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──────── ;;✦ ↴ 「Ｃａｐíｔｕｌｏ 8 」๑ೃ୭̥
La noche había caído, todos dormían y la peliblanca era la excepción, metía las cosas faltantes en su mochila para luego comenzar a vestirse.
Su capa y máscara ya estaban listas, hoy era la noche.
Salió por la puerta sin antes darle un último vistazo a King, la recámara estaba tan fría y él no tenía nada para taparse, odiaba ser tan suave pero si es una última vez y solo es con él no pasa nada, ¿No?
Dejó su bolso sobre la cama y sacó una de sus mantas, lo acobijó para luego acariciar apenas su cabello, él olía tan bien que todo lo demás parecía tan común.
Ugh, se sentía como Meliodas, toda una pervertida... En fin, adiós King, ahora por fin le voy a poder decir a Eleonor "Te lo dije, nunca voy a amar/lo".
Sentía que dejaba algo grande atrás, tan enfermizo que le daban nauseas.
No sabía si las nauseas eran por el sentimiento de seguridad que sentía o por su temprana enfermedad que se encontraba progresando de manera alarmante.
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Fuera de la casa era donde ella se encontraba, le estaba dedicando unas palabras mentales a las personas que la habían acompañado estos pocos días.
Eligió escapar en la noche porque odia las despedidas, además era más silencioso y tranquilo, esto le servía para buscar a la curandera.
Cuando estuvo lista suspiró y emprendió su viaje hasta que... Desde la ventana de Meliodas salía una Elizabeth en pijama, estaba gritando su nombre como si de eso dependiera su vida.
- ¡Señorita Heriko, espere, no se vaya!- Se sobresaltó porque sabía que la peliblanca había alertado a todos, la amaba pero necesitaba seguir su propio camino.
Cuando vió que las luces de las habitaciones comenzaban a prenderse y Diane se despabilaba se fue corriendo, estaba cansada de escapar de todas partes.
Las gotas de sudor frío se mezclaban con las lágrimas desbordantes de nerviosismo, las manos le temblaban, su alma ya desgastada y oscura se desprendía de su cuerpo como una bala perdida en medio de un campo. La adrenalina abarcaba todo su agotado cuerpo, las piernas comenzaban a fallarle de la emoción, por alguna extraña razón se sentía alegre con la situación.
Entró al bosque y se perdió entre las sombras, Meliodas ya había pasado por la misma situación con anterioridad, su hermana menor crea excusas para ocultarse de los sentimientos. Cuando cree que está encariñándose con alguien o algo simplemente se borra, ese estilo de vida su madre.
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Otra vez sola, ya era hasta divertido, Elliott hacía guardia mientras ella descansaba unos minutos, podían escucharse a lo lejos los gritos de los chicos buscándola, hasta el piso retumbaba por los pasos acelerados de Diane.
Tironeo un poco su capa cuando la voz de King se escuchaba más cerca, la muchacha se tensó y se mezcló con las hojas de aquel frondoso árbol.
- ¡Heriko!- Luego de aquel grito fingido bajó la voz - No le voy a decir a nadie que estás por aquí ya que es tu decisión irte pero... recuerda que aún me debes una salida y no voy a dejar de molestarte hasta que cumplas tu promesa.- Él, en medio de la oscuridad encontró sus apagados ojos, la miró por unos segundos que parecieron una eternidad y se fue como si nada, avisándole a los otros de que por allí no se escuchaba nada.
Sus mejillas ardían de la vergüenza mientras su corazón se estrujaba, él es bonito pero cruel.
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Luego de un rato sus anteriores compañeros se rindieron, la buscarían luego de descansar.
Ahora era su momento de correr, se manejaba mejor en la noche por su oídos, vista y olfato refinados así que si alguno se acercaba podría escapar fácilmente.
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El día era bastante tranquilo pero algo claramente lo iba a arruinar, se relajó bastante y 4 voces enojadas la recibieron.
Este era algún tipo de maldición que el universo le había dado por ser tan... ¿Idiota?
- ¡Ya era hora!, odio este lugar y tu cara de tonta no me ayuda.- La rubia de coletas y tono chillón de nombre Leiko gritaba en la cabeza de la muchacha.
- ¿Sabes que compartimos la misma cara?, técnicamente tú también tienes cara de tonta.- Saku es la mayor en mentalidad, pelinegra con lentes.
Heriko se mantenía callada mientras masajeaba su cabeza, la misma que dolía por los gritos.
- Ustedes dos, ¿podrían cerrar la boca?, Intento charlar con el Señor Pon-Pon.- Emiko reía a carcajadas mientras movía a ese peluche rosado con forma de conejito.
- Bueno, dejen de molestarme y díganme para qué me trajeron con ustedes, estoy intentando escapar de...- Saku la cortó y la dejó con la palabra en la boca.
- Lo sabemos, escapas del enano bonito, del rubio pervertido y de la bola de inadaptados de sus amigos.-
- ¿Por qué los describes así?, no es que me moleste pero...- Devuelta su mala costumbre de interrumpir a las personas.
- Somos tu inconsciente, nuestras actitudes y pensamientos son la verdad, los describí como está escrito "aquí".- Se acercó a la chica y apuntó a su cabeza - Ahora no me digas que no crees que el enano ese es bonito, sería estúpido negarlo, ¿No es así?- Las carcajadas de Emiko se escuchaban en toda la habitación, le parecía graciosa la situación.
- Tú... simplemente deberías callarte, yo no pienso nada de eso aunque lo de mi hermano es verdad, ese maldito cerdo bueno para nada... ¿Ah?, siento a alguien cerca así que me tengo que ir.- Suspiró y se calmó un poco, hablar con ellas la agotaba mentalmente.- Luego charlamos.-
Lo único que escuchó fue un "Suerte con el golpe, Heri..."
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❐│ᴬᶜᶥᵃᵣᵃᶜᶦᵒᶰᵉᶳ ; ♡ ❐│
๑ೃ୭̥ Las chicas con las que habla Heriko son ella misma dividida en personas independientes, cada una tiene una personalidad diferente ya que representan una parte de ella.
๑ೃ୭̥ Cuando habla con las personalidades es como si charlase consigo misma, igual que cuando analizamos un tema y lo platicamos en nuestro interior. Lo interesante aquí es que son individuos diferentes, hasta que te das cuenta de que son reflejos de su inconsciente. (Por eso lo de bonito)
