Capítulo 1: Jughead Jones
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.02 de Diciembre del año 1920, Chicago.
Así era como Jughead camino por los pasillos de la imprenta. Estaba un poco nervioso, había presentado apenas ayer a su jefe su idea para el artículo de año nuevo.
Hacía bastante tiempo que trabajaba para esa editorial que últimamente pasaba por algunas crisis que ponían de nervios a todo el personal. Jughead en especial. Habían estado cortando el personal y debido a su poca relevancia en la compañía, podía sentir como le pisaban los talones.
Estaba nervioso porque tenía que competir contra las ideas de sus talentosos compañeros. Entre ellos, Archie Andrews, Reggie Mantle, Sweet Pea, Josie McCoy, Midge Klump y Valerie Brown.
Y aunque sonaba un poco incoherente, por ser una revista dedicada al publico femenino, muchas veces las chicas destacaban, llevándose ellas la mayoría de titulares y ellos debían esperar a tener una gran idea.
Cosa que no siempre tenían la oportunidad de presenciar.
Toco la puerta antes de entrar. ─ Buenos días señor. ─ saludo a su jefe.
─ Pasa Jughead. ─ Charles Smith, el jefe de la compañía lo recibió. ─ He estado leyendo tu propuesta para el artículo de año nuevo. Y debo decir...
Jughead apretó los ojos. Ya estaba buscando las palabras adecuadas para prometer que sería la ultima vez que presentaría algo así. Que se esforzaría para poder estar a la altura de la revista y así, evitar ser despedido.
─ ...Que estoy sorprendido. ─ ante la respuesta de su jefe, abrió los ojos desconcertado.
─¿En serio?─ aun no se lo podía creer.
─ Por supuesto. Sé que siempre te he limitado en cuanto a tus artículos pero esta vez has dado justo en el punto. ─ sonrió. ─ Felicidades, Jughead. Tienes la portada de año nuevo para Redbook Magazine.
Jughead sonrió. Apenas se podía creer que hubiese convencido a su jefe.
─ Muchas gracias, señor. Prometo que no va a decepcionarse con mi trabajo. ─ estrecho la mano de su jefe con entusiasmo.
─ Sí... solo tenemos un pequeño problema. ─ alza las cejas. ─ La prisión no va dejar que se ingresen los redactores.
─ Lo sé. ─ asiente Jughead más que enterado.
─ Entonces ¿Quién se supone va a entrevistar a estas chicas?─ alzó las cejas desconcertado.
─ Sí me lo permite, jefe. No hay nadie más que quiera hacerlo tanto como yo. ─ desliza una sonrisa en sus labios.
Charles lo observo un poco sorprendido. Pero asintió ante el entusiasmo de su editor.
// I.K//
—¿De verdad?—Archie sonrio con entusiasmo luego de que Jughead les hubiese contado las nuevas. — Hermano, eso es grandioso. Felicidades. — le ofreció un abrazo.
— No es para menos. — Reggie bajo las hojas de la propuesta de Jughead. — Smith sería un idiota si deja ir esta gran idea.
—¿Cómo fue que se te ocurrió? Quiero decir, no estamos muy relacionado en cuanto asuntos de la ley. — Archie alzo las cejas.
— Bueno, estuve en la casa de mis padres el fin de semana, ellos siempre leen el periódico por lo que tienen prácticamente una colección completa de cada año. — explicó recordando. — Ahí fue cuando leí especialmente uno de los casos de una de estas chicas. Despertó mi curiosidad aún más por lo que me encargué de encontrar a más de ellas...
— Sí, pero en Chicago se cometen crímenes pasionales todo el tiempo ¿Por qué ellas exactamente?— Reggie alzo las cejas.
— Porque...— Jughead quito las hojas de sus manos. — Hay algo muy curioso en ellas, resulta que todas admitieron ser las asesinas de sus respectivas víctimas... pero se declaran inocentes.
—¿Qué?— ambos chicos funcieron el ceño desconcertado.
— Pero si han admitido su crimen... ¿Cómo esperan ser declaradas inocentes?— Archie negó burlón.
— Ese es el tema... — sonrió Jughead. — Iré a entrevistar a las asesinas del callejón de chicago. Ellas y nada más que ellas, pueden darnos la verdadera versión de los hechos. — asiente. — Estoy seguro que todas tienen una versión válida para haberse convertido en las asesinas que todo Chicago querrá conocer.
// Innocent Killers//
Mañana subiré un nuevo capítulo, por favor:
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Innocent Killers - Jughead Jones
Fiksi PenggemarHabía algo que despertaba en sobre manera la curiosidad de Jughead al momento de leer los expedientes sobre la mesa de cada una de aquellas chicas. Y es que, todas habían admitido de cierta manera su culpabilidad, más sin embargo, seguían declaránd...