Beginning. Middle. End

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¡Feliz San Valentín! (o para los amantes de El Señor de los Anillos: Sam Va Lentín) tenía muchas ganas de sacar este capítulo pero se me ha quedado el doble de longitud que los anteriores, así que, intentando ser fiel a las proporciones, he decidido dividirlo en dos partes. El viernes tendréis el cuarto capítulo sin falta Ü

Muchas gracias por la acogida que le dieron a esta minihistoria, admito que las novelas ligeras y los extras del manga que están saliendo solo echan gasolina a esa parte de mi cerebro que funciona solo con el Kagehina, ¿habéis leído el encuentro playero de Kunimi, Kindaichi, Kageyama y Hinata? Fue espectacular.

Aviso de que va sin betear y puede contener erratas pese a mis constantes revisiones, aun así espero que les guste. Estaré esperando vuestras impresiones C:

Nota adicional: a mi querida compañera de piso, aventuras y que yo las consecuencias de empezar el Trabajo de Fin de Grado, EscribiendoconB espero que este capítulo suavice el golpe universitario.

¡A leer, cucurucho!

Sometimes, it's hard to see what the future holdsAnd most times, it feels like a steep climb, and that's alrightThere's magic in details, the tender small gestures of loveAnd the way they all add up

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Sometimes, it's hard to see what the future holds
And most times, it feels like a steep climb, and that's alright
There's magic in details, the tender small gestures of love
And the way they all add up


La confianza sube en escalera y baja de cabeza.

En caída libre.

Abres la puerta de tu casa y la gente considera que se puede llevar lo que hay dentro, lo que sea. Incluso cosas intangibles. Kageyama se muerde la lengua, intentando ignorar el arañazo que le pica entre las clavículas. Entierra la llave en el bombín oropel de la cerradura y la torna entre sus dedos, fría como los trece grados que se le fueron metiendo dentro de los huesos durante el trayecto desde el instituto.

Al parecer las sudaderas de algodón no son buenas armaduras contra los coletazos de noviembre.

—Oportunismo —grazna, quitándose las deportivas en un baile de pies, sin desanudar los cordones, para luego meterlas en el zapatero de un zarpazo—. Oportunismo. —La repite por vicio, no le gusta cómo suena ni en su boca ni en la de Hinata—. ¿Desde cuándo usa esa clase de palabras? ¿Es que se la ha escuchado a Tsukishima?

Quitarle hierro al asunto no suaviza el mal sabor que se le adhirió al paladar media hora atrás. El problema sigue ahí.

¿Y me lo sueltas así... sin anestesia?

Camina por el pasillo principal, y se olvida del arroz con pollo y verduras que había preparado por la mañana para tener algo que cenar cuando regresara del entrenamiento tardío.

El desasosiego le escala por el ombligo, ancla las garras en su garganta y la rodea hasta que el nudo le impide respirar con normalidad. Joder. Sube los escalones de dos en dos y entra en su habitación arrojando su maleta con tanta fuerza que al rebotar contra el armario las puertas tiemblan, igual que todo el cuerpo; la de la derecha se queda entreabierta. Ni se molesta en cerrarla. Mierda. Hinata y él no pelean, al menos no de verdad, circundan en una relación de tira y afloja que les gusta y es divertida. Compiten continuamente. Les motiva. Es el combustible por el que el motor arranca día tras día. El desengrasante que alivia las tensiones entre los engranajes oxidados. Uno de los dos se planta frente al otro, vislumbran el asomo de algo similar al desafío y se tiran sin comprobar el fondo de la piscina.

War of HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora