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La distancia entre la ciudad en la que vivía la familia de Hanji era muy larga, era aproximadamente un vuelo de 6 horas en avión, debido a esto madrugaron para llegar a tiempo al aeropuerto y tomar el primer vuelo.

Durante todo el viaje Hanji veía asombrada las nubes como si fuera una niña pequeña asombrada por un nuevo juguete, no fue hasta que pasaron varios minutos que logró dormirse sobre el hombro de una Pieck que leía un libro de ciencia forense sólo por simple entretenimiento, ya que eran de las pocas cosas que ofrecía el viaje en clase media.

En cuanto el avión aterrizó, la de gafas sacudió a la chica sentada a su lado causando que está se despierte de un salto.

— ¡Llegamos!

Dando un suspiro, rasco con dejes de cansancio sus ojos desorientados en consecuente a las horas de viaje. Tomándola desapercibida, Hanji sacó su teléfono y les tomo una foto a ambas tan rápido que cuando la luz del flash impacto con sus ojos, ya era tarde. Sólo alcanzó a darle un mínimo vistazo a la foto hasta que le arrancaron el teléfono de las manos, Hanji presionó el icono con el teléfono verde.

No pasó mucho tiempo hasta que finalmente bajaron del avión y fueron en busca de su equipaje. Apesar de no ser mucho, era pesado.

— ¿Dónde te dijeron que estarían?

— Cerca de la salida, se supone que debía estar aquí mismo.

Después de ver un par de fotos de la familia de Hanji el día anterior, creía podía identificarlos si los buscaba. Mientras la de gafas veía ansiosa los alrededores, Pieck le respaldo hasta que se topo con un niño detrás de la multitud que compartía características con el hermano pequeño de la mujer.

Sigilosa, señaló en dirección a aquel niño, por la reacción de Hanji podía entender que estaba en lo correcto. Sin darse a esperar, tomó la mano de Pieck para llevarla entre la gente hasta llegar con el niño, quien reconocerla la recibía con una sonrisa.

Recién llego frente al menor, lo hizo girar en sus brazos hasta que lo abrazo con algo de fuerza al punto de parecer que lo estaba dejando sin aires. Él sacudió su brazo, indicándole que aligerará el agarré.

— Lo siento, lo siento, me deje llevar un poco. — Dejándolo nuevamente en el suelo prosiguió a ver sus alrededores— ¿Dónde está papá y tu madre?

— Fueron a comprar algunas cosas para la cena de hoy.

Al notar la presencia de aquella mujer de baja estatura, cabello oscuro y ropas cálidas, le dedicó un semblante curioso.

— Oh, olvidaba presentarlos. Udo, ella es Pieck, una amiga de la ciudad en la que trabajo.

Apesar de haber visto varias fotos de aquel niño, le sorprendió el gran parecido que compartía con su hermana, la única diferencia entre ambos además de la altura, era que el de Hanji era castaño y el del niño negro.

— Es un gusto conocerte, Udo, tu hermana me habló un poco de ti en el viaje.

De entre su abrigo saco una bolsa de caramelos color rojo con un moño azul decorativo.

— Hanji me contó que te gustan los dulces, así que quise traerte un poco.

Al recibir la bolsa entre sus manos, su expresión expectante fue reemplazada por una sonrisa y un hermoso brillo en sus ojos, los cuales estaban ocultos por unas gafas al igual que su hermana, pero eso no quitaba que fuera adorable.

— ¿Son para mí solo?

Asintió.

— Creí que debía traer algo para ti, ya que pasaré unos días con ustedes.

Una luz en la oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora