos juntas.

El vapor del café comenzó a introducirse sobre sus fosas nasales con sutileza. Con suavidad volvió a dejar la taza sobre la mesa para ver a la mujer castaña.- Hanji, ¿podrías contarme que ocurrió ayer? creo que no debí aceptarle ese trago a Yelena.

— Te diría si recordará, pero por el dolor de cabeza mi mente está nublada.

Un plato fue puesto frente a ella, al instante sobre este fue puesto un huevo frito y un par de panes tostados. Poco después Hanji recibió el mismo desayunó. La comida se veía muy apetitosa a su parecer.

— Pero Levi quizás lo sepa — Rápidamente miró a aquel hombre de camisa blanca y mirada fría.

— Me llamo su amigo, ese de nombre raro.

— ¿Onyakopon?

Asintió.— Por lo que me dijo estaban tan ebrias que lo asustaron y decidió llamarme. Me dió la dirección de la fiesta y fuí a buscarlas, iba a traer a la jirafa pero se negó.

— Yelena puede que sepa los detalles. — Comentó Pieck.

— Es cierto, la llamaré luego de comer — Antes de dar el primer bocado miró al hombre con una sonrisa—. Muchas gracias, enano. ¿Te vas a quedar a comer con nosotras?

— Tengo trabajo, tengo que irme ahora. — Miró a la de cabellos oscuros antes de tomar su chaqueta sobre el perchero—. Tu esposo estuvo marcandote, llámalo o mándalo a la mierda, como quieras.

Él se puso su chaqueta dándole la espalda a las mujeres en la mesa. Antes de que se fuera Hanji lo acompaño a la puerta. Apesar de todo parecían llevarse bien, no parecía haber algún problema entre ellos. Despidiéndose de Levi con un golpe en su brazo, finalmente cerró la puerta en cuanto se subió en su auto color gris.

— Llamaré a Yelena. ¿Te vas a quedar un poco más conmigo o irás a casa?

— Me duele la cabeza horrible, me voy a quedar por un rato.

Una luz en la oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora