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La cantidad de fotos que habían tomado era impresionante, aunque algunas se lograban apreciar mal enfocadas se podía distinguir a medias la figura de ambas. Confusa y pensante, le regreso el teléfono celular a una Yelena que estaba sentada en el sillón de en frente.

— ¿Tienes idea de quién pudo haberlas tomado?

Asintió ante la duda de la castaña.— Fue un sujeto de nombre Floch Forster, — con el semblante imperturbable miró a Pieck— no sé si lo recuerdas, pero en la fiesta te enfrentaste a él en apuestas. No creí que fueras tan bueno, me sorprendiste.

— Mi padre me enseñó muchos trucos para este tipo de juegos, pero no conocía a ese tal Floch antes de esa fiesta.

Mientras más le contaban sobre sus acciones la noche anterior, más su memoria comenzaba a desbloquearse.

— No importa, ese chico es un completo idiota que no sabe perder, supongo que lo que intenta hacer es manipularte para que le regreses el dinero que le ganaste.

— ¿Dinero? — Repitió — no recuerdo haber traído dinero aquí, de hecho, ni siquiera traigo mi billetera.

Suspirando, saco de su bolsillo aquella billetera color rojo vino y lo lanzó en dirección a Pieck, quien la atrapó en el aire. Al revisarla pudo confirmar todo estaba allí, a excepción claro de esa cantidad de dinero que supuestamente había ganado.

— Apenas desperté en la piscina de Onyakopon, fui a llevar el dinero al banco para darte tu parte luego.

Recostando su espalda sobre el respaldo de aquel sofá, llevo una hojuela de cereal a su boca.

— Ese vídeo ha sido publicado en las redes de ese sujeto, y por lo que puedo notar ya se ha hecho viral. — Acomodando sus gafas, miró a Yelena— ¿Conoces al sujeto?

— Nunca he tenido una conversación sutil con él, no me agrada. Igualmente no se preocupen, me haré cargo.

La mente de Yelena podía ser muy perversa en ocasiones, razón por la que la gente que fuera consciente de su reputación mantenía respeto hacia ella.

Minutos después, decidieron dar por finalizada la reunión. Yelena se iría en su auto, por lo que Hanji se ofreció a llevar a Pieck hasta su departamento. Para su fortuna, las calles se veían ligeramente despejadas por lo que el auto iba con rapidez por la calle hasta que llegó a un semáforo en rojo y tuvo que detener la marcha. Durante todo el camino ninguna dijo una palabra, Pieck mantenía su cabeza sobre la ventana mientras el viento del exterior hacía danzar sus largos cabellos oscuros. Con intención de aligerar la tensión, Hanji decidió ser la primera en romper el hielo.

— ¿No crees que ese motociclista tiene un buen tatuaje?

Desviando la mirada de aquel auto rojo que estaba en espera junto al suyo, miró hacia el mencionado motociclista con tatuaje en su piel. No era la gran cosa, pero no estaba mal. Al notar había captado la atención de la chica sentada en el copiloto, sonrió antes de tocar el tema.

— Quisiera hacerme un tatuaje yo también, en mi caso dejaría que me pintaran unas alas o algo así, no lo he pensado bien. ¿Tú qué opinas?

Con sutileza miro la piel bronceada de la castaña.— No se te vería mal un tatuaje, házlo si eso quieres. — Comento poniendo sus pies sobre el asiento tomando provecho de su corta altura.

— Tienes razón. — riendo nerviosa suspiro— Lo siento.

— ¿Huh?

— Lo siento por todo lo que pasó, a veces el alcohol nos hace hacer cosas que normalmente no haríamos.

Una luz en la oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora